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Pena De Muerte: Un Oprobio Que Todavía Existe


Enviado por   •  29 de Octubre de 2013  •  740 Palabras (3 Páginas)  •  187 Visitas

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Pena de Muerte: Un oprobio que todavía existe.

A continuación, hablaré sobre el tema de la Pena de Muerte, dando mis argumentos de por qué no tendría que aplicarse. Si bien muchas personas están a favor de este método, personalmente creo que la pena no es muy eficaz ni precisa. Coincidiendo con Ferrajoli en que “la historia de las penas es sin duda más horrenda e infamante para la humanidad que la propia historia de los delitos…” ya que se denota la macabra y perversa imaginación que tuvieron y tienen las mentes humanas para maquinar castigos tales como el empalamiento, la desmembración y las descuartizaciones, entre otras. También sorprende la morbosidad por estos actos ya que, en siglos anteriores, a la hora de ejecutar alguna persona, todo el pueblo asistía a presenciar la muerte de éste, insultándolo y arrojándole objetos, como vegetales y frutas. Estos días eran considerados, a su vez, como días festivos.

Otro argumento en contra seria que la pena de muerte viola el derecho a la vida que toda persona tiene, por más delitos que haya cometido, y que es el primer derecho de todos. Así lo expresa el artículo quinto de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes”. Además, la persona que cometido un crimen imperdonable tiene la oportunidad de reflexionar sobre ese error que cometió y como dice German B. Campos “Quienes rechazamos la pena de muerte decimos que el hombre no puede privar a otra la oportunidad de redimirse porque quitándole la vida le ciega la capacidad de cambiar”.

También se corre el riesgo de condenar a una persona inocente ya que la justicia nunca es exacta ¿Cómo arreglar el error de condenar y asesinar a la persona incorrecta? El juez que decidió aplicar la pena exigiría inmediatamente explicaciones a los encargados de investigar el delito y estos, a su vez, reclamarían a los que apresaron al supuesto acusado por no haberse cerciorado de su identidad y su responsabilidad por el crimen. Estos últimos tal vez recibirían una sanción, aunque muchas veces no es así. Además, muchas de las condenas erróneas estuvieron basadas en evidencia modificada por la policía, falta de conducta de los fiscales y jueces, quienes realizan malas investigaciones; falsas confesiones y errores de testigos. Hay casos muy famosos, varios acontecidos en los Estados Unidos, como por ejemplo: A Juan Meléndez, de Puerto Rico, le anunciaron que iba a ser ejecutado y, 17 años más tarde, tuvieron que pedirle disculpas: un testigo supuestamente clave admitió que había mentido al acusarlo. Otro caso fue el de Joaquín Martínez, español, quien evitó que le colocaran una inyección letal ya que el día anterior a su ejecución se descubrió que el proceso en su contra había estado basado en pruebas falsas, fabricadas por la policía. Un último

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