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PLANTEAMIENTO ¿Cómo reconocer y trabajar con un alumno inquieto?

cabreracaseresEnsayo17 de Marzo de 2020

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PLANTEAMIENTO

¿Cómo reconocer y trabajar con un alumno inquieto?

OBJETIVOS:

Revisar que dicen los teóricos sobre la causa de estos alumnos inquietos

Reconocer cuales son las actitudes de un alumno inquieto

Identificar la metodología educativa que se puede utilizar en un alumno e este tipo.

Reconocer distintas estrategias que permitan la enseñanza-aprendizaje con estos alumnos.

PREGUNTAS DE INVESTIGACIÓN

¿Es  lo mismo un alumno inquieto que un alumno hiperactivo?

¿Con que estrategias puedo  mantener trabajando y en constante aprendizaje a un alumno inquieto?

¿Qué teoría pedagógica ayuda al trabajo con alumnos inquietos?

El alumno inquieto ¿también trabaja?

JUSTIFICACIÓN

Los alumnos inquietos dentro del aula se han vuelto una gran situación problemática tanto para el maestro de práctica, como para el docente de grupo ya que estos alumnos están constante movimiento e interacción  con el grupo  y por tanto las actividades dentro del aula se ven afectados  los aprendizajes esperados no solo del alumno inquieto, sino también para los alumnos que tienen las intenciones de aprender o interés en la clase.

En esta investigación se pretende que el alumno normalista identifique al alumno inquieto dentro del aula, investigue y se nutra  de diferentes maneras de crear un desequilibrio cognitivo en el alumno, conllevando a este a la concentración y realización de actividades.

Yo considero que si encontramos las estrategias eficientes para mantener al alumno inquieto enfocado en las actividades, lograremos un ambiente de aprendizaje propicio en el grupo  todos aprenderemos.

MARCO TEÓRICO

B.F. Skinner, el propulsor de la teoría, afirma que el lenguaje aprendido por los niños y las niñas viene condicionado por la adaptación del exterior de las correcciones de los adultos.

         1998  Daniel Goleman. Que la actividad del cerebro socava algunas de las funciones de los lóbulos prefrontales, el centro ejecutivo que se halla inmediatamente detrás de la frente.

Juan Vaello Orts; nos dice que el punto de partida para aprender números de magia didáctica es el optimismo, inyectarnos una buena dosis de fe en lo que hacemos pensando que  se pueden conseguir las metas perseguidas.

DESARROLLO

En el salón de clases cotidianamente nos encontramos con una  heterogeneidad de alumnos con competencias muy variadas y que como actor docente se nos complica demasiado el logro de los aprendizajes esperados con esta gran diversidad, ya sea  por holgazanería, por la gran cantidad de trabajo o por mero desconocimiento e ignorancia. El punto aquí es que  no debemos de confundir a un alumno que necesita un tratamiento médico con aquel que simplemente está tratando de experimentar  y conocer al mundo, pero su energía es tanta que nos sorprende y enoja, ya que logra un desequilibrio y desatención dentro del aula de clase, y con ello no permite que el resto de sus compañeros centren su atención en las actividades académicas.  

Muchos niños medicados y tratados como hiperactivos en realidad lo son porque entran en este perfil de niño inquieto, distraído, que nos obliga, que nos hace sentir la necesidad de implicarnos y de gastar energía, que nos complica la vida cuanto queremos que tanto en el ámbito familiar como escolar, sea tranquila. Quizás deberíamos reflexionar más sobre las dificultades para educar en el día a día, la falta de pautas claras en la educación familiar, la pérdida de valores en la formación académica antes que proyectar sobre los niños nuestro propio cansancio o ignorancia.

Muchas veces tenemos en casa un niño sobre activo (no hiperactivo), es decir, con exceso de movimiento pero que con una adecuada contención es capaz de controlarse, atender y seguir las pautas y hábitos de los padres y de la escuela. La enseñanza del autocontrol en nuestros hijos es un objetivo de los primeros años de vida en la familia; de ahí que estén apareciendo en estos últimos años niños con falta de hábitos y de ritmos estables de vida, que pasan por hiperactivos cuando en realidad son fruto de una escasa atención a sus necesidades educativas, afectivas y emocionales.

Podemos considerar entonces la aparición de niños con hiperactividad ambiental, que no es lo mismo que la hiperactividad clínicamente hablando.

