Reseña: “Cafés y clubes: espacios de transitoria intimidad” Camilo Monje
Diabolo PompierReseña10 de Octubre de 2016
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Universidad del valle
Facultad de humanidades
Licenciatura en historia
Técnicas bibliográficas
Nombre de los estudiantes:
Lorena Maquilón Sarmiento Código: 1640033-3251
Julián Enrique Benítez Delgado Código: 1642015-3251
Reseña: “Cafés y clubes: espacios de transitoria intimidad” Camilo Monje
Camilo Andrés Monje Pulido: historiador y maestro de historia en la Universidad de los Andes.
El autor detalla el papel que desempeñaron estos lugares, (cafés y clubes) en la sociedad colombiana desde sus orígenes, finales del siglo XIX y principios del XX, pasando por sus transformaciones, auge, decadencia, hasta su actualidad.
También hace una comparación entre ambos ambientes, sus puntos en común, sus diferencias y como se han adaptado a las circunstancias y la realidad del país.
El texto nos cuenta como surgen los cafés a principios del siglo XX como lugar de reunión principal, pero no exclusivamente, del hombre de clase media trabajadora de la sociedad colombiana.
Aparecen estos como una representación de valores de las ciudades que se han convertido en centros de comercio y necesitan ofrecer actividades de gusto burgués, como naipes, billar, o salones de baile en el caso de los clubes.
Los cafés eran espacios propicios para el debate ya que, al ser frecuentados por políticos, literatos, deportistas, estudiantes y pensionados, se convertían en fuente de ideas y movimientos de toda índole que afectaban directamente a su entorno y hacia que estuvieran bajo la mira de las autoridades y estas ejercían cierto control para evitar posturas “peligrosas” e intercambio de ideas polémicas que pudieran afectar al gobierno de turno.
A los cafés se les podía ver como una extensión del hogar, hacían parte de la cotidianidad y al mismo tiempo fungían como un escape de los problemas de la vida diaria.
Se creaba una especie de rutina en la que el café tenía su espacio y separaban parte de su día para acudir a el para encontrarse con sus pares, que en la calle podían pasar desapercibidos pero una vez ahí entraban en una atmosfera de camaradería y compañerismo que lo convertía también en una iglesia, a la cual asistían sagradamente y “comulgaban” socializando.
Funcionaban también como oficinas, en ellos se hacían negocios o se cerraban tratos entre tintos o tragos en un ambiente en el que se iban a encontrar con amigos o se hacían unos nuevos.
Simultáneamente, funcionaban como academia y dieron lugar a la formación de varias de las mentes prominentes de Colombia durante el siglo XX, al ser frecuentados por intelectuales y al abordar temas como la actualidad literaria o política se generaba un ambiente propicio para la formación intelectual.
Ante esta variedad de figuras masculinas siempre resaltaba un personaje que era quien los recibía y los atendía y básicamente era la única presencia femenina permitida en este tipo de lugares y era: “la mesera”, cuyas funciones cambiaban dependiendo del horario ya que, de día, servía los tintos y en la noche se convertía en “copera” y le correspondía repartir los tragos.
Durante mucho tiempo a las mujeres no se les permitió el ingreso a los cafés, contrario a lo que ocurría con los clubes, que aunque en la época la posición de la mujer era básicamente de ama de casa y esposa abnegada sin una participación activa y notable en los ámbitos laborales y políticos y aunado a esto solo se les permitía salir acompañadas de un hermano, el padre o el esposo, en los clubes contaban con la oportunidad de socializar en otros ambientes.
El ambiente del club era muy diferente al del café empezando por el código de vestuario y de comportamiento, frente a esto el autor relata el tono desenfadado del café contrastando con la elegancia y buen ver del club que quedaban prácticamente uno al frente del otro y aunque en la calle todos son iguales al cruzar una puerta esta los diferenciaba y los ponía en otros contextos.
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