Novela de regalo
mara59Ensayo14 de Febrero de 2017
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“REGALO”
Maria esta sentada en su estudio, atareada con los miles de
pendientes del vivero de Xochimilco, de pronto escucha una canción que le trae recuerdos.
"Porque no han de saber
que te amo vida mía?
Porque no eh de decirlo?
si fundes tu alma con el alma mía"
Al escuchar estas notas no puede evitar el sonreír, pensar en Alejandro, extrañarle tanto. Sin siquiera pensarlo, se encuentra sumergida en una nube de recuerdos. Se muerde los labios y decide bajar a ver de donde viene la música. Es Mamalena.
MI – "Mamá, qué haces aquí?, pensé que ya estabas costada."
Ma – "Pues no mija, ya ves que no. (de pronto la mujer se queda muy seria y pensativa) Sabes, me preocupas Maria Inés."
MI – "Yo mamá, porqué?"
Ma – "Pues si mija, tu... me preocupa que vayas a quedarte igual de sola que esta vieja que tienes enfrente."
MI – "Ay mamá, eso no va a pasar, están todos ustedes. Yo no me voy a quedar sola nunca."
Ma – "Mira Maria Inés yo se que tu sabes muy bien de lo que te estoy hablando. (Se para con dificultades por causa del alcohol). Pero sigue así y veras como tu ultima oportunidad pasa. Ay mija, sabes que? Me voy a subir, por que... te digo un secretito? Como que me siento muy mareada, quien sabe por que, pero así me siento, como que el piso se me mueve, tu crees? Bueno mijita linda buenas noches (la
abraza), buenas noches mi niña preciosa."
MI – "Si mamá, descansa. Buenas noches."
Maria se queda sola en la sala pensando, añorando. Voltea a la ventana y observa el jardín tan sereno, tan apacible. En ese momento toma la que podría ser la decisión más importante de su vida.
Momentos después, sin saber como, se encuentra justo frente al edificio donde vive Alejandro. Esta en su coche agarrada del volante como si este fuese su tabla de salvación. Sabe que de ese momento depende todo su futuro. Duda por un instante. De pronto toma valor y decide entrar. Alejandro estaba solo, ella lo sabe por que hacia un rato había visto salir a Alex. Esta nerviosa, indecisa, levanta su mano a la altura de su hombro, duda por un momento, retrocede. Suelta
un suspiro, profundo y toca la puerta sin pensarlo, en un arrebato. No sabe bien a bien lo que va a hacer, lo que va a decir o cual será el pretexto perfecto para estar ahí.
Mientras tanto él sube escalón por escalón, preguntándose si será Marina para reclamarle otra vez la decisión de Alex, si será Javier para contarle una vez mas sobre su
amor imposible con Carolina, o si será Lorenza con un drama mas pretendiendo hacer que la quiera.
Abre la puerta y se queda helado, jamás espero ver a la mujer que ama parada frente a su puerta. Ambos se quedaron callados unos segundos viéndose el uno al otro, se sonríen en complicidad. Alejandro vuelve en si después de la sorpresa, pretende pronunciar el ya esperado "Qué haces aquí??", pero Maria se da cuenta y rápidamente toca los labios de Alejandro con las yemas de los dedos para indicarle silencio "Shh, no digas nada" para después entrar al departamento. Al bajar los escalones deja que su mano se deslice suave de los labios de Alejandro hasta tocar su pecho, se detiene frente a la mesa. El desconcertado cierra la puerta, la observa sin perder detalle. Se acerca mientras Maria da la media vuelta, quedan ahí, frente a
frente. Ella se acerca mas a el, a la distancia perfecta, lo besa apenas rozando sus labios con los de el. Se retira un poco para observar alguna reacción. Alejandro, nervioso, pasa saliva; lo que provoca una sonrisa de ella. Maria se acerca de nuevo y lo besa, ahora con pasión, en un beso perfectamente correspondido. Al tiempo que besa al hombre que ama desabotona su camisa, cuando al fin logra quitársela sorpresivamente se retira, regalándole a Alejandro una sonrisa entre picara y seductora. Rodea la mesa y se sienta en la silla que esta justo frente a el, regalándole al mismo tiempo una mirada. El se acerca de nuevo, se arrodilla frente a ella, le quita los zapatos y le besa los pies. Acaricia sus pantorrillas subiendo las manos lentamente, mientras tanto ella cerraba los ojos entre suspiros. Cuando Alejandro toca sus rodillas lo detiene de golpe y se pone de pie. El desconcertado solo atina a decir:
A – "No juegues, no juegues conmigo Maria"
MI – (al ver la desesperación de Alejandro sonríe) "Yo nunca juego" (mientras se quita su saco)
A – "Nunca juegas??"
