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PROYECTO DE DEPORTE ADAPTADO

Clarïs ZambranoResumen19 de Diciembre de 2021

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UNIVERSIDAD TÉCNICA DE MANABÍ

FACULTAD DE FILOSOFÍA, LETRAS Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN

ESCUELA DE PEDAGOGÍA EN LA EDUCACIÓN FÍSICA Y DEPORTE

DOCENTE:

MSC. JUAN ENRIQUE CHILA VELÁSQUEZ

ESTUDIANTE:

CLARA AZUCENA ZAMBRANO CAPUTI

CÁTEDRA:

PROYECTO DE DEPORTE ADAPTADO

NIVEL:

QUINTO

PARALELO:

“B”

INTRODUCCIÓN

Hoy en día nadie duda el gran papel que juegan las actividades físicas y deportivas en la mejora de la calidad de vida de las personas, como promueven organismos internacionales como la (American College of Sport Medicine, 1999) o la (OMS & RAMÍREZ ESTÉVEZ, 2010). Estos exponen que el ejercicio físico realizado de forma regular y sistemática repercute de manera positiva en la salud, ayuda a prevenir las enfermedades no transmisibles (enfermedades cardiovasculares, el cáncer y la diabetes), reduce el riesgo de hipertensión, mejora la salud ósea y funcional, mejora el estado muscular y cardiorrespiratorio.

Desde el punto de vista psicológico, el realizar ejercicio físico de forma regular ayuda a sentir mayor grado de salud, menor nivel de estrés y mejor estado de ánimo (Jiménez, 2008).

En la misma línea, (Dosil, 2008) expone que la revisión de literatura especializada en este tema corrobora la relación existente entre la práctica de ejercicio y una mejora del estado de ánimo de la persona. Las actividades físicas y deportivas juegan un papel muy importante en el desarrollo de las personas con discapacidad intelectual, permitiéndoles canalizar mejor sus instintos, mejorar su personalidad, superar con mayor facilidad las dificultades de relación con su entorno, con la familia y en relaciones sociales. De ahí la necesidad de prescribir un programa de ejercicios físicos adaptados para paliar el sedentarismo que muchos presentan e incidir en su calidad de vida.

La participación en programas deportivos y el establecimiento de una actividad física regular es una de las mejores vías para aceptar y superar una discapacidad (Segura, 2000). En una sociedad que cada vez está más orientada a la integración, la promoción de la salud y la calidad de vida, plantearse el acceso a la práctica deportiva de las personas con discapacidad es una realidad que se tiene que abordar y fomentar.

Uno de los beneficios de la actividad física en estos colectivos es evitar el sedentarismo y la obesidad, como por ejemplo en el síndrome de Down. Los beneficios cardiovasculares también están probados en discapacidades físicas y psíquicas, así como la evitación de problemas no deseados como contracturas, sobrecargas, atrofias musculares entre otras (Simard, 2003).

Aunque la literatura muestra que las personas con discapacidad intelectual tienen un elevado riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares y problemas como la obesidad, algunos estudios recientes ponen de manifiesto que estas personas tienen una menor forma física en comparación con la población general y que los niveles de práctica son considerablemente más bajos (Pitetti, Yarmer, & Fernhall, 2000). Asimismo, dos terceras partes de los adultos con discapacidad intelectual no realizan actividad física que se considere suficiente para mejorar su condición de salud (Temple, Frey, & Stanish, 2006). Este hecho es debido a que las opciones y accesos a programas de actividad física de la comunidad son generalmente limitados (Draheim, Williams, & McCubbin, 2002).

DESARROLLO

La Educación Especial en las Personas con Discapacidad Intelectual.

La Educación Especial tal y como se concibe forma parte de la pedagogía, vinculada a la educación en general y a la atención de los alumnos con necesidades educativas especiales, comenzando a sentar sus pilares en la segunda mitad del siglo XIX y afianzándose durante el primer tercio del siglo XX (Rios, 2003). Contextualizada dentro del marco de las ciencias de la educación destaca como característica fundamental el carácter de intencionalidad educativa (Sola, 2009).  

Por su parte, la (Salud, 2011) expone cómo la discapacidad forma parte de la condición humana, casi todos los individuos en cierto momento de sus vidas padecerán una discapacidad temporal o permanente, por lo que se debe dar respuesta y solución a esta realidad.

(Verdugo, 2013) habla de la existencia de distintos modelos conceptuales para explicar la discapacidad, entre otros, el modelo biopsicosocial, que se centra más en los aspectos sociales de la propia discapacidad, sin obviar las características del propio individuo y, el modelo de apoyos y calidad de vida, que es la forma de entender la discapacidad de la persona.

Con relación al concepto de deficiencia mental, (Maistre, 1981) comenta la importancia de las personas con discapacidad intelectual el optimizar su destreza en el terreno de la comunicación, la adaptación social y su autonomía, por lo que se está renunciando al criterio psicométrico y acudiendo a otros como el criterio psicosocial, es el que más gusta a las corrientes pedagógicas, valora más las posibilidades del sujeto y su orientación.

El concepto de retraso mental, según (Verdugo, LA EDUCACIÓN FÍSICA EN LOS CENTROS OCUPACIONALES, 1997) ha variado según el momento histórico al que se haga alusión. En la Europa medieval las personas con esta tara eran utilizadas como bufones o acusadas por estar poseídas por fuerzas malignas. En la cultura oriental, en opinión de Confusio, se les daba un trato humano y, en el período de la Revolución Industrial, se las excluyó en gran medida del mundo laboral.

“Retraso mental se refiere a un funcionamiento intelectual general significativamente inferior a la media (C. I. menor a 70); coexiste con limitaciones en dos o más, de las siguientes áreas de habilidades de adaptación: comunicación, autocuidado, vida en el hogar, habilidades sociales, utilización de la comunidad, autodirección, salud y seguridad, habilidades académicas funcionales, tiempo libre y trabajo. El retraso mental ha de manifestarse antes de los 18 años.”

Hoy en día, el término más utilizado es discapacidad intelectual, al respecto (Verdugo, LA EDUCACIÓN FÍSICA EN LOS CENTROS OCUPACIONALES, 2013) destaca que dicho concepto es menos ofensivo para las personas con discapacidad y más coherente con la terminología internacional.: “La discapacidad intelectual se caracteriza por limitaciones significativas en el funcionamiento intelectual y en la conducta adaptativa tal y como se ha manifestado en habilidades adaptativas conceptuales, sociales y prácticas. Esta discapacidad aparece antes de los 18 años”.

Según manifiesta (Bautista, 1993, 2002) ha marcado un hito muy importante. En la historia de la Educación Especial en nuestro país, la gran aportación de este informe fue entender la educación como un continuum que va desde las actuaciones educativas más singulares a las más específicas, según las necesidades educativas de cada alumno/a. A partir de aquí, surge el término de necesidades educativas especiales, y la Educación Especial se concibe como el conjunto de recursos materiales y personales puestos a disposición del sistema educativo para dar soluciones a determinados alumnos. Por su parte (Martínez, 2002), comenta que dicho informe ha sido el acicate para conseguir mejores recursos, estrategias y adaptaciones para lograr que los alumnos se beneficien lo más posible de la oferta educativa y poder lograr cotas mayores en sus aprendizajes.

(González, 2003) nos da una definición que consideramos apropiada para definir la educación de los alumnos con necesidades educativas especiales: “la atención educativa prestada a los niños y adolescentes que presentan algún tipo de minusvalía física, psíquica o sensorial o que están en situación de riesgo social o en situación de desventaja por factores de origen social, económico o cultural, que no les permite seguir el ritmo normal del proceso de enseñanza – aprendizaje.”

Posteriormente aparece el concepto de atención a la diversidad, (Ruiz, 2004), argumenta que para tener unos buenos cimientos de cara al futuro, se debe educar en valores y, favorecer una educación integradora y normalizadora. Un recurso fundamental para dicha educación integradora, como plantea (Ríos, 2007) son los juegos sensibilizadores y el juego motor incidiendo en la formación integral del alumnado, con el propósito de enriquecer cuantitativa y cualitativamente la motricidad de las personas con discapacidad intelectual.

Otro de los conceptos relacionados es el de integración (Ainscow, 1995) relata que la integración es una aspiración para lograr en el futuro, donde los alumnos con necesidades educativas especiales suelen asistir a la escuela pública de su localidad con la finalidad de ofrecer una respuesta educativa adecuada a todo el alumnado.

Un término relacionado con el anterior es el de normalización, ambos conceptos, según (Verdugo, LA EDUCACIÓN FÍSICA EN LOS CENTROS OCUPACIONALES, 1994), persiguen incrementar la independencia, la productividad y la integración comunitarias. “Toda persona independientemente de su discapacidad, es capaz de aprender y enriquecerse en su desarrollo humano; tiene la misma dignidad, derechos humanos y derechos que el resto de los ciudadanos; tiene derecho a decidir, a asumir riesgos y a que se les respete en sus diferencias individuales”.

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