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POLICÍA Y CONTROL SOCIAL.

solmariTesis15 de Marzo de 2013

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1. POLICÍA Y CONTROL SOCIAL.

El uso del término control social es relativamente reciente, pues fue utilizado por primera vez en 1910 por el sociólogo norteamericano E. Ross.

La policía, como parte integrante del conjunto de elementos sociales que es, tiene que ser considerada un agente profesional especializado en la defensa global de la calidad de vida de la colectividad. Desde esa perspectiva constituye el vértice de la pirámide de autoprotección social y puede ser un generador de conciencia cívica.

Tradicionalmente el policía ha sido considerado un mero ejecutor del control social. Su misión ha consistido primordialmente en proteger la sociedad de cualquier alteración del orden. No es hasta muy recientemente cuando se ha empezado a considerar una profesión.

Modernamente, a la vieja concepción meramente represiva se incorporó la idea de la policía preventiva. La policía tiene que prevenir las situaciones antisociales con su presencia en la calle, su vigilancia y su efecto disuasorio permanente. La policía tiene que poner todos los medios a su alcance para proteger a la colectividad, si es necesario actuando contra los miembros que alteren la buena convivencia, pero especialmente contribuyendo a evitar, dentro de sus competencias, estos actos contrarios al orden social. La represión es en este contexto una herramienta, pero nunca un fin de sí misma.

El papel de la policía hoy no se limita a la persecución del delincuente, sino que la mayor parte de su labor (cerca del 80% según algunos autores) se dedica a actividades no directamente relacionadas con la legislación penal. La mayoría de estas acciones son para informar y asistir al ciudadano, o colaborar con la vida social, evitando aquellas conductas que alteren el normal desarrollo de la convivencia. Todas estas conductas tienen que englobarse bajo el concepto de actos incívicos.

Podemos calificar los actos incívicos en función del perjuicio material que causan a la colectividad, aunque para quien realiza el acto incívico su objetivo es conseguir su propia comodidad y conveniencia sin importarle el precio que los otros tengan que pagar para ello.

Los actos incívicos tienen un factor común: la falta de solidaridad, que no es patrimonio exclusivo de una clase, estamento o grupo social, por lo que tampoco es posible establecer una clasificación entre personas cívicas y personas incívicas. Así pues, la policía interviene constantemente en situaciones de conflicto, pero que no forzosamente tienen que ser constitutivas de delito. La acción policial será preventiva si consigue que el presunto infractor asuma como una cosa propia la necesidad del comportamiento cívico. Es decir la policía tienen que actuar como un auténtico educador cívico.

La sociedad actual, es una sociedad en conflicto, y la policía recoge la mayoría de las contradicciones sociales. La sociedad actual pide a la policía que actúe ante cualquier presencia molesta o incómoda. Vagabundos pedigüeños, niños alborotadores, perros abandonados, gitanos molestos, jóvenes de litrona, locos, borrachos, prostitutas, personas drogándose, etc. Todos ellos son materia policial.

La demanda de control social a la policía se centra mayoritariamente en la pequeña delincuencia, el gamberrismo y los actos molestos más cotidianos.

La policía ha de atender estos pequeños conflictos diarios sin por ello abandonar la persecución del crimen organizado, los delitos económicos o el delito más sofisticado. La policía de base deberá ejecutar todas esta tareas, para ello ha de estar integrado plenamente en la sociedad y detectar aquellas actividades que más perjudican la buena convivencia de la colectividad. La delincuencia más organizada o más sofisticada ha de quedar para los grupos policiales más especializados.

En un estado democrático la función de la policía no tienen que estar limitada

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