MI – "Nunca, nunca" (dejando su saco sobre la silla)
Da media vuelta y camina hacia la recamara, parada al filo de la cama, mira a Alejandro por encima del hombro y dice:
MI – "Me ayudas?" (Indicándole el cierre de su vestido)
El lo hace, pone sus manos sobre los hombros de Maria y trata de deslizarlas para dejar caer el vestido. “No" dijo sin perder la seguridad ante Alejandro, poniendo sus manos sobre las de el. Volteo, camino hasta la mesa ante la mirada anonadada de Alejandro. Estaba nerviosa, no sabia lo que hacia y no quería que él lo notara, quería lucir segura, seducirlo. Después de respirar profundamente camina
hacia el de nuevo, lo abraza y le dice (como quien dice un
secreto) "Te amo" acariciándole la oreja con los labios, lo que produjo cierta cosquilla en el y provoco que intentara abalanzarse sobre ella.
Maria lo detuvo y dijo firmemente, pero sin perder la suavidad de su voz: "Siéntate", indicándole con los ojos la cama. El la obedeció. En ese momento, viéndolo así, viendo en sus ojos el amor, la pasión, la entrega, se sintió segura y sin más deja caer su vestido. Alejandro observa el vestido resbalar lentamente hasta el suelo. María siente que todos sus miedos caen al mismo tiempo. Como si al desnudarse frente a el, se despejara de los prejuiciosos, de sus propios temores. Sin dejar de verlo a los ojos camina hacia el y lo besa sin prisas. Ella gira y se deja caer sobre la cama, su cabello se derrama suavemente, como las hojas en el otoño. El se acerca, le acaricia el rostro con los labios. Ella cierra los ojos mientras termina de desnudarlo, se moja los labios. El le besa la frente, los ojos, la boca, se abraza a ella, y de un momento a otro
están completamente desnudos.
Luego así, desnudos, el la admira ahí recostada sobre su cama. La toma por los tobillos, para después deslizar sus manos por los costados, pasando por sus muslos, sus
caderas. Maria estira sus brazos y el los sigue, al final sus manos se encuentran y se enlazan. Ambos se dan cuenta que sus manos encajan perfectamente, como si hubieran sido hechas para estar así, unidas. Dejan que el amor los guíe, que la pasión los lleve de la mano.
Entre besos, caricias y suspiros hacen el amor sin ataduras, sin palabras, sin frases hechas, solo amándose. En una lluvia de gemidos se entregan al amor. Un vaivén de emociones, de sentimientos, de placeres les invade el cuerpo, hasta dejaros exhaustos, rendidos, sin aliento. Y ahí desnudos, los encontró el sol, abrazados, siendo uno
mismo.
Maria Inés despertó aun embriagada de amor. Le parecía imposible creer que la mujer que llego la noche anterior al departamento de Alejandro fuera ella misma. A pesar de todo y de todos, esa mañana no sentía culpas; estaba feliz, plena, y se sentía completamente segura de que había hecho lo mejor para ella, para Alejandro, para la felicidad de
ambos. Aun así debía volver a su realidad, no sabía si en la casa ex -San Millán ahora Domínguez habían notado su ausencia, aunque en realidad no le interesaba saberlo.
Ma – Donde estabas Maria Inés??? (lo que provoco que Maria diera un salto, seguido de un suspiro de alivio)
MI – Yoo?
Ma – No Maria Inés, el Cid Campeador???. Por supuesto que tu, donde pasaste la noche??? (a lo que Maria contesto con una sonrisa, pero sin la menor intención de pronunciar palabra) Que barbaridad, que pasa con las mujeres de esta casa???, Dios santo son todas unas libertinas (y se va viendo que Maria no quería, ni pretendía contestarle, además ella sabia la respuesta solo con verle la mirada a su hija).
Maria sintió un gran alivio al no tener que explicar toda la situación a su madre, porque, aunque estaba segura de haber hecho lo correcto, no se sentía preparada para enfrentarla. Después del encuentro su día continuo sin mayores sorpresas. Termino el trabajo pendiente, ese mismo que había dejado por hacer una muy esperada visita nocturna. Por la tarde comió con el regimiento que se alojaba en su casa, pero por mas que lo intentara no podía disimular ni un poco su felicidad. Había estado tarareando una canción durante todo el día, y Elvia la había escuchado cantar en su estudio la misma canción una y otra vez.
Andrés – Buenas, muy buenas parece.
MI – Ay Andrés, hola hijo, como estas???, pensé que andarías por la estación.
Andrés – Por la estación paso al rato. Estoy bien, pero no tan bien como tu (y levantando las cejas y con un gesto de "Te conozco") Me quieres contar por que andas tan cantaora??? Y olé!!!
MI – Jajaja, nada en especial, por... la vida en general, es una canción que escuche nada mas.
Andrés – Mmm... pues te dejo para que sigas celebrando... la vida. (camino hacia la puerta del estudio y volteo recargando una mano en el marco) Por cierto, me saludas a Alejandro, eh? (y le lanzo un beso, mostrándole que sabia la razón de tanta felicidad, lo que provoco la risa en su madre).
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