Principios rectores y Lengua

Tarea para calificar (1).

En primer instancia, comenzaré haciendo hincapié en la importancia de tener un marco orgánico de referencia de cara a las políticas lingüísticas en la educación Pública.  El redactar esta suerte de Carta Orgánica, tal y como tienen Instituciones como la Universidad de la República, brindan a los diferentes actores (educadores, pedagogos, inspectores de enseñanza, etcétera), pautas para trabajar de manera ordenada, clara y eficiente en la más amplia equidad. Si tenemos un programa único que guíe a todos los docentes del territorio nacional, al momento de dictar clases, con los objetivos bien determinados, y las diferentes herramientas a su disposición, podría ser más viable que el producto sea similar, no digamos idéntico, en las diferentes aulas y contextos. En el campo del Lenguaje, uno de los objetivos principales radica en lograr que los individuos aprendan y aprehendan diferentes reglas lingüísticas que les permitan socializar y comprenderse rápidamente.

Dentro de los fundamentos citados en la redacción dos de ellos hacen referencia a las Políticas lingüísticas y al Dominio Lingüístico de la Educación Pública. El hecho de que en todo el territorio nacional la educación sea generalizada, laica, gratuita y obligatoria y que el idioma nacional sea el Español, nos permite unificar criterios lingüísticos, al momento de encarar los problemas educativos. Nos ha obligado como grupo social a unificarnos y reconocernos como miembros de una misma comunidad. De Montevideo a Bella Unión (Artigas), el idioma español nos permite comunicarnos, porque la educación primaria es obligatoria. Todos debemos pasar por el ¨adoctrinamiento socio lingüístico¨. Salimos de la Escuela hablando español (al menos lo suficiente para interactuar). En materia de lenguaje, nuestro país es rico, diverso, variopinto. De un departamento a otro cambia el uso de algunas palabras, aparecen modismos y ni hablar el lenguaje fronterizo (tan complejo como asombroso). Más allá de los diferentes matices, la Educación Pública nos facilita la interlocución. No hace muchos años ha comenzado a dictarse clases de lenguas extranjeras en los institutos, hecho que estaba prohibido antes. Y aún genera controversias.

Ahora bien, y pasando a la segunda consigna de la tarea (a saber, seleccionar dos principios rectores y pensar estrategias para su aplicación y puesta en práctica desde la perspectiva de mi asignatura –y al suponer que hace referencia al campo de la docencia de Filosofía-) dentro de los principios rectores uno de ellos establece que más allá de las asignaturas específicamente lingüísticas se considera que el lenguaje es el soporte y el articulador transversal de la producción y la enseñanza del conocimiento en cualquier área. Otro de ellos establece que las segundas lenguas y las lenguas extranjeras constituyen un componente fundamental en la formación del individuo. El lenguaje es fundamental al momento de comunicarnos, sin él no podríamos enseñar ni aprender. Sin lenguaje no podemos transmitir ni recibir información. Todo docente debe manejar las reglas lingüísticas, para poder transmitir las pautas de la materia. Sea o no docente de lengua, tiene dentro de su rol como docente, trasladar el marco teórico a los estudiantes, quienes en definitiva serán quienes a su vez transmitirán ese marco a futuras generaciones. Haciendo, por supuesto, aportes, ojala valiosísimos a nuestra lengua, modificándola y enriqueciéndola. Desde la Filosofía antigua hasta la más contemporánea podemos mostrarles a los estudiantes como ha variado el lenguaje, su uso en la oratoria y lo escrito. Desde Pitágoras, pasando por Descartes y hasta Adela Cortina o Foucault. Y acá es donde se torna fundamental el segundo principio rector, las segundas lenguas y las lenguas extranjeras son importantísimas en la formación del individuo, dado que le brindan herramientas para poder conocer desde una manera más ¨pura¨. Cada vez que se efectúa una traducción, algo se pierde. Parte del espíritu de lo que el autor ha querido plasmar, si quien lo traduce carece de las herramientas suficientes, queda por el camino. Basta con tomar un mismo texto de un autor alemán, traducido por tres o cuatro editoriales al español, para corroborarlo. Aprehender idiomas extranjeros, y especialmente aprehender y aprender el español (con toda su riqueza y dificultades) nos permite, al momento de enfrentarnos a un texto vislumbrar errores en su traducción. Como docentes, el Lenguaje nos permite dominar los contenidos de la disciplina que enseñamos, reflexionar sistemáticamente sobre nuestra práctica, construir puentes en el aula para guiar a los alumnos al entendimiento de la materia y su importancia. El Lenguaje nos permitirá comunicar en forma clara y precisa los objetivos planteados. La docencia es un desafío constante, dado que implica poder comunicarnos con los diferentes alumnos de una manera comprensible para los estudiantes, optimizando el tiempo que tengamos disponible. Al momento de evaluar y monitorear el proceso de comprensión y apropiación de los contenidos por parte de los estudiantes, nuestro uso del lenguaje es decisivo.   A través de la reflexión y el espíritu crítico se puede guiar a los alumnos a ejercicios que les permitan desarrollar herramientas para el debate, la opinión, la crítica y la elaboración de fundamentos. En la riqueza de un texto antiguo encontramos la excusa perfecta para trabajar en torno a los usos del lenguaje. Incorporamos palabras y significados, significantes para el individuo.  En el aula, a través de los diferentes ejercicios filosóficos, los estudiantes con sus palabras (con el lenguaje que han adquirido hasta el momento) reflexionarán entorno a la historia de la filosofía, sus autores, sus ideas, aportando críticas. Incorporando palabras a su vocabulario. A su vez, desde el otro lado estaremos los docentes conociendo sus palabras (la jerga). En el aula cada individuo tiene un lenguaje propio que interactúa con el de los demás, enriqueciéndose en el diálogo.  He ahí la importancia del Lenguaje.

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