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Resolución De Conflictos En El Aula


Enviado por   •  24 de Diciembre de 2011  •  1.882 Palabras (8 Páginas)  •  865 Visitas

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BIBLIOGRAFÍA

Porro, B. (1999). La resolución de conflictos en el aula. Buenos Aires: Paidós.

RESUMEN

LA RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS EN EL AULA

Los niños por naturaleza son físicamente activos, egocéntricos y socialmente inexpertos. Realizar en clase actividades en las que los niños trabajan en grupo supone discutir más que si los niños trabajan individualmente. Qué hacer entonces, ¿tratarlos con dureza o ayudarles a que se lleven bien entre ellos? La respuesta lógica es enseñar a los chicos normas sociales además de los conocimientos básicos.

Manejar los conflictos de los chicos no es igual que enseñarles a que ellos mismos los manejen. Hay que enseñar al alumnado el método de la resolución de conflictos. El problema es que abarca un vasto territorio en el que están presentes estrategias en materia de mediación, cooperación y tolerancia. Al no haber tiempo material para profundizar en el tema, se crea una versión infantil de seis pasos (1. Recobrar la calma, 2. Hablar y escucharse uno al otro, 3. Determinar qué necesita cada uno, 4. Proponer soluciones, 5. Elegir la idea que les guste a los dos, 6. Trazar un plan y ponerlo en práctica) llamado “hablar hasta entenderse”.

Aunque se explique a los chicos el tema del conflicto y las formas posibles de reaccionar, hay que guiarlos en el proceso hasta que estén lo bastante capacitados como para “hablar para entenderse” por sí mismos. Enseñar a los niños a resolver sus problemas sociales requiere igual grado de concentración, compromiso y paciencia que cualquier otra tarea docente.

Si los niños aprenden a resolver sus conflictos, el maestro deja de verse obligado a actuar como un “agente del orden” y tendrá más tiempo para dar las clases planificadas y ayudar a los alumnos a descubrir sus propias respuestas. Por su parte, los niños aprenden que son lo bastante inteligentes y responsables como para resolver sus problemas sin ayuda del maestro. También descubren que el conflicto es algo natural, y aprenden a encarar los conflictos como problemas a resolver; aprenden a expresar sus sentimientos y necesidades con responsabilidad; aprenden a escuchar el punto de vista de otro y aprenden a encontrar soluciones que satisfagan a todos.

Cuando los niños comienzan a emplear el método de “hablar hasta entenderse”, el profesor debe:

- Mantenerse al margen. El profesor debe proporcionar a los alumnos una estructura adecuada para resolver sus problemas, pero han de ser los niños quienes encuentren una solución que satisfaga sus necesidades.

- No emitir juicios. El profesor no debe atribuir culpas ni ofrecer consejos; simplemente guía a los alumnos a través de un proceso en el que no hay respuesta correcta.

- Llevar el proceso adelante; mantener la concentración. Hay que procurar que los alumnos se mantengan concentrados en el problema y en el proceso de elaborar una solución.

- Utilizar la guía del facilitador.

2

En clase, se crea un “rincón de los conflictos”, lugar destinado a “hablar hasta entenderse”. Es ahí donde el profesor se sienta con las dos partes afectadas y se intenta solucionar las desavenencias. Se colocarán unos carteles (“cómo hablar hasta entenderse”, mensaje en primera persona” y “reglas”) para que los alumnos sepan en cada momento las pautas a seguir.

Para que el método de “hablar hasta entenderse” funcione, es necesario cumplir las reglas básicas, ya que encauzan a los niños en una dirección productiva. Por otra parte, ayudan a que el profesor pueda mantener el control sin verse emocionalmente envuelto. Una forma de evitar el incumplimiento de las reglas es repasarlas de antemano y pedir a los alumnos que se comprometan a acatarlas. Pero la mejor vía para convencer a los niños de que acepten las reglas es que tengan una buena experiencia personal en la resolución de conflictos y vean que siguiendo los pasos se llega al final deseado.

Tras varias semanas de práctica en el “rincón de los conflictos”, los niños ya no se preocupan por acusarse ni defenderse, sino que ponen de manifiesto su necesidad de comunicarse con mayor eficacia, de encontrar una manera mejor de manejar la situación y llegar a una solución. En cuanto al maestro, deja de decidir quién tiene razón y de imponer soluciones.

Cuando se internaliza el nuevo método de resolución de problemas, el proceso de los seis pasos se puede abreviar considerablemente, y con unas pocas preguntas rápidas se puede conducir a los niños a elaborar soluciones en el acto.

En lugar de “hablar hasta entenderse” en el “rincón de los conflictos”, se puede hacer en una reunión con toda la clase, siempre y cuando las dos personas implicadas estén de acuerdo con que así sea. La clase debe respetar las reglas, participar en el “torbellino de ideas” (si lo permiten las partes enfrentadas) y aplaudir y dar las gracias al final del proceso.

Llega un momento en que el papel de conciliador, que desempeña el profesor en el acto de “hablar hasta entenderse”, puede ser realizado por uno de los niños. Realmente, el éxito del proceso tiene más que ver con la intención de los contrincantes de “hacer las paces” que con la habilidad del conciliador para guiarlos. Así es que alcanzado este punto, se puede preguntar a los interesados si quieren que un conciliador les guíe o si prefieren entenderse entre ellos solos. Muchos chicos declaran su capacidad para valerse por sí mismos y descartan la figura del conciliador.

A veces, el conflicto surge entre un alumno y el profesor. En este caso, el docente desempeña un doble papel: el de facilitador y el de participante. No es una tarea fácil, ya que por una parte hay que escuchar respetuosamente al niño conflictivo conteniendo el enojo, y por otra parte se ha de facilitar el proceso y encaminarlo en una dirección justa para los dos.

Cuando la resolución de problemas se frustra, el maestro debe estar preparado para poner freno a cualquier acto inapropiado y para establecer pautas de conducta.

La sanción no es una buena solución para una mala conducta si el profesor quiere que el alumno coopere en el futuro. Las respuestas punitivas por parte del maestro tienen el defecto de fomentar los deseos de venganza del niño, además de reforzar la idea de que la agresión es una respuesta aceptable frente a los conflictos.

3

No todos los conflictos son igual de importantes. Cuanto más grave es el conflicto, más intensa es la emoción que provoca y más necesaria la intervención de una tercera persona que

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