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Relatos De Un Junkie


Enviado por   •  3 de Noviembre de 2011  •  550 Palabras (3 Páginas)  •  329 Visitas

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El enigmático lunar... (Relatos de un junkie.)

Mirar sus labios sabiendo el engaño de mis sentidos humanos, no se puede evitar sentir el estremecer de mi cuerpo débil y enfermo ante tal lunar en la boca y es que estaba justo en el labio inferior, en la fina comisura, nunca había visto uno igual, así que todo el viaje me la pase mirándola y contemplando su belleza, porque, eso sí, podré ser un enfermo drogadicto, pero sé apreciar la belleza de hasta lo más grotesco; en mis buenas épocas era un gran poeta en busca de lo bello, de lo puro, de lo sutil, buscando la inspiración de alguna musa, que nunca apareció. Ahora mi concepto de belleza no es tan estricto, pues he llegado a cometer tales actos que podrían considerarse estúpidos y horribles para obtener droga.

Porque teniendo droga, nada importa más, que mantener el cansado cuerpo funcionando y así poder drogarme más.

Entonces ahí estábamos, yo, tirado mirando el enigmático lunar y Candy mirándome con desprecio, apretaba tanto su boca que su lunar desaparecía, pero al ceder a la droga, dejaba un delicado espacio entre labios que lo hacía parecer placentero, y claro que lo era .

Candy tenía el cabello rojizo y corto, aunque siempre usaba una peluca azul, era como su toque personal, todos la reconocían por esa brillante peluca eléctrica y al llamar la atención, se corrían los rumores entre junkies para ir a comprarle buen caballo, ya que tenia buenos contactos en el extranjero y conseguía de lo mejor.

No recuerdo exactamente cuánto tiempo permanecí en su casa, quizás semanas enteras sin moverme y mirando su lunar en otras galaxias, diversos escenarios, en distintos colores, incluso sabores, qué se yo.

Nunca supe su verdadero nombre, nunca lo revelo, quizás por el miedo de ser buscada por las autoridades o quizás porque era realmente feo, en fin. Candy era bella y adicta, alta y un tanto masculina, muy delgada y con notables ojeras violetas, manos delgadas.

Un día al despertar de un buen chute con la jeringuilla aun en el brazo, mire a mi alrededor en busca de algo para picarme de nuevo, pero solo encontré el cuerpo petrificado de Candy, inmóvil, muerto y ese enigmático lunar frio y seco.

Tenía un balazo en la cabeza, no pude oír ruido alguno, la puerta estaba entrecerrada y el fino polvo blanco podía asomarse de la nariz de Candy, era obvio que recortaba la mercancía y quizás la descubrieron.

Candy murió un día frio y desnudo. Pero su lunar sigue recorriendo mis galaxias.

BRI

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