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Pequeña Cronica


Enviado por   •  3 de Septiembre de 2014  •  1.033 Palabras (5 Páginas)  •  169 Visitas

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Por decisión mía, y un poco por orden de mi madre, me encontraba allí. Una peluquería ubicada en un pasaje entre la séptima y la octava con calle 17 en el centro de Bogotá, su estilo clásico se ve desde la entrada del pasaje comercial, un cilindro giratorio de colores blanco, azul y rojo revelan que aquel lugar le gusta mantener las viejas costumbres de la peluquería, sobre todo en el estilo estadounidense. Al llegar a la puerta del lugar todo me parece encantador, las paredes de madera antigua pintada con un varsol brillante, ambientada con grandes ventanales que desde el pasaje deja ver un sitio único de la ciudad.

El olor a colonia antigua, de esas que son algo fuertes, inunda el lugar, si hecho una mirada rápida encuentro que el sitio tienen dos ambientes separados. Uno donde las únicas tres mujeres del establecimiento charlan alrededor de una sala de espera pequeña con una mesita en el centro llena de revistas y periódicos que se ven algo viejos, una caja registradora que se encuentra al lado derecho de ellas en un pedestal empotrado a la pared. Hacía el otro lado se encontraban los artistas, alrededor de 5 señores de avanza edad cada uno trabajando alrededor de una silla antigua de peluquería, todas hechas de cuero marrón con un armazón café y acabados plateados en las uniones metálicas, al frente tenían un espejo grande con un pequeño armario donde guardaban cada uno de sus implementos.

Uno de ellos, el que se ve más joven y lo noto porque es el menos canoso de los otros cuatro peluqueros, se me acerca. Me dice: señor, lo que se me hace extraño, me indica que lo siga a su respectiva estación de trabajo, ajusta la silla para que quede más baja debido a mi corta altura y me pide que me siente. ¿Qué tan corto quiere el cabello? Me pregunta, sonrío, lógicamente cualquiera pensaría que la causa más lógica de mi presencia allí, es precisamente mi cabello, es un desastre, a veces es una maraña, pero en otras ocasiones, se cree rebelde y le da por tomar forma, aunque ese no era el día. –No, quisiera que me arreglara la barba, por favor – El hombre sonríe y se le nota en los ojos que le hubiera gustado cortarme el cabello, y empieza a sacar sus implementos.

A pesar de su edad toma los implementos con decisión, parece un hombre pulcro y profesional por su forma pulida de vestir y peinarse, elegante con mancuernas en sus mangas y un peinado que se nota que lo trabaja a diario. De forma precisa pasa el aparato eléctrico por mi mentón y cuello, bajando tras cada pasada un poco más de mi barba, el sonido zumbante del aparato es molesto, lo bueno es que no demora mucho en este proceso. Lo siguiente me parece curioso, se va al fondo del local, cerca de las señoras en la sala de espera, y entra a un cuarto oscuro donde aparentemente lava una toalla, todo lo veo de reojo por el espejo que tengo al frente. Vuelve con una toalla que hecha vapor y me pregunta si está muy caliente,

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