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Plan de Reforma y Ensanche de Barcelona


Enviado por   •  1 de Marzo de 2013  •  558 Palabras (3 Páginas)  •  409 Visitas

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El Plan de Reforma y Ensanche de Barcelona se considera un proyecto pionero en la evolución del urbanismo moderno. Cerdà aspiraba a una ciudad que, a pesar de haber arrebatado el terreno al campo, se articulase a través de calles anchas y espacios verdes. Sobre el plano el ingeniero diseñó una cuadrícula donde imperaba una geometría estricta de calles paralelas y perpendiculares que únicamente rompían las grandes avenidas que atravesaban la trama en diagonal. Entre las principales novedades destacaban las manzanas octogonales que incorporaban los chaflanes para facilitar la circulación.

El Plan Cerdà de 1859 preveía una anchura de calles de 20 metros y contemplaba que tan solo se construyesen dos lados de cada manzana, dejando en el interior una zona verde de uso público. La altura máxima de los edificios era de 16 metros, equivalente a una casa de cuatro plantas. El plano contenía un mercado cada 900 metros, un parque cada 1.500, tres hospitales, un matadero, un cementerio, un bosque y 31 iglesias. Las grandes industrias serían ubicadas cerca de los dos ríos y las pequeñas y medianas serían distribuidas a lo largo de la ciudad. En lo que respecta a las infraestructuras, el ingeniero diseñó un sistema para la recolección de las aguas e integró en la trama viaria la comunicación por ferrocarril y carretera. Lo que aún hoy continúa sorprendiendo es la capacidad de Cerdà para prever el protagonismo de los medios de transporte en el trazado de la ciudad, un factor que ha permitido que Barcelona haya podido adoptar los cambios profundos que los tiempos habrían de traer como si en realidad los hubiese estado esperando desde hace 150 años.

El 4 de septiembre de 1860, apenas unos meses después de la aprobación definitiva del proyecto, la reina Isabel II colocaba la primera piedra del Eixample en lo que actualmente es la Plaza de Catalunya. No obstante, el crecimiento de la ciudad al exterior de las murallas todavía tardaría unos años en hacerse realidad. La falta de infraestructuras y la distancia con el núcleo urbano no seducían a los inversores. En 1863 el propio Cerdà introdujo modificaciones en el proyecto que permitían aumentar la superficie edificable de cada manzana. Las manzanas con solo dos lados construidos que contemplaba la primera versión cedieron protagonismo a favor de otras con más espacio para la edificación.

Poco a poco, a los primeros habitantes del Eixample se fueron uniendo otros en un goteo constante. Hasta que en la década de 1870 se produjo la llamada Fiebre del Oro. Los inversores vieron que la urbanización de la zona suponía una excelente oportunidad de negocio. Los indianos que habían retornado de las colonias disponían de capital fresco para invertir. Las familias acomodadas encontraron en la parte derecha del Eixample la ubicación más adecuada para instalar sus residencias. El proyecto de Cerdà se consolidaba definitivamente, pese a que la fiebre constructora

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