Pena De Muerte: Un Oprobio Que Todavía Existe
Sole059629 de Octubre de 2013
740 Palabras (3 Páginas)225 Visitas
Pena de Muerte: Un oprobio que todavía existe.
A continuación, hablaré sobre el tema de la Pena de Muerte, dando mis argumentos de por qué no tendría que aplicarse. Si bien muchas personas están a favor de este método, personalmente creo que la pena no es muy eficaz ni precisa. Coincidiendo con Ferrajoli en que “la historia de las penas es sin duda más horrenda e infamante para la humanidad que la propia historia de los delitos…” ya que se denota la macabra y perversa imaginación que tuvieron y tienen las mentes humanas para maquinar castigos tales como el empalamiento, la desmembración y las descuartizaciones, entre otras. También sorprende la morbosidad por estos actos ya que, en siglos anteriores, a la hora de ejecutar alguna persona, todo el pueblo asistía a presenciar la muerte de éste, insultándolo y arrojándole objetos, como vegetales y frutas. Estos días eran considerados, a su vez, como días festivos.
Otro argumento en contra seria que la pena de muerte viola el derecho a la vida que toda persona tiene, por más delitos que haya cometido, y que es el primer derecho de todos. Así lo expresa el artículo quinto de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes”. Además, la persona que cometido un crimen imperdonable tiene la oportunidad de reflexionar sobre ese error que cometió y como dice German B. Campos “Quienes rechazamos la pena de muerte decimos que el hombre no puede privar a otra la oportunidad de redimirse porque quitándole la vida le ciega la capacidad de cambiar”.
También se corre el riesgo de condenar a una persona inocente ya que la justicia nunca es exacta ¿Cómo arreglar el error de condenar y asesinar a la persona incorrecta? El juez que decidió aplicar la pena exigiría inmediatamente explicaciones a los encargados de investigar el delito y estos, a su vez, reclamarían a los que apresaron al supuesto acusado por no haberse cerciorado de su identidad y su responsabilidad por el crimen. Estos últimos tal vez recibirían una sanción, aunque muchas veces no es así. Además, muchas de las condenas erróneas estuvieron basadas en evidencia modificada por la policía, falta de conducta de los fiscales y jueces, quienes realizan malas investigaciones; falsas confesiones y errores de testigos. Hay casos muy famosos, varios acontecidos en los Estados Unidos, como por ejemplo: A Juan Meléndez, de Puerto Rico, le anunciaron que iba a ser ejecutado y, 17 años más tarde, tuvieron que pedirle disculpas: un testigo supuestamente clave admitió que había mentido al acusarlo. Otro caso fue el de Joaquín Martínez, español, quien evitó que le colocaran una inyección letal ya que el día anterior a su ejecución se descubrió que el proceso en su contra había estado basado en pruebas falsas, fabricadas por la policía. Un último acontecimiento fue el del estadounidense Frank Lee Smith, con la excepción de que cuando un examen genético probó que era inocente él ya había muerto de cáncer en la cárcel.
Un último argumento en oposición a la pena capital seria que siempre va a ser en desventaja del penado, como dijo Ferrajoli “… el delito puede ser una violencia ocasional y a veces impulsiva y obligada, la violencia infligida con la pena es siempre programada, consciente, organizada por muchos contra uno”. Además, el acusado, con el simple hecho de saber que en cualquier momento su vida puede llegar a su fin, sufre un tormento emocional y psicológico, tanto que la perdida de la vida queda en segundo plano, dando paso al trastorno mental. Mejor lo describe Albert Camus: “El miedo devastador, degradante, que se impone durante meses o años al condenado es una pena más terrible que la muerte, y que no ha sido impuesta al victima (…) Saber si uno va a morir no es nada, el terror y la angustia esta en no
...