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Personalidad Madura

Aldo2223 de Julio de 2013

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PERSONALIDAD MADURA

Ernesto Bolio y Arciniega

El hombre es un ser único. No hay dos personas exactamente iguales, aunque igual sea su esencia. De este rasgo de unicidad ha de brotar un profundo respeto por la persona. Es irrepetible. Nuestra vida pasa y no es posible repetir en el mismo contexto, en idéntica forma, nuestras acciones, nuestro modo de pensar, nuestras experiencias. Podemos, si hacer las mismas cosas, realizar las mismas acciones, pensar lo mismo, experimentar lo vivido, y, sin embargo nunca será exactamente igual: nosotros mismos, nuestro ambiente ya no es el mismo. De aquí nace el sentido de responsabilidad ante la vida.

El hombre es inacabado e inacabable. Sabemos que no somos seres terminados como lo puede ser un objeto; somos seres que nos vamos haciendo, personas que vamos realizando una tarea que nunca acabaremos totalmente. Esto da origen al deseo de luchar continuamente y seguir aprendiendo.

Es finito, tiene unos límites concretos. No lo podemos todo ni en el pensar ni en el querer ni en el actuar, y por eso aceptamos y comprendemos que no todo está a nuestro alcance.

Es Contingente , es decir, es un ser que ha empezado a existir en el tiempo y va a dejar de existir en el mismo; de aquí la necesidad de aprovechar la vida, de no desperdiciarla.

De estas cualidades humanas se deduce que el hombre está sujeto a situaciones críticas. En efecto, todo nuestro desarrollo personal sufre crisis ante las cuales podemos adoptar diferentes actitudes. Una es la crisis que nos hunde en la desesperación, en el vacío y sin sentido de la vida, en la amargura; la otra, es aquella que nos eleva, da sentido a nuestra vida, nos hace crecer, nos supera. Lo importante por lo tanto, no es que haya o no crisis –inevitables en la condición del hombre-, sino la actitud que tomemos ante ellas, y eso depende de nosotros mismos.

Factores influyentes en el desarrollo de la personalidad

Factores de tipo orgánico. Hay factores de tipo orgánico que pueden influir positiva o negativamente en el desarrollo de la personalidad. Se da el primer caso, cuando el individuo tiene una buena carga genética; entonces, habrá una influencia positiva en el ulterior desarrollo de la persona. Se da el segundo cuando influye negativamente, es decir, cuando a causa de un trastorno genérico o traumático, la personalidad tiene dificultas para desarrollarse de manera normal. Decimos que influyen y no que determinan, pues a pesar de una óptima o pésima carga genética pueden darse otros factores que alteren y dispongan la personalidad de manera distinta a la prevista.

Factores de tipo dinámico-familiar. Nos referimos a aquellos factores que influyen en el desarrollo del individuo, derivados de las relaciones adecuadas o inadecuadas entre padres e hijos. Estos factores también pueden actuar aquí en forma positiva: tal es el caso de los matrimonios cuya armonía conyugal provoca un clima de confianza, seguridad, serenidad en el ambiente familiar; o bien el opuesto, el caso de una pareja cuyos continuos conflictos hacen del ambiente familiar un sitio amenazante y frustrante o, de igual manera, el de un padre autoritario y una madre sobre protectora que influyen negativamente en el desarrollo del hijo que posiblemente tendrá fuertes sentimientos de inseguridad y dependencia. Pero como anteriormente dijimos, estos factores tanto positivos como negativos en sí mismos, pueden también tener una influencia positiva o negativa dependiendo del rejuego de los otros aspectos. Y así vemos cómo no todo hijo de madre sobre protectora y de padre autoritario es inseguro y dependiente (puede incluso que resulte todo lo contrario).

Factores de tipo dinámico-social. Aquí se engloba aquellos factores que constituyen el medio ambiente, para-familiar , es decir, la escuela, los amigos del barrio, la sociedad en general. Estos también pueden actual en forma positiva, moviendo al individuo a desarrollarse en forma madura o por lo contrario, retrasar o entorpecer dicho desarrollo.

El armónico desarrollo de la persona se encontraría pues, dependiendo en buena parte de estos factores. Pero ninguno de ellos aisladamente ni todos en convivencia pueden determinar fatalmente nuestro desarrollo. Además de todos los factores circunstantes, estamos nosotros mismos que somos el factor decisivo de nuestro desenvolvimiento, según lo que hemos presupuesto que es el hombre: un ser inacabado e inacabable, en continua evolución de progreso, el cual, como también ya dijimos, depende de nosotros mismos.

Rasgos de la personalidad madura

Son muchos los componentes del perfil de la persona madura. La selección que hacemos a continuación no es puramente teórica. En la práctica del análisis de la persona, cuando ésta ofrece manifestaciones de comportamiento maduro hemos encontrado presentes, al menos, todos y cada uno de los rasgos que discutiremos a continuación, no tampoco con una intención teórica sino con una finalidad práctica de provecho personal.

Objetividad . La objetividad es un rasgo de madurez que consiste en el adecuado aprecio de la realidad, tanto interior como exterior. Consideraremos a la realidad interior desde cuatro dimensiones que nos parecen muy importantes, y que son: las virtudes, los defectos, las habilidades y las limitaciones.

Entendemos por virtudes las “fuerzas” del individuo y las fuerzas principales son las virtudes cardinales: prudencia, justicia, templanza y fortaleza. La prudencia entendida como aquella fuerza que permite al hombre poner los medios para lograr los fines que se propone; la justicia como el dar a cada quien lo suyo; la templanza que consiste en cuidar las proporciones y la fortaleza, consistente en acometer y soportar.

Los defectos son lo contrario de las virtudes cardinales y de sus virtudes derivadas: el pesimismo, la inconsistencia, el desorden, la deslealtad, etcétera.

Las limitaciones, como su nombre indica, son aquellos límites del hombre derivados de su propia finitud y de su constitución personal. Así, una limitación puede ser el no “tener oído" para tocar un instrumento, el carecer de un tipo de inteligencia determinada, etcétera. Una limitación, además, no puede ser superada en la línea de la misma limitación, en todo caso, puede haber una compensación en donde otra facultad supla: y en eso se distingue del defecto, de cuya superación nosotros podemos responder. En el ejemplo del instrumento, el individuo con falta de oído para la música tendrá que aprender a tocarlo siguiendo un método durante mucho tiempo, o bien dedicarse a otra actividad.

Por habilidades entendemos aquellas “dotes” especiales que un sujeto posee para alguna actividad.

La objetividad en relación a la realidad interna consistiría, pues, en aceptar que cada uno, como persona irrepetible, tiene sus propias virtudes y defectos, habilidades y limitaciones. Es falta de objetividad el que un sujeto crea que sólo es portador de virtudes, o bien que sólo tenga defectos; o que infravalore las limitaciones y dé exceso peso a sus habilidades.

La idea que sobre sí mismo se tiene influye en buena medida en la percepción del exterior, es decir de lo que está fuera de mí, la realidad externa.

Autonomía. Es la capacidad del individuo de decidir por sí mismo. Autónomo es el que no se deja llevar por el qué dirán, sino que tiene claro lo que hay que hacer, independientemente de la opinión de quienes le rodean. Es autónomo quien ha logrado “digerir” que en la vida hay tres tipos de personas. Las que lo aceptan como individuo, lo buscan y lo reconocen; las que lo odian, lo evitan y lo rechazan y aquellos para quienes es indiferente. Autónomo, es también quien no deja llevar por los modos del momento y las opiniones de café. Autónomo, por fin, es el que sabe escuchar las opiniones de los otros, como un material válido, pero no como un condicionante de las propias decisiones.

Capacidad de amar Ama en forma madura quien quiere lo mejor para el que ama. Esto trae como consecuencia la búsqueda de su desarrollo: que aquél a quien se ama sea objetivo, autónomo y libre. La persona que ama se ha preocupado de conocer a quien ama, ya que, como se dice, “no se ama sino lo que se conoce”; el amor supone el respeto ante el ser del amado, que es, como dijimos, único e irrepetible. El amor está mas en compartir que en gozo propiamente dicho; más aún, a veces el dolor y las contradicciones son lo que fortalece y aviva el amor.

De lo que esa persona ama como bien supremo podemos deducir su valor, ya que “la calidad de nuestro amor da la calidad de nuestro ser”

El hombre que ama maduramente ama con pudor, cuya función – como dice Viktor Frankl- es protectora: “su tarea consiste en impedir que algo se convierta en objeto –objeto de espectadores-. Cuando esto sucede se pierde espontaneidad de la entrega al convertirse en objeto de observación”.

El amor implica también la aceptación de sí mismo y de los demás –entendiendo aceptación como conciencia de sí mismo-, los elementos que mencionaremos al hablar de objetividad (virtudes, defectos, limitaciones, habilidades); implica aceptar y poner los medios para comprender la naturaleza del comportamiento del ser amado, los cambios en la forma de pensar, querer y actuar, las inconsistencias y aparentes contradicciones.

Aceptar a otro supone forzosamente respetar su punto de vista que puede ser distinto o contrario

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