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Principito


Enviado por   •  20 de Octubre de 2014  •  4.634 Palabras (19 Páginas)  •  144 Visitas

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2.Capítulo I

El primer capítulo del libro comienza con un relato de la infancia del narrador que, como después sabríamos, era piloto.

Este relato no nos dice nada que nos haga pensar que Saint-Exupéry está intentando reflejarse en el piloto, hasta que dice “Entonces, tuve que elegir otro oficio y aprendí a pilotear aviones. Volé a muchas partes del mundo, y la geografía, es cierto, me sirvió mucho para diferenciar a primera vista China de Arizona”.

Como sabemos, Saint-Exupéry era piloto, oficio con el cual “tuvo oportunidad de recorrer por el aire casi todo el mundo”. Después, Saint-Exupéry dice que el oficio que adoptó le permitió conocer muy de cerca a la gente seria y a su mundo, pese a lo cual no mejoró la opinión que de ellos tenía.

Lo anterior también es otra identificación de Saint-Exupéry con el piloto, ya que la fama obtenida por él como escritor y como piloto le permitió estar “... en contacto con mucha gente de todos los niveles, desde el aristócrata al simple mecánico, desde los escritores más en boga a gente que apenas sabía leer y escribir”.

3.Capítulo II

Este capítulo es uno de los más importantes en el libro ya que es aquí cuando se produce el encuentro entre el piloto y el Principito. Pese a lo emocionante que debiera ser este episodio, el capítulo parte de una manera bastante pesimista: “Así, pues, viví solo, sin tener con quién hablar verdaderamente...”.

Sobre lo anterior es importante detenerse un momento y aclarar que este sentimiento de soledad es absolutamente verdadero y tiene directa relación con la vida Saint-Exupéry y no es en absoluto producto de la imaginación o creatividad del galo escritor. De hecho, Saint-Exupéry, “al escribir estas líneas siente muy hondamente su propia soledad: está exiliado, lejos de su patria y de los suyos, y bastante alejado del corazón de los mismos que le rodean”.

Después de esa introducción presentada por el autor, entra en acción por primera vez el Principito. “¡Por favor... dibújame un cordero!” son las cinco palabras que el Principito dice a modo de carta de presentación y que aparentemente no nos dicen nada, pero la verdad es que son de gran importancia: como todos sabemos la versión original de El Principito es en francés. En este idioma hay dos maneras de decir “por favor”: la primera, y la más común ess'il vous plait, mientras que la otra es s'il te plait. La diferencia entre ambas es que la primera se usa con personas que se tratan de “usted” y la otra es para personas que se tutean. Ahora bien, en la versión en francés, el Principito dice “s'il vous plait”(el modo formal), para después cambiar el modo y tutear al piloto, es decir, al darse cuenta el Principito quién era el piloto, lo empieza a tutear, como si lo hubiera estado esperando o como si supiera de quién se trataba.

Esto viene a confirmar lo expuesto en la introducción acerca de que es posible de que las conversaciones entre el piloto y el Principito sean conversaciones entre Antoine de Saint-Exupéry adulto y Antoine de Saint-Exupéry niño.

4.Capítulo III

En este capítulo, el piloto se empecina en saber de dónde venía el Principito, sin embargo, este no contesta.

Se podría decir que este hecho es un primer indicio de que el Principito representa la infancia perdida del autor o de los adultos en general, infancia que todos han tenido alguna vez, pero que nadie sabe a ciencia cierta dónde está, y, lo que es más triste que todo, mucho menos sabe cómo traerla de regreso.

Posteriormente, cuando el tercer capítulo está por acabarse, Saint-Exupéry nos da otra muestra de que en esta obra no es más que el reflejo de su vida: el piloto le ofrece al Principito una cuerda para amarrar al cordero y así este no se pudiese escapar, a lo que el Principito contestó:

“-No es necesario. ¡El lugar donde vivo es tan pequeño!

Y, algo melancólico, agregó:

-Hacia adelante no se puede ir muy lejos”

Lo anterior es un reflejo de la vida de Saint-Exupéry ya que para él “no sirve de nada ir siempre recto si uno no sabe dónde va, si nada fuerte le impulsa a ir hacia algo, ya sea en busca de un pozo, de una estrella, de Dios”, y nótese que el que lo dijo fue el Principito.

5.Capítulo IV

En este capítulo también encontramos reflejos de la vida de Saint-Exupéry, que se presentan cuando se dan datos numéricos sobre el planeta del Principito, ya que “a las personas mayores les encantan los números”.

Aunque parezca rebuscado, en esta parte Saint-Exupéry está haciendo referencia a la “crisis de pedantería y erudición barata que asolaba las clases altas de principios del siglo XX”. De hecho en una carta a Rinette, decía que “lo oscuro es más tentador que lo claro. Entre dos explicaciones de un fenómeno, la gente se inclina instintivamente por la más culta. Porque la otra, la verdadera, es sencilla y deslucida y no pone los pelos de punta...”.

Esa falsa omnisciencia era detestada y aborrecida por Saint-Exupéry.

6.Capítulo V

En este episodio, aparecen los famosos Baobabs. Estos árboles no están en la obra sólo porque en el asteroide B16 los Baobabs fuesen peligrosos, sino más bien, adquieren un valor simbólico: los Baobabs son como la semilla del mal que se intromete constantemente en nuestra vida y que es necesario desterrar antes de que germine lo suficiente para hacer daño, de hecho, “es una cuestión de disciplina”.

Posteriormente, Saint-Exupéry, a través del piloto, admite que no quiere tener un tono moralista.

Esta confesión nos explica porqué el que habla de disciplina es el Principito y no el piloto, porque de haber sido al revés, El Principito, habría sido el típico libro infantil en que una persona aparentemente “sabia” deja una enseñanza a una persona con menos experiencia y, por ende, “menos sabia”, mas al decirlo el Principito, para el lector infantil es como si un amigo le estuviera dando un consejo.

7.Capítulo VI

“Ay, Principito, así comprendí, poco a poco, tu pequeña existencia melancólica”. Éste es el inicio del sexto capítulo.

Después de todo lo expuesto en el análisis de los capítulos anteriores, se podría decir que es aquí cuando Saint-Exupéry comienza a entender su propia infancia, infancia con la que se reencuentra en esta obra.

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