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PROBLEMAS URBANOS CONTEMPORANEOS


Enviado por   •  11 de Diciembre de 2013  •  2.238 Palabras (9 Páginas)  •  364 Visitas

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CARACTERISTICAS DEL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI

La economía venezolana se caracteriza por una condición rentística basada en la

dependencia de la producción petrolera. El Estado mantiene el control de la

industria petrolera, la cual sirve de palanca para la actuación del resto de los

actores económicos.

La burguesía evolucionó a la sombra del Estado petrolero y aún encuentra formas

de apropiarse de la renta, bien sea a través de medios indirectos como la

especulación, como a través de beneficios públicos (contratos, créditos, compras

del Estado, etc.). Pero en la actualidad ve limitada su nivel de rapacidad producto

de las políticas revolucionarias.

Ciertamente, la revolución ha venido cerrando la brecha entre ricos y pobres,

distribuyendo la renta petrolera a los sectores excluidos del pasado a través de

políticas públicas que han generado un elevado impacto positivo..

La agricultura aún no logra los niveles de desarrollo mínimos para adelantar un

modelo de independencia económica, pese a los impresionantes esfuerzos del

gobierno revolucionario en materia de recuperación de tierras al latifundio, en

gestión de créditos, en subsidios, en dotación de infraestructura agrícola como la

vialidad, silos, y sistemas de riego. Todavía la revolución sigue siendo altamente

vulnerable desde la perspectiva de la soberanía alimentaria.

BASES FILOSOFICAS DEL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI

Una organización liberal regional que se define “ortodoxa”, ha incorporado recientemente a su nombre el adjetivo Siglo XXI identificatorio de nuestra propuesta, lo que es una contradicción por que si es ortodoxa es siglo XIX, y porque nuestra propuesta liberal, al contrario, está adjetivada precisamente porque incorpora la idea cristiana de enseñar a pescar al que pueda aprender pero sin olvidar que hay que dar el pescado al que no pueda, pues no podemos obviar la realidad de nuestros pueblos latinoamericanos inmerso en una pobreza atroz producida por la ignorancia, la superstición, el fanatismo y el miedo.

Por ello es imperativo que el Estado asuma de manera puntual la responsabilidad en materias tan fundamentales para el desarrollo del individuo como la salud y la educación, entendida como la preparación del individuo para el ejercicio de la libertad y de la productividad, respetando los derechos de los demás a ejercer lo suyo; además de convertirse en un instrumento de captación de la inversión extranjera, y para ampliar nuestro mercados, diversificando nuestra economía, con la finalidad de generar empleo, asumiendo “empleo” como la actividad laboral con salario justo, lo que incluye beneficios contractuales y prestaciones sociales; estabilidad laboral y que genere movilidad social; filosofía que tomamos en cuenta a la hora de emprender la labor de dotar de argumentos político/sociales nuestra propuesta, que tiene a la persona humana como centro de toda su actuación e inversión.

Aclarado este punto, es preciso repetir cuáles son los valores nucleares del liberalismo Siglo XXI, cuya visión de la igualdad, coincidiendo plenamente con la de Bolívar, es ante la ley, porque la naturaleza nos hace diferentes y por ello es necesario que un instrumento político nos confiera una igualdad artificial para evitar el abuso y la arbitrariedad; y del individuo, como sujeto de formación y de derechos, cuyo desarrollo a través del trabajo, el estudio y la responsabilidad es la base del progreso general, es decir del bien común. Son cuatro los valores sustantivos de esta premisa política que enfrenta la amenaza dictatorial “comunal” que el gobierno llama eufemísticamente “Socialismo siglo XXI”: La libertad (que, aunque la consideramos por encima de la igualdad, es equilibrada por la Constitución y las leyes precisamente porque produce desigualdad, para no causar daños a terceros ni a los menos favorecidos por la naturaleza y la fortuna), la ética, el pluralismo y la tolerancia.

Libertad

El común suele desvalorizar lo que le es cotidiano, sin percibir que es heredero de las luchas de sus antecesores que dieron vida, libertad o exilio para lograr que las nuevas generaciones disfrutaran de valores de desarrollo que ellos no conocieron.

Así pasa con el valor libertad. ¿Para qué libertad?, preguntan, cuando confieren mayor importancia a los derivados de ese valor, que también perderán irremediablemente al perderse la libertad. Es el problema de la ignorancia, no define, y por lo tanto no puede conceptuar, y toma por decisiones personales lo que en realidad son inducciones de sus preferencias emocionales. Pero como el hombre es él y sus decisiones, si éstas son desacertadas, las consecuencias son catastróficas para sí, como individuo y para toda la sociedad.

La sola palabra “masa” debiera ser un alerta de peligro para el individuo, pero en su ignorancia la confunde con unidad de desposeídos en busca de “justicia”: Individuo es, por lo tanto, para ellos, sinónimo de codicia, y masa de solidaridad. Por lo tanto hay que mutilarle al individuo su conciencia inteligente y sustituirla por una colectiva en la que no sólo se disuelve su responsabilidad y su conciencia sino también su posibilidad de desarrollo.

Los que consideramos el valor libertad como supremo, hablamos de sociedad, y en la medida en que el individuo pueda desarrollar con plenitud sus potencialidades, con plena racionalidad social, esa sociedad, llamada entonces de bienestar, será más justa, equitativa y evolutiva. Pero eso solamente puede lograrse en libertad.

Las constituciones liberales han logrado conciliar el sometimiento a las leyes con el disfrute de la libertad plena, al señalar que el ciudadano tiene derecho a hacer todo aquello que no le esté expresamente prohibido, y esto se reduce al respeto al derecho de los demás, a la norma sobre el uso de los bienes colectivos o públicos, y a los delitos. Esta leyes, dictadas por la misma sociedad para la

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