Ni Amos Ni Esclavos

NI AMOS, NI ESCLAVOS

“Sólo podemos aspirar a dejar dos legados duraderos

a nuestros hijos: uno, raíces; y el otro, alas”

William H. Carter

El mundo está cambiando a una velocidad de vértigo, empezando por el avance tecnológico y continuando con la globalización de las comunicaciones y la economía que están llevando a un aceleramiento del tiempo y, en algunos aspectos, a un relativismo moral, donde todo es válido. Estas alteraciones han influido directamente en la familia y en sus dinámicas y roles; quizá uno de los factores en el que se evidencian mayores modificaciones es en el ejercicio de la autoridad de los padres, lo que lleva a cuestionarse frente a ésta, ya que aunque muchos se jacten de emplear el término, inconcusamente el concepto es otro. El Estado Colombiano, en su Constitución Política, artículo 42 asevera: “La familia es el núcleo fundamental de la sociedad” lo que conlleva a que sea de importancia analizar y evaluar el papel que juegan los padres en la formación de sus hijos y futuros ciudadanos, y cómo la práctica adecuada de la autoridad contribuye a educar personas autónomas y competentes a la sociedad.

El mito de Dédalo e Ícaro nos permite ilustrar una situación muy común en la cotidianidad: “el hijo que no ha sido disciplinado con amor por su pequeño mundo (la familia) será disciplinado, por lo general sin amor, por el mundo grande” Dédalo frente a sus propias necesidades y ambiciones, deja de lado la formación de su hijo y olvida constituirse en un ejemplo positivo para él, lo que trae como consecuencia que al darle “alas”, lo que bien podría simbolizar “independencia”, éste desconozca cómo usarla y no tenga límites al hacerlo. Con frecuencia ocurre algo similar en el interior de las familias colombianas, los padres olvidan ejercer su autoridad y priorizan el trabajo, el dinero, los bienes materiales sobre el bienestar emocional y la formación de sus hijos; una de las cosas más tristes de la excesiva tolerancia es que cuando los padres dejan al hijo hacer todo lo que quiera, él cree que todos los demás deben tratarlo en igual forma, entonces al alcanzar la mayoría de edad, no tienen conciencia de sus límites y hacen lo que quieran para alcanzar sus antojos.

Autores como Lyford-Pike, Ciompi y otros, afirman que en nuestra sociedad actualmente, existe una crisis de autoridad que se refleja dentro de la familia. Recordemos que el concepto latino de auctocritas significa sostener para crecer, y una crisis en este aspecto es equivalente a la construcción de un edificio, si este en sus bases y cimientos, carece, de buen material y estructura sólida, al crecer lo más probable es que no se sostenga por mucho tiempo, o no posea estabilidad. Si en la formación de un hijo no ponemos bases firmes, que sostengan su personalidad y criterio su crecimiento será inestable y su desempeño en la sociedad será indeciso, y probablemente, frustrante.

La crisis de la autoridad tiene tres efectos, en primer lugar, “deteriora el papel de la institución familiar como núcleo básico de la organización social” ya que al no haber autoridad el papel de la familia y los padres, se ve desplazado por los medios de comunicación, los amigos, la calle y los vicios. En segundo, “perjudica la formación de niños y jóvenes para una vida

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