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Paradigma De La Generación Espontanea

interamaury23 de Febrero de 2015

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Introducción

Paradigma del griego paradeigma formada del prefijo para- (junto) y de deigma-(modelo, ejemplo) el cual proviene de deiknynai – (mostrar), esta palabra se usa para denominar elementos que siguen algún diseño o modelo.

Otro uso más moderno para la palabra paradigma es referirse a lo filtros que impone nuestro cerebro. Es decir a las suposiciones, conceptos, valores y previa experiencia con las que miramos las cosas.

El físico y filósofo Thomas Kuhn, acuño esa nueva interpretación de la palabra y el término “cambio de paradigma” en su libro “La estructura de las revoluciones científicas”.

Según Kuhn, una revolución científica es un cambio tan grande que el paradigma anterior ni siquiera se puede comparar con el paradigma nuevo.

Los paradigmas se encuentran en constante cambio, cambios que son inevitables, pero lo más interesante de todo esto es cuestionar y cambiar los paradigmas, como lo han hechos los grandes científicos tales como Galileo Galilei, Copérnico etc., que rompieron con lo establecido.

En este trabajo se analizará uno de los grandes paradigmas que han sido reemplazados: la Teoría de la Generación Espontánea.

Pero realizar el cambio de paradigma no fue nada fácil pues tuvieron que pasar siglos así como intervenir gran cantidad de científicos, para comprobar que esta teoría era incorrecta. Se dieron los primeros pasos firmes en contra de esta teoría hasta el siglo XIX, cuando el científico francés Louis Pasteur, con un sencillo experimento, logró por fin demostrar que no existía la generación espontánea.

La parte más importante a considerar es que los protagonistas atentaban contra las cuestiones “científicas” establecidas hasta ese momento, estos grandes hombres tuvieron que dar muchas batallas para echar abajo el paradigma establecido, cuestionaron los mandamientos más arraigados en la ciencia y le dieron un giro de 190 °.

Paradigma

Teoría de la generación espontanea

La teoría de la generación espontánea (también conocida como arquebiosis o abiogénesis) es una antigua teoría biológica que sostenía que ciertas formas de vida (animal y vegetal) surgen de manera espontánea a partir ya sea de materia orgánica, inorgánica o de una combinación de las mismas. Sus orígenes se remontan a hacía mediados del siglo IV A.C., Aristóteles postula su teoría, al observar moscas naciendo de carne descompuesta, y gusanos saliendo del barro.

La teoría de la generación espontánea se sustentaba en la observación superficial de procesos naturales como por ejemplo la putrefacción. Es así como se explicaba que de un trozo de carne descompuesta apareciesen larvas de mosca, gusanos del fango, organismos de los lugares húmedos y aún ratones. Generalmente se aplicaba a insectos, gusanos o seres pequeños.

Uno de los hombres que se cuestionó el origen de la vida fue el filósofo griego Aristóteles, quien creía que la vida podría haber aparecido de forma espontánea. La hipótesis de la generación espontánea aborda la idea de que la materia no viviente puede originar vida por sí misma. Aristóteles pensaba que algunas porciones de materia contienen un "principio activo" y que gracias a él y a ciertas condiciones adecuadas podían producir un ser vivo.

Este principio activo se compara con el concepto de energía, la cual se considera como una capacidad para la acción. Según Aristóteles, el huevo poseía ese principio activo, el cual dirigir una serie de eventos que podía originar la vida, por lo que el huevo de la gallina tenía un principio activo que lo convertía en pollo, el huevo de pez lo convertía en pez, y así sucesivamente. También se creyó que la basura o elementos en descomposición podían producir organismos vivos, cuando actualmente se sabe que los gusanos que se desarrollan en la basura son larvas de insectos.

Aristóteles llega a la conclusión de que la vida puede ser generada espontáneamente a partir de materia inerte. Dicha afirmación es aceptada y no cuestionada por la humanidad por mucho tiempo originándose el paradigma

La hipótesis de la generación espontánea fue aceptada durante muchos años y se hicieron investigaciones alrededor de esta teoría con el fin de comprobarla.

En siglo 1 A.C. Diodoro Siculo daba como seguro que el limo del Nilo, calentado por el sol podía generar animales de “extraordinario tamaño”.

Virgil (70 -19 A.C.) daba instrucciones para la propagación artificial de abejas.

Un naturalista belga, Jan Baptiste van Helmont, partidario de esta idea, realizó una experiencia para demostrar la existencia de este fenómeno y la registró de esta manera en Ortus Medicinae, en 1667. "... Las criaturas como los piojos, las garrapatas, las pulgas y los gusanos son nuestros miserables huéspedes y vecinos, pero nacen de nuestras entrañas y excrementos. Porque si colocamos ropa interior llena de sudor con trigo en un recipiente de boca ancha, al cabo de veintiún días el olor cambia, y el fermento, surgiendo de la ropa interior y penetrando a través de las cáscaras de trigo, cambia el trigo en ratones. Pero lo que es más notable aún es que se forman ratones de ambos sexos y que éstos se pueden cruzar con ratones que hayan nacido de manera normal... pero lo que es verdaderamente increíble es que los ratones que han surgido del trigo y la ropa íntima sudada no son pequeñitos, ni deformes ni defectuosos, sino que son adultos perfectos...”. Esta experiencia resultó un evento muy interesante en la historia de la ciencia. A pesar de que las condiciones experimentales no estaban controladas y no había prueba de que los eventos descritos por van Helmont de hecho ocurrieran, este trabajo apoyó la idea de la generación espontánea. Tendrían que pasar más de muchos años para llegar a la refutación final de la idea de la generación espontánea.

La refutación de la idea de la generación espontánea de los gusanos (Francisco Redi)

Pasada ya la primera mitad del siglo XVII, la idea de la generación espontánea todavía seguía presente en las mentes de muchos pensadores. En 1668, el toscano Francisco Redi, médico y científico italiano, publicó un libro titulado "Experienze in torno de la generazione deg'Insetti" en el que planteó un experimento sencillo pero contundente para refutar las creencias acerca de la aparición súbita y espontánea de los seres vivos. La preocupación de Redi era investigar el origen de los gusanos que aparecían en la carne en descomposición. Para explicar si era cierta la noción de que los gusanos surgían por generación espontánea o si estos organismos tenían otro origen, Redi llevó a cabo un experimento en el que puso carne de serpiente recién muerta en un grupo de recipientes de boca ancha, algunos con tapas, algunos cubiertos con una tela delgada y otros abiertos, y observó que las larvas solamente aparecían en los frascos abiertos. La explicación fue que los gusanos aparecían sólo en los frascos en los que las moscas podían entrar y depositar sus huevos. El experimento de Redi fue modelo en su época ya que, si bien no controló todas las variables, fue el primer estudio experimental en el que un naturalista utilizó los llamados "testigos". Los resultados de Redi no fueron generalizados a otros organismos más pequeños, pero su experimento sentó las bases para una extensa polémica sobre la generación espontánea de los seres vivos en años subsiguientes.

Los descubrimientos de Redi tuvieron el efecto de desacreditar la teoría de la generación espontánea para los animales y plantas.

El biólogo holandés, Anton Van Leeuwenhoek, perfecciona, en 1675, años después del experimento de Redi, un microscopio simple y con el examina una gota de agua de estanque y descubre una variedad de pequeñas criaturas a las que denomino “animálculos”, Aparentemente, sólo era necesario poner sustancias en descomposición en un lugar cálido durante un corto período y las minúsculas "bestias vivas" aparecían bajo la lupa ante los propios ojos. Al menos así pensaba van Leeuwenhoek. Van Leewenhoek no pertenecía al círculo de científicos y sus hallazgos fueron aceptados, aunque con cierta reticencia. Sin embargo, tenía algunos defensores y sus observaciones y experiencias fueron tan impactantes que finalmente fue aceptado como miembro de la Royal Society.

Este hecho dio esperanza a la teoría de la generación espontánea.

De modo que aunque se aceptó la continuidad de la vida en cuanto sus formas superiores, no todos estaban dispuestos a admitir el más amplio “Omne vivum ex vivo” ("Toda vida es de vida") aplicado a los microrganismos.

1748. Un ardiente debate sobre la generación espontánea (Needham y Spallanzani)

A mediados del siglo XVI, la vieja idea de la generación espontánea todavía gozaba de buena aceptación en algunos círculos científicos. A pesar de que la generación espontánea había sido refutada, al menos para el caso de los gusanos, el origen súbito de los microorganismos había resurgido con el advenimiento de microscopios mejorados. Así, en 1748, todavía era una explicación posible para el origen de los seres vivos. Tanto era así que aún provocaba encendidas discusiones entre los científicos partidarios y detractores de esta explicación sobre el origen de nuevos seres vivos.

John Needham, un naturalista inglés, y el investigador italiano Lázaro Spallanzani sostuvieron

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