PAE Varicela
torobi2222 de Septiembre de 2014
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Contenido
INTRODUCCION. 2
JUSTIFICACION 3
OBJETIVO GENERAL 4
OBJETIVO ESPECIFICO. 4
VARICELA. 5
Concepto. 5
Etiología y epidemiología. 5
Anatomía patológica. 5
Síntomas y signos. 5
Complicaciones. 6
Diagnóstico y pronóstico. 6
Profilaxis. 7
Tratamiento. 8
Historia natural de la varicela. 9
Diagnósticos de enfermería. 10
Jerarquización diagnostica. 11
PLAN DE CUIDADOS DE ENFERMERIA 1. 12
PLAN DE CUIDADOS DE ENFERMERIA 2. 13
PLAN DE CUIDADOS DE ENFERMERIA 3. 14
PLAN DE CUIDADOS DE ENFERMERIA 4. 15
PLAN DE CUIDADOS DE ENFERMERIA 5. 16
PLAN DE CUIDADOS DE ENFERMERIA 6. 17
PLAN DE CUIDADOS DE ENFERMERIA 7. 18
Evaluación. 19
Conclusión. 19
Bibliografía. 20
INTRODUCCION.
El proceso de enfermería comprende la aplicación de un enfoque dirigido a la satisfacción de las necesidades del paciente que exige habilidades cognitivas, técnicas e interpersonales.
Debido a las características climatológicas de nuestra localidad la varicela puede presentarse en cualquier época del año, siendo una de las enfermedades de mayor incidencia en el estado. La aparición de la varicela puede darse a cualquier edad, siendo la infancia la edad más frecuente de contagio.
A pesar de considerar a la varicela como una enfermedad de baja letalidad, se considera altamente contagiosa, por lo que se necesitan medidas de prevención y control para evitar la propagación.
JUSTIFICACION
Este compendio se elaboró como parte de las actividades escolares de formación del nivel Técnico Profesional en Enfermería General.
En él se pretende evidenciar la aplicación adecuada y concisa del proceso de enfermería adecuada a la varicela zoster.
Así mismo se decidió su elaboración a fin de contar con un documento basado en evidencia científica que pueda servir como herramienta de consulta y con esto agilizar la atención de los pacientes con tal patología.
OBJETIVO GENERAL
1.- Documentar las generalidades de la varicela zoster, desde la perspectiva de enfermería.
2.- Proveer de una herramienta de consulta basada en evidencia científica.
OBJETIVO ESPECIFICO.
1.- Aplicar el proceso de enfermería al cuadro clínico de la varicela zoster.
2.- Establecer planes de acción para la atención de la sintomatología producida por la varicela.
VARICELA.
Concepto.
Enfermedad vírica aguda que se inicia generalmente con síntomas generales leves, a los que sigue poco después una erupción que aparece en brotes y que se caracteriza por máculas, pápulas, vesículas y costras.
Etiología y epidemiología.
La varicela y el herpes zóster se deben al virus de la varicela-zóster, correspondiendo aquélla a la fase infectiva aguda y el zóster (culebrina) a la reactivación de la fase latente.
La varicela, enfermedad extraordinariamente contagiosa, parece propagarse a través de gotitas, siendo el período de máxima contagiosidad el corto pródromo y las fases iniciales de la erupción. El período de incubación dura 14 a 16 d y se considera transmisible entre 10 y 21 d a partir de la exposición. Cuando las lesiones finales se cubren con costras, la enfermedad deja de ser contagiosa. El aislamiento durante los 6 d posteriores a la aparición de las primeras vesículas suele ser insuficiente para controlar la infección cruzada. No existe transmisión indirecta (por terceras personas inmunes).
Las epidemias se producen en invierno y principios de la primavera, en ciclos de 3 a 4 años (período necesario para que aparezca un nuevo grupo de personas susceptibles). La susceptibilidad es elevada desde el nacimiento hasta el momento en que se contrae la enfermedad, aunque algunos lactantes pueden tener una inmunidad parcial, probablemente adquirida por vía transplacentaria, que dura hasta los 6 meses de edad.
Anatomía patológica.
El virus de la varicela penetra por mucosas de las vías respiratorias superiores, de donde pasa a la sangre y llega a la piel, donde produce tumefacción de las células epiteliales, degeneración vacuolar y acumulación de líquido tisular que conduce a la formación de vesículas
Síntomas y signos.
De 11 a 15 días después de la exposición, pueden aparecer cefalea leve, fiebre moderada y malestar, lo que sucede unas 24 a 36 h antes de que surja la primera serie de lesiones. El pródromo suele pasar inadvertido en los niños pequeños, es más probable en los niños >10 años de edad y suele ser más grave en los adultos.
El exantema inicial, una erupción maculosa, puede ir acompañado de un eritema evanescente. El exantema evoluciona en unas cuantas horas hacia unas vesículas pruriginosas, uniloculares características, con forma de "lágrimas", que contienen un líquido claro y que resaltan de sus areolas rojas; es en este momento cuando habitualmente puede establecerse el diagnóstico. Las lesiones típicas de la varicela progresan de mácula a pápula y de ésta a vesícula y empiezan a convertirse en costras en 6 a 8 h. Aparecen en brotes sucesivos, de forma que se observan algunas máculas nuevas en el momento en que las lesiones más antiguas comienzan a formar costras. En los casos graves, la erupción se generaliza, mientras que en los demás respeta parcialmente la cara y las extremidades. Cuando el número de lesiones es pequeño, suelen localizarse en la parte superior del tronco. En las mucosas pueden encontrarse lesiones ulceradas que afectan a la orofaringe y la parte superior del aparato respiratorio, la conjuntiva y la mucosa rectal y vaginal. En la boca, las vesículas se rompen de inmediato, son indistinguibles de las de la estomatitis herpética y a menudo provocan dolor u tumefacción. Las vesículas laríngeas o traqueales pueden causar una disnea intensa. Con frecuencia se observan lesiones en el cuero cabelludo, con aumento de tamaño y sensibilidad a la presión de los ganglios linfáticos cervicales posteriores y suboccipitales. La fase aguda de la enfermedad suele durar de 4 a 7 d. La aparición de nuevas lesiones termina hacia el 5.º d y la mayoría se encuentran en fase de costra en el 6.º d; en general, desaparecen en menos de 20 d a partir del inicio de la enfermedad.
Complicaciones.
La infección estreptocócica secundaria de las vesículas puede ser responsable de la aparición de erisipela, sepsis, nefritis hemorrágica aguda o, en raras ocasiones, fascitis necrotizante. Los estafilococos también pueden infectar las vesículas, produciendo una piodermitis o un impétigo ampolloso. La neumonía como complicación de la varicela grave se observa en adultos, recién nacidos y pacientes inmunodeprimidos, pero es rara en los niños pequeños. También se han descrito miocarditis, artritis o hepatitis transitorias y complicaciones hemorrágicas. La varicela hemorrágica debe suscitar sospechas de la presencia de una púrpura trombocitopénica asociada, de una sepsis bacteriana secundaria, de una neoplasia maligna subyacente o de una inmunodeficiencia.
La encefalopatía postvaricela es rara y aparece en menos de 1/1.000 pacientes. Al igual que la encefalitis postsarampionosa, tiende a aparecer hacia el final de la enfermedad o 1-2 sem después de su finalización. Una de las complicaciones neurológicas más frecuente es la ataxia cerebelosa aguda postinfecciosa. También se han descrito mielitis transversa, parálisis nerviosas y manifestaciones clínicas del tipo de esclerosis múltiple. La encefalitis puede ser mortal, pero el pronóstico para la recuperación completa de las complicaciones del SNC suele ser bueno y es mucho más favorable que en la encefalitis sarampionosa. El síndrome de Reye, una complicación poco habitual pero grave, puede aparecer de 3 a 8 d después del comienzo del exantema.
Diagnóstico y pronóstico.
La detección de los antígenos víricos en la lesión mediante inmunofluorescencia, el cultivo o los hallazgos serológicos permiten confirmar el diagnóstico. En el diagnóstico diferencial deben considerarse el impétigo, el eczema infectado, las picaduras de insecto, las erupciones medicamentosas, la dermatitis de contacto, la porfiria eritropoyética (hidroa estival) y, en ocasiones, las infecciones por virus coxsackie y herpes simple diseminadas.
En los niños, la varicela suele ser benigna, aunque en raras ocasiones puede ser grave e incluso mortal. El riesgo de gravedad es mayor en los adultos y en los pacientes con depresión de la inmunidad celular (p. ej., enfermedades linforreticulares malignas) o que reciben tratamientos con corticosteroides o quimioterapia.
Profilaxis.
La varicela puede prevenirse o modificarse administrando por vía i.m. globulina inmune antizóster (GIZ), procedente de sueros de pacientes que se recuperan del herpes zóster, o globulina inmune antivaricela-zóster (GIVZ), preparada a partir de un conjunto de plasma que contiene títulos elevados de anticuerpos específicos. La dosis recomendada es de 125 U/10 kg (un vial contiene 1,25 ml), con una dosis máxima de 625 U. Para que resulten eficaces, estos
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