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Pensamiento De Torres Bodet

nenita152815 de Enero de 2014

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PENSAMIENTO DE TORRES BODET

Existen dos grandes momentos en los que se basa este análisis del pensamiento humanista de Torres Bodet, el primero es el trabajo desarrollado para cambiar el sentido socialista del artículo tercero de la Constitución Mexicana al final del primer periodo como secretario de Educación Pública y, el segundo momento es cuando Torres Bodet está al frente de la dirección de la UNESCO.

En 1946, en la última fase de su mandato como Secretario de Educación Pública, Torres Bodet propuso realizar un anhelo, que como lo confiesa en sus memorias, desde el inicio de su administración en diciembre de 1943 tenía en mente al igual que el presidente Manuel Ávila Camacho: la reforma del Artículo 3º que garantizaba que la educación que impartiera el Estado debía ser socialista.

Así, lo que vemos en el texto del artículo tercero "socialista" de 1934, es que de entrada aparece la adjetivación de "... la educación que imparta el Estado será socialista, y además de excluir toda doctrina religiosa combatirá el fanatismo y los prejuicios, para lo cual la escuela organizará sus enseñanzas y actividades en forma que permita crear en la juventud un concepto racional y exacto del universo y de la vida social" [Solana, 1981: 274].

Por el contrario, la noción de educación a la que hará referencia Torres Bodet , alude principalmente a un cambio en la concepción que se marcaba en el Artículo 3º de la Constitución, de 1934. Ya no será una educación dirigida a un fin específico o para un sector de la sociedad en particular, sino que se refleja una concepción de educación que se caracteriza principalmente por la formación moral del individuo, encaminada hacia el bien y la justicia. Más que una somera tarea de ilustración, o la simple habilitación de oficios y profesiones por el carácter de emergencia que vive el país, se piensa que la educación que logre la "unidad nacional" será aquella que "... valora nuestra propia alma, estime la eficiencia de las virtudes y reconozca el lastre de los defectos" [Torres Bodet, 1948: 125].

También, alude ésta noción a pensar la educación como un bien social de derechos y obligaciones en el que los intereses particulares o de grupo se subordinen a los de la comunidad y de la Patria. Esta subordinación estará justificada en el sentido de que los valores y las virtudes que el individuo va a adquirir en su formación integral, es decir en su educación, provienen de la Patria puesto que no se improvisan, sino que se forjan en los hogares y en la escuela, por lo que ésta debe estar fuera de "tempestades políticas".

Estas tres características de la educación: la formación del individuo en su integridad, la aptitud para el bien, y su correspondencia social de derechos y obligaciones, permite pensar a Torres Bodet a la enseñanza como el "modelaje" del individuo, en donde las materias primas son los alumnos; y

... los elementos que le dan cohesión, son los valores, el equilibrio de la libertad, la capacidad para apreciar, la enseñanza a querer la vida en lo generoso y lo verdadero, para el logro del hombre libre o lo que es lo mismo, la creación de la personalidad responsable, enérgica, valerosa, con rigor en las pasiones y la valentía en las pasiones injustas contra los demás. Si la enseñanza se da de esta manera, la educación realizaría su fin último que es la defensa de los principios de justicia, paz y libertad [Torres Bodet, 1948: 230].

Los postulados que el concepto de educación propuesto por Torres Bodet se encuentran inmersos en un ámbito que debe retomarse de la necesidad que él prevé de cambiar el sentido de la educación.1 Esta necesidad de cambio, se ve reforzada por la presencia de nuevos horizontes referenciales "externos", como lo fue la realización de la Conferencia en la que se creó la UNESCO como un organismo internacional de apoyo a la educación, la ciencia y la cultura de los pueblos al terminar la segunda guerra mundial.

La educación para Torres Bodet debía estar cimentada sobre todo en valores generales que en lugar de separar a los mexicanos, los hicieran sentirse aludidos por igual. Así lo expresa en su primera intervención pública al referirse al trabajo que se propone realizar al frente de la SEP, en busca de la "unidad nacional". Dice Torres Bodet: "... una prueba de fe en lo que se propone emprender la Dependencia que ha sido puesta a mi cargo; pero, más aún, en lo que unos y otros conseguiremos si trabajamos unidos, estrechamente, bajo el auspicio de los valores espirituales de solidaridad, de conciliación y de patriotismo que deben servirnos de guías en nuestra cruzada de educación" [Torres Bodet, 1948: 121].

Como se desprende de ésta cita, la educación para Torres Bodet se finca en valores espirituales generales que al mismo tiempo van a dar coherencia a las acciones de política educativa que emprenderá durante su administración.

Contrariamente a la idea del "combate de ideas y doctrinas", que se expresaba en el artículo socialista de la educación, el secretario de educación esta proponiendo una educación que permita con el trabajo de todos los mexicanos lograr la igualdad y la conciliación que no podían darse desde los tiempos de la Revolución Mexicana.

Por eso mismo, si la educación ha de unir en lugar de separar, piensa Torres Bodet que: "... hemos de hacer de la educación un baluarte inexpugnable del espíritu de México, habremos de comenzar por eliminar toda agitación malsana de sus recintos" [Torres Bodet, 1948: 121].

La educación debe entonces tener como uno de sus primeros requisitos el de englobar todo lo mejor del pueblo de México que son sus valores, para que la nación se vea unida y no exista la posibilidad de la división. Esta necesidad no es un capricho del gobierno en turno sino que desde la óptica de Torres Bodet, responde a los intereses más legítimos del pueblo. Él lo expresa de la siguiente manera: "Todos estos ideales y esos anhelos se oponen irremisiblemente a la dictadura de la violencia. No es sólo el gobierno, es el alma de nuestro pueblo la que reclama la urgencia de suscitar una educación encaminada hacia el bien y hacia la justicia. Es el alma de nuestro pueblo la que nos manda" [Torres Bodet, 1948: 123].

Ahora que si preguntamos de dónde se nutre el alma del pueblo, Torres Bodet contesta que de la cultura enraizada en "las humanidades greco-latinas y en la filosofía piadosa del cristianismo", que se hacen presentes en la vida de todos y por lo tanto, la educación inspirada en los valores debe responder a los requerimientos de la vida. Por eso mismo la norma que debe seguir la educación será: "... la de perfeccionar nuestra educación sin traicionar nuestras tradiciones, pero sin promover obstáculos insalvables a la renovación incesante del porvenir. Tendremos que rechazar los procedimientos que modelaban al individuo sin tomar en cuenta a la sociedad, para el sólo provecho efectivo de una casta, de un régimen o de un credo" [Torres Bodet, 1948: 124].

De esta manera, los esfuerzos y los ajustes que la educación experimente, estarán sustentados en los intereses del pueblo y responderán a ellos. No se privilegiará a un solo sector o facción sino que la educación como la piensa Torres Bodet será para todos, respetando los valores de todos. Por esto mismo, se piensa la educación como respetuosa de las creencias de todos los individuos, en la que:

La libertad de creencias es un principio indispensable y vital de la democracia. Precisamente porque así lo apreciamos, pondremos nuestro mayor empeño en acatarlo cumplidamente y consagraremos toda nuestra energía a velar porque los intereses organizados por las creencias no traten de minar esa libertad, que las leyes les aseguran, intentando luchar unas contraotras en nuestro seno e introduciendo subterráneamente en la estructura educativa de México esos gérmenes de discordia y de sectarismo que motivaron en el pasado tantos conflictos, tantos errores y tantos lutos [Torres Bodet, 1948: 125].

Como se desprende de la cita, para Torres Bodet la noción de educación se presenta problematizando el lugar que las creencias religiosas deben ocupar frente a la actividad educativa. No se pretende atacarlas, pero sí marcar que si bien se respetan y se tolera su práctica, se debe tener cuidado en que la educación permita la contaminación de actitudes que pongan en peligro la intención de unidad con que se ha empezado a caracterizar a esta actividad. Se respetan las creencias y se defiende su práctica pero al mismo tiempo se tiene cuidado en que el campo educativo no sea invadido por el campo religioso.

Con estas precauciones, es posible decir que para Torres Bodet la función de la educación es la de incorporar a los individuos a una vida plena en la que los distintos factores (religión, moral, política, etc.) se pongan en juego con el enlace de la "ilustración" y de la habilitación en ciertos oficios y profesiones. Él lo menciona de la siguiente manera:

... proclamamos que en nuestro país la educación ha de tratar de enseñarnos principalmente a valorar nuestra propia alma, a estimar la eficacia de sus virtudes y a reconocer el lastre de sus defectos, asimilando las calidades aprovechables, coordinando las diferencias irreductibles; civilizando, en una palabra, a los grupos que el aislamiento y el abandono han dejado a la zaga del progreso de las ciudades; dando a los centros urbanos interés por las poblaciones del interior; inculcando en unos y en otras el amor de lo autóctono, de lo nuestro y al mismo tiempo despertando en todos una vocación multiforme:

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