Rollo Laicos
tor2Síntesis7 de Diciembre de 2013
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Rollo Laicos:
El hombre…en su ideal de vida, en su unidad de familia, vive las realidades del mundo globalizado, un mundo con profundos cambios, de orden social, cultural, económico y político, que le permitió alcanzar importantes avances científicos y tecnológicos. Cambios marcados por la impronta de su trabajo, de su esfuerzo, fracasos y triunfos, frente a estos avances, se admira de su propia capacidad, de sus descubrimientos y de sus poderes.
Frete al mundo moderno el hombre, aparece a la vez, poderoso y débil, capaz de lo mejor y de lo peor, tiene abierto el camino para elegir entre la libertad o la esclavitud, entre el progreso o el retroceso, entre la fraternidad o el odio, sabe que está en su mano el dirigir correctamente las fuerzas que él ha desencadenado y que puede aplastarle o servirle. Y en su esfuerzo por conocer su intimidad espiritual, aumenta la incertidumbre sobre si mismo y cuando descubre las leyes de la vida social, duda sobre la orientación que a ésta se debe dar.
Y mientras amplia sus poderes, no siempre logra ponerlo a su servicio. Por lo que se plantea, angustiosos PROBLEMAS Y ASPIRACIONES nacidos de su inteligencia, de su actual evolución, de su rol, del esfuerzo individual y colectivo. Interrogantes que inciden y afectan sus deseos, su modo de pensar y reaccionar.
Jamás el género humano tuvo tantas riquezas, posibilidades y tanto poder económico. Sin embargo, gran parte de la humanidad no sabe leer ni escribir, sufre hambre y miseria. Nunca ha tenido el hombre un sentido tan agudo de su libertad y todavía, surgen nuevas formas de esclavitud social y psicológica, alimentadas por la desconfianza, la hostilidad y la desgracia. Aparecen discrepancias en la familia, conflictos entre las generaciones que se van sucediendo y las nuevas relaciones sociales entre los dos sexos, de la cual, el hombre es causa y víctima.
Frente a estos desequilibrios y problemas, aparece una aspiración más profunda y universal; las personas y los grupos sociales están sedientos de una vida plena, de una vida libre, poniendo a su servicio las inmensas posibilidades que les ofrece el mundo actual, la respuesta radical y totalizante es… CRISTO LA SOLUCIÓN, que muerto y resucitado por todos da a los hombres su luz y su fuerza por el Espíritu Santo, para que encuentren la grandeza, la dignidad y los valores propios de su humanidad, redimidos en el Dios del Amor.
El hombre que desea comprenderse a sí mismo, debe ejercitar su libertad de conciencia, llevar una vida coherente, inspirada en sus valores de vida, debe en su inquietud, en su incertidumbre y debilidad pecaminosa, seguir a Cristo que es camino, verdad y vida. Solo en Él, se esclarece el misterio del hombre, solo en Cristo el hombre encuentra solución.
Quien sigue a Cristo sabe que su fe en él, le lleva a desarrollar una nueva sensibilidad, una nueva manera de sentir y experimentar el sentido profundo de la vida, de la naturaleza, de los acontecimientos..., que modifica sus sentimientos, sus afectos, sus actitudes, sus convicciones vitales, sus deseos y aspiraciones.
Debe seguir y acompañar a LA IGLESIA, que tiene sentido crítico respecto a la realidad y carácter de nuestro tiempo. La iglesia, tratando de mirar la realidad, con los ojos de Cristo se renueva constantemente en los hombres por la acción del Espíritu Santo, en el deseo que todo hombre pueda encontrar a Cristo. Y exige de nosotros una fe consciente, profunda y responsable de la custodia del gran tesoro, que debe hacerlo crecer continuamente. Por la fe y el misterio que constituye, no permanece insensible al verdadero bien del hombre, como tampoco permanece indiferente a las amenazas.
En obediencia de fe, acepta la llamada, según el mandato que Cristo dirigió más de una vez a Pedro: « apacienta mis ovejas», Nuestro Salvador, después de su resurrección la entregó a Pedro para que la pastoreara. Le encargó a él y a los demás apóstoles que la extendieran y la gobernaran.
Jesucristo es principio y centro de la Iglesia, conducida por el Espíritu Santo, a ella le confío la misión, de dirigir la mirada del hombre, orientar la conciencia y la experiencia de toda la humanidad; Es al hombre al que hay que salvar. Es la sociedad humana la que hay que renovar, mostrando a Cristo con nuestros actos para que todo hombre se encuentre a sí mismo en él.
Son muchos los bautizados, y aún persisten conceptos erróneos sobre QUÉ ES LA IGLESIA, muchos piensan que la Iglesia es el templo, el edificio, donde los cristianos se reúnen los domingos; otros estiman que la Iglesia es una institución poderosa vinculada a los ricos, Algunos, piensan que la Iglesia es simplemente una tradición, un conjunto de costumbres que hemos recibido de nuestros padres, de nuestros abuelos.
IGLESIA es Misterio de Salvación por voluntad del Padre, realizada en Cristo por el Espíritu Santo; es el cuerpo de Cristo, en la unión de todos los hombres por el soplo de vida que proviene del Espíritu Santo. Representada incesantemente en la Eucaristía, encontrando en ella la “fuente de vida y de santidad” constituida y ordenada en este mundo como cuerpo, como organismo, como unidad social que confesamos en el Credo una, santa, católica y apostólica"
Una: Porque, tiene un solo Señor; confiesa una sola fe, nace de un solo Bautismo, y forma un solo Cuerpo, vivificado por un solo Espíritu.
Santa: Porque, Dios santísimo es su autor; Cristo se entregó por ella para santificarla.
Católica: Porque Anuncia la totalidad de la fe; administra la plenitud de los medios de salvación; es enviada a todos los pueblos; se dirige a todos los hombres; abarca todos los tiempos; "es, por su propia naturaleza, misionera"
Apostólica: Porque está edificada sobre los doce Apóstoles del Cordero.
Estos cuatro atributos, son rasgos esenciales de la Iglesia y de su misión. Atributos que no los tiene por ella misma; es Cristo, quien, da a la Iglesia el ser una, santa, católica y apostólica. Él es quien, la llama a ejercitar cada una de estas cualidades y perciba, las luces y las fuerzas del Espíritu que provienen de Cristo crucificado y resucitado.
No obstante, saber que es Iglesia, caemos en las Antinomias, contradicciones en cuanto a la Iglesia, cuando decimos que la Iglesia es, Jerárquica y Comunitaria; Terrena y Celestial; Divina y Humana; Santa y Pecadora; Visible y