¿Y en la escuela?

Hoy en día la escuela no responde generalmente a las necesidades educativas y de crecimiento de los alumnos. Para dar clase necesitamos niños sentados, escuchando largas explicaciones, con objetivos académicos densos, dando escasa importancia a la vivencia, experimentación y tiempo de descubrimiento donde el alumno sea el objetivo y no los contenidos.

Muchos alumnos no encajan en este perfil, se cansan, se aburren y una forma de manifestarlo sobre todo en edades tempranas (hasta los 8 años) es moverse, distraerse y llamar la atención.

No todos estos niños son hiperactivos y con déficit de atención. Simplemente reflejan una forma de “dar las clases”, una pedagogía que no estimula ni activa la atención selectiva de los alumnos y en consecuencia se mueven demasiado, hablan, creando conflictos entre ellos

Es frecuente observar a niños que parecen no estar nunca quietos; no prestan atención a lo que se les dice; se distraen fácilmente y actúan con una impulsividad casi violenta.

¿De qué se trata, en realidad?

En el pasado, esta conducta recibía diversos nombres: desde "reacción hiperkinética en la infancia" hasta "disfunción cerebral mínima".

Ahora simplemente, se habla de "déficit atencional". Y esto, porque se ha comprobado que lo fundamental es la falta de atención, la incapacidad de concentrarse en una tarea. Además, en la gran mayoría de los casos no existen problemas neurológicos comprobables que justifiquen la conducta. Se sabe ahora, también, que la excesiva actividad motora tiende a disminuir significativamente durante la adolescencia e incluso en la edad adulta, aunque persisten los problemas de atención.

Muchas veces como docentes confundimos el actuar de los alumnos catalogándolos como alumnos inquietos o hiperactivos, pero podemos estar en un error ya que ni todo alumno es hiperactivo  y no todo alumno que presenta situaciones de conducta es inquieto.

        

La inquietud de los niños y las alteraciones de conducta son las causas más frecuentes de consulta en el área de la salud mental.

En mi aula contemplo  a cuatro alumnos con problemas de conducta ya que no pueden concentrarse en una tarea por mucho tiempo y cuando finalmente lo logran, se ven influenciados por sus demás compañeros dejando si producto de lado.

RELACIÓN ENTRE CEREBRO  CONDUCTA

A finales del siglo XIX se planteó que el cerebro origina ciertas conductas, las que  antes se explicaban en las teorías humorales, dichas teorías eran de tipo endocrinológico y clasificaban a las personas en tipo sanguíneo melancólico o colérico según ciertos humores que portaban.

La conducta es el punto final de la interacción entre la función  cerebral y la experiencia, por lo tanto la persona no está determinada solo por el material genético que trae sino que lo modela todo lo que lo rodea.

La edad es importante en la expresión de la conducta y la inquietud. No solo por lo que significa en cuanto a desarrollo, la edad de un niño es de sumo interés, tanto para los psiquiatras como para los neurólogos por dos conceptos  que  se interponen pero están integrados: que son la plasticidad  y los periodos críticos.

Por ejemplo el cerebro de un niño con TEC es capaz de recuperar más funciones que un adulto con el mismo TEC  o con un accidente vascular cerebral, porque los niños tienen el cerebro mucho más  plástico, por otro lado hay periodos críticos, en los cuales deben suceder hechos determinados y, si esos hechos no suceden, la función se pierde para siempre.

DEFINICIÓN

Es difícil determinar cuando la inquietud es normal y cuando es patológica, salvo si es muy anómala, porque no hay escalas al respecto y porque la determinación depende de varios factores:

  • Frecuencia e intensidad con que se verifica la conducta inquieta.
  • Si constituye o no parte de un cuadro psiquiátrico o de algún tipo de alteración.
  • Las conductas asociadas, como desobedecer o desafiar  a los adultos forman parte de la normalidad, incluso hay etapas del desarrollo  en que “no” es la palabra preferida.

La inquietud es patológica cuando esta conducta inquieta tiene la gravedad suficiente para alterar el rendimiento del niño en los aspectos, social, académico, laboral y familiar, es decir cuando la conducta no solo es una molestia para alguien, sino que afecta la vida y desempeño en general. Hay niños normales que son muy inquietos, porque no es posible que sean todos iguales, y a veces al médico le cuesta  de esto a los profesores, a madres muy aprensivas o a cuidadoras poco tolerantes.

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