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Pedagogía


Enviado por   •  13 de Noviembre de 2013  •  1.631 Palabras (7 Páginas)  •  188 Visitas

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Instrucción sobre la disciplina según Marcelino Champagnat

Consejos, lecciones, máximas y enseñanzas de San Marcelino Champagnat para apreciar la disciplina, su dignidad e importancia y del cómo adquirir la autoridad con los alumnos.

CAPÍTULO XXXIX

INSTRUCCIÓN SOBRE LA DISCIPLINA

Un jueves salimos de excursión por los montes del Pilat. Tras haber habla. do de muy distintos temas, los hermanos más formales se pusieron a discutir sobre los medios de atraer a los niños a la escuela y aficionarlos al estudio.

Lo que mejor resultado me da afirmó uno son las recompensas. Con un punto bueno, una estampa, una remisión, consigo lo que quiero de los niños y me comprometería a llevarlos al cabo del mundo.

Pues a mí continuó otro la emulación me parece el medio más adecuado: en cuanto se logra establecerla, ya no les cuesta nada el trabajo a los niños, el estudio les resulta ameno y se entregan gustosos a él.

Yo opino añadió el tercero que las dotes del profesor y su abnegación valen más que todo eso.

Pues yo creo hubo quien replicó que para atraer a los niños a la escuela, no hay nada tan bueno como las hermosas muestras de caligrafía y los diseños lindamente perfilados.

Entonces, el venerado padre, que había estado escuchando la discusión, nos dijo:

Todos esos recursos son buenos, pero no bastan, ni aun empleándolos todos a la vez, si no están sostenidos y reforzados por una disciplina a la vez recia y paternal.

Algunos de vosotros no tenéis el debido aprecio de la disciplina, ni comprendéis bien su dignidad e importancia. Es más, hay quien se imagina que aleja de la escuela a los niños, cuando es lo contrario: la experiencia está demostrando cada día que un centro escolar en el que reina un orden perfecto, gusta a los niños y se gana el aprecio de los padres. Es natural: el orden agrada a todo el mundo, y a nadie agrada el desorden. Los niños están contentos y se hallan a gusto en una escuela donde hay disciplina, mientras sufren y aborrecen el estudio en una clase desordenada. En las aulas, la carencia de disciplina es igual que la pasión dominante en las personas: origen de todos los males, causa directa o indirecta de todas las faltas que se cometen. La falta de disciplina compromete o, más bien, desbarata todos los demás medios de conquistar a los niños para Dios y atraerlos a la escuela.

La disciplina, en mi opinión, es tan necesaria que, sin ella, no hay instrucción ni educación posibles. Por eso Platón, aun siendo pagano, llegó a decir que toda la fuerza y el éxito de la educación estriban en una disciplina bien ordenada.

Expongamos ahora brevemente los felices resultados de la disciplina:

1. Es gloria y prez de un centro de educación y le atrae alumnos. La gente se deja cautivar fácilmente por las cosas exteriores, y juzga de la educación de una escuela por la disciplina que en ella observa. Una disciplina vigorosa llama la atención y gusta a todo el mundo, gana la estima y confianza del público, y basta a menudo ella sola para dar fama a la escuela y atraerle alumnos.

2. Es prenda de instrucción sólida y adelanto, pues guarda las buenas costumbres de los niños y mantiene el orden y silencio en el aula; es acicate de la pereza por medio de la emulación que establece y el cuidado que pone en no permitir a ningún alumno el eludir los deberes comunes, y en asegurar el buen empleo del tiempo. La clase disciplinada y fiel al horario establecido es siempre una clase diligente, un plantel de alumnos ejemplares

3. Fomenta la piedad de los alumnos. Con tal fin vela por el cumplimiento de los deberes religiosos, exige que los niños estén con reverencia y recato durante la oración, que contesten clara y devotamente; destierra cualquier palabra o acto que pueda ofender a la fe, debilitar el respeto debido a la religión y la fidelidad a las prácticas de devoción cristiana.

4. Conserva la honestidad de los alumnos y, por ende, su salud corporal; al ejercer sobre ellos vigilancia continua y no dejarlos nunca solos, los preserva de las malas compañías, de la pereza, y los mantiene siempre ocupados.

5. Inspira a los niños buen espíritu, porque les hace reverenciar a los educadores, luchar contra los defectos y pasiones, y les infunde docilidad, confianza, amor recíproco y todas las virtudes que acompañan al espíritu de familia.

6. Previene las faltas de los alumnos y ahorra castigos. Cuanta más disciplina hay en un aula, menos penitencias hay que imponer a los niños. Los maestros más flojos de carácter y los que no quieren molestarse en mantener el orden mediante la vigilancia, la asiduidad y exacto cumplimiento de las normas reglamentarias, son los que maltratan a los niños.

7. Da temple a la voluntad del niño, y fuerza para resistir al mal y luchar contra las inclinaciones torcidas; le dispone para la práctica de la virtud, logra que adquiera el

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