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Profesorado de Educación Secundaria en Matemática


Enviado por   •  18 de Mayo de 2020  •  Exámen  •  3.964 Palabras (16 Páginas)  •  65 Visitas

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Introducción

En el siguiente trabajo voy a contar experiencias de mi recorrido escolar y tratar de comprender la influencia que tuvieron los docentes en mi formación escolar, el vínculo construido, los conocimientos que me han dejado, en uno de los casos no sólo relacionados con la asignatura sino desde la superación y en el otro las situaciones que no se resignifican en el alumno. Al reflexionar sobre diferentes situaciones y analizarlas se consigue interpretar las experiencias vividas.

Asimismo estableceré un análisis de mi narrativa pedagógica con los distintos puntos de vista de los autores, citándolos y relacionándolos.

Para elaborar este escrito he elegido experiencias formativas de mis experiencias escolares y en ella intentaré clarificar ¿Cómo he llegado a ser lo que soy?

MI IDEAL, MI PROFESORA

Me llamo Florencia Cabrera y voy a narrar una experiencia escolar de segundo año ciclo básico de mi querida escuela secundaria E.E.T Nº22 “Teniente Benjamín Matienzo”. Cursaba con un profesor al cual no le entendía, él daba clases en la universidad y por ello estaba acostumbrado a otro ritmo, dictaba matemática y física, las clases que impartía parecían eternas eran meramente expositivas y en ellas yo simulaba que hacía las actividades, daba la impresión de ser serio y autoritario, era bajo, casi calvo, los cabellos que tenía eran canosos y usaba anteojos. Me preguntaba cómo iba a hacer para aprobar. Así transcurrió el año, desaprobé los tres trimestres de las dos materias, tuve que recuperar ambas en diciembre al igual que mis compañeros  ya que sólo aprobaron dos alumnos durante el año escolar, nadie entendía sus clases. Aprobé Física y Matemática no la aprobé hasta después de tener con la profesora Estecher. Lo que une mi experiencia es que pase de tener un docente rígido, autoritario, que daba disertaciones y que tenía preferencias por los alumnos a los que les era fácil comprender a tener una docente que hacía que las clases fuesen amenas, que era clara al transmitir los conocimientos, no hacía diferencias entre los alumnos más inteligentes de los que le costaba comprender la asignatura aunque también era exigente la hora de evaluar.  Tuve la suerte que sea mi profesora en tercer año, primer año ciclo superior. Ella era una mujer alegre, siempre con una sonrisa, respetuosa, inspiraba confianza, me sentía cómoda preguntando si no comprendía algo, tenía paciencia para enseñar una y otra vez si yo lo necesitaba. Para mí ella explicaba excelente, aunque para mis compañeros no era una buena educadora, porque algunas veces se equivocaba en las actividades. Pero como ser humano se podía confundir, sin embargo hoy en día un docente “no se puede equivocar” porque si lo hace “no sabe nada”. Ella es profesora en Matemática  y es la responsable de que me decidiera a cursar el Profesorado en Matemática. Ella me enseñó el amor por los números,  logró que me interese y me guste Matemática, además se ganó mi cariño. Sus clases eran dinámicas, nos hacía participar, resolver ejercicios en el pizarrón, se preocupaba sino entendíamos y buscaba la forma de que comprendiéramos, la mayoría de las veces con ejemplos cotidianos. Se le notaba el entusiasmo al enseñar, me contagiaba sus ganas, su pasión.

Relataré una clase de la profesora Karina, teníamos clases en un aula amplia de color blanco con grandes ventanales que nos proporcionaban mucha luz natural. Era un día caluroso y lo único con lo que contábamos eran unos ventiladores, llegó con una sonrisa sin importar el clima denso, nos preguntó como estábamos, yo contesté bajo, estaba de mal humor a causa de la temperatura. Luego comenzó a explicar el tema “función lineal” cómo graficarlas según tabla y cómo hacerlo según la fórmula, no le había prestado atención y por lo tanto no entendí, le manifesté que no había comprendido y lo volvió a clarificar en el pizarrón. Más tarde debíamos resolver unas actividades, empezó a recorrer los pupitres se acercó hasta donde yo estaba sentada y vio que había graficado mal así que me explicó nuevamente,  me sentí avergonzada porque lo haya tenido que hacer tantas veces  aunque en esta última vez que lo hizo logré entenderlo. Cuando terminé de resolver pasé al pizarrón y me sentí alegre que después de tantas veces lo pude hacer bien.

Rememoro un día en que la profesora nos avisó que la siguiente semana tendríamos una evaluación. Llegó el momento yo sólo había repasado un poco antes de ir esa vez porque pensaba que sabía el contenido a evaluar. Al llegar al salón me senté en el  pupitre, saqué mis útiles escolares mientras esperaba a la docente. Se presentó nos saludó alegremente y comenzó a repartir las evaluaciones. Me sentí nerviosa al notar que no sabía cómo realizarlos. Después de reflexionar sobre lo ocurrido logré entender que eran temas fáciles pero al no haber estudiado lo suficiente los hice mal y reprobé con un tres. Fue angustiante no haber podido aprobar, cuando terminó el día de clases fui a mi casa caminando tristemente, le conté a mi mamá y se enojó porque mi único deber era estudiar y no lo hice. Al otro día de este suceso comencé a estudiar todas las tardes hasta el día del recuperatorio, fueron siete días. Estudié tanto para el recuperatorio que me saqué un nueve, me dijo: “no era para que se traume Cabrera”, esas palabras me llenaron de felicidad y aliento, en ese momento pensé: esto es lo mío.

De esta situación llegué a la conclusión de qué clase de profesora no quiero ser. Intentaré que mis clases no sean "dictadas", de copiar y copiar. Eso acaba resultando tedioso y agotador para el alumno y tendré como única consecuencia el rechazo del alumno hacia mi asignatura  porque si una clase te resulta aburrida en la que el profesor simplemente se dedica a "dictar" lo que hay en el libro, compras el libro, lo lees y estudias para el examen. 

Me gustaría tener algunas cualidades de la docente Estecher. Fue una profesora muy completa. Nos enseñaba técnicas de estudio, nos contaba sus experiencias, dándonos consejos, hacía que sus clases sean entretenidas, siempre innovando con las técnicas, algunas veces trabajábamos en grupo, otras investigábamos, en  el pizarrón. Quisiera que mis alumnos me recuerden, dejar un aprendizaje significativo, una marca en sus personas.

Desarrollo

Alliaud, Andrea: La biografía escolar

La biografía escolar, es el período vivido en la escuela por los maestros siendo éstos alumnos, constituye una fase formativa “clave” y que su abordaje resulta enriquecedor para entender la práctica profesional. No es simplemente el recuerdo de un maestro o profesor especialmente valorado de la propia escolaridad. Es mucho más que eso, es todo lo que los docentes aprendieron en la misma institución (escolar) a la que regresan o de la que nunca se han ido, aunque posicionados ahora en el lugar del que le toca enseñar. Concretamente, nos estamos refiriendo a lo que los maestros han aprendido “en situación”, en todos los años que fueron alumnos.

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