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Primer encuentro de Zen Rinsai en México


Enviado por   •  26 de Noviembre de 2015  •  Ensayos  •  21.007 Palabras (85 Páginas)  •  291 Visitas

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Primer encuentro de Zen Rinsai en México,

Sede: Zendo Teotihuacán

Días 18-19 de diciembre del 2012

Coordinador: Eric Sosa Cobos

Participantes: Juan Elías Campos García, Jorge Gonzalo Escobar Torres

Eric Sosa Cobos, Iván Centeno Rosas, Tanía López Ozuna, Carlos Chilpa Navarrete, Norma Delia Durán Amavizca, Sergio López Ramos.

Presentación

El desarrollo del zen en México es algo que crece y se desarrolla conforme a la importancia del trabajo personal que incluye una colectividad. En el zendo Teotihuacán fruto del trabajo del maestro Sergio López Ramos Genshin, discípulo del Roshi Hozumi Gensho, se ha realizado una práctica de meditación de un día, tres días, de cinco días, de siete días sin comer y sin dormir, un trabajo intenso que se relaciona con el proceso emocional y espiritual, buscar el punto de equilibrio para localizar un punto de articulación con la raíz de nuestra geografía. La enseñanza del Roshi ha sido esa, buscar en el pasado, sacar la compleja condición de las culturas para aprender a ser lo que se quiere en el aquí y ahora. Este primer encuentro nos permite darle sentido a un ideario sobre el trabajo del zen y sus implicaciones en la vida diaria de las personas. Somos un grupo que busca la mejor manera de ser en el aquí y ahora, el valor de nuestro trabajo es con el corazón de un principio que solo busca el camino de en medio. Vayan estas primeras experiencias sobre el zen Rinsai en México y con la esperanza de que sea de utilidad para encontrarse en el camino.

La meditación rinsai en México

Sergio López Ramos Genshin

Diciembre 17 de 2012

Muchas gracias a Eric Sosa por su tenacidad para hacer este encuentro de Rinsai en Teotihuacán. En mi memoria está presente el recuerdo de Francisco Cinencio cuando me llevó a conocer a Ejo Takata y de ese encuentro me quedó la impresión de que hacía falta hacer un trabajo más intenso, él ya tenía años en México y la formación de discípulos dejaba mucho que desear. Me pregunté qué se necesitaba para hacer el trabajo que estaba pendiente. Hice lecturas, busqué lo que era el zen y su filosofía. Las actitudes y acciones de los que practicaban zen, se iban por el camino de “no importa, así es el zen”, o eso es una actitud zen, que muchas veces era como una actitud irresponsable, no había compromiso para disciplinarse y hacer una labor que pudiera impactar a otros en el camino del zen.

Conocí historias de maestros, leí sobre cómo se desarrolló el zen en otros lugares, su viaje de India a China, al Japón, a Vietnam, a Corea y demás países asiáticos y por supuesto a México. Pero había un algo que no me dejaba conforme. Nosotros los mexicanos éramos distintos a los asiáticos, emparentados en el grupo sanguíneo tipo “o” y “b”, pero culturalmente y físicamente distintos, era una forma de ver cómo el cuerpo de los otros y el nuestro era distinto, en la memoria colectiva están presentes las invasiones y ocupaciones, masacres y genocidios en todas esas culturas. Esos pueblos lucharon y lograron darle un estilo al zen, le dieron su toque, les sirvió para poderse encontrar y para eso sirve el zen, entre otras que no de menor importancia. Fueron a su raíz, se comprometieron en la búsqueda de liberarse de no ser igual al que los invadió, sin odios, buscaron ser ellos y fueron más allá de lo aparente. Podemos ver que tienen su estilo, su manera de ser, aún cuando no hagan zazen, está en su cultura, su actitud, hubo necesidad de muchos años de trabajo para poder hacer que apareciera su verdad y pudieran decir estos somos nosotros, de ahí nació su orgullo, su pasión por las cosas que hacen, la búsqueda de la perfección en lo que se realiza, no importa si es colectivo o individual, el vehículo en el que viajaron es el zazen.

Me encontré con una actitud en los mexicanos. Primero el sarcasmo del que hace algo con seriedad, ¡ay sí hago zazen¡, ¡uy vas a flotar¡ ¡y a poco sí sirve o te haces pendejo¡, bueno ustedes han escuchado o dicho alguna cosa por el estilo. Decidí hacer zazen para buscarme, ir al fondo de mi origen, explicarme el por qué era de una manera y mi familia de otra. Empecé a comprender que las respuestas estaban en mi interior y en el exterior estaban otras que se relacionaban con mi movimiento interior, descubrí que estaba desconectado con el mundo material que es el cielo y la tierra, pude ver cómo me hundía en las formas sociales, llenas de mediocridad, pude descubrirme haciendo cosas que no sirven para nada, estaba ante mi verdad, supe que tenía que hacer algo, medité más, recuerdo que mis amigos meditaban media hora y con eso se sentían bien, decían que con eso, yo creía que era necesario ir un poco más allá de ese umbral y poner al cuerpo en un momento de esfuerzo para hacerlo despertar, conducirlo por el camino de la construcción interior y exterior. Luego los que hacían meditación la tomaron para los nervios, el estrés, la relajación y eso vendía. Decidí hacer como camino, no sabía qué, pero empecé por el espacio para niños con necesidades especiales y ahí puse una sala de meditación, era el principio de algo que no pararía nunca más, la rueda de la historia se empezó a mover, pude ver el pasado mexicano, la fortaleza de ese grupo racial que estaba en este lugar, eran guerreros, invasores, fuertes en la preparación, tenían esa cultura de hacer las cosas con perfección, se dice por las voces de Sahagún que podían tardar un día para poner unas plumas a sus flechas con punta de obsidiana, quizá era una vergüenza y ofensa morir con una flecha hecha al ahí se va, tanto para el que recibía como para el que la hacía, esa memoria está bajo este cultura española que tenemos, cómo accesar a ella, sólo con el zazen se puede hacer y así lo emprendí. Hice contacto con ese espíritu que está ahí queriendo decirnos algo, enseñarnos el camino que no debe ser complicado. Dentro de mí estaba ese reto de ¿podremos como mexicanos hacer un día un zendo para hacer el trabajo profundo de accesar a esa otra parte de nuestra cultura? Descubrí que cualquier ser humano puede hacerlo, la enseñanza está con Buda y Upali, uno príncipe y otro peluquero. Era claro para mí que la frontera estaba en mi cuerpo y mi pereza como mexicano, vencer el ¿para qué nadie te va agradecer? Que se chinguen, de nada sirve. En fin, el reto era quedarse en la comodidad del televisor y perderse en el sexo y el alcohol, desde luego en la irresponsabilidad de un cuerpo que se abandona. El problema se presenta años después cuando la crisis existencial no tiene salida y es necesario buscar algo y uno inventa, busca a quién echarle la culpa de lo no realizado y quiere la fórmula sencilla, sin esfuerzo.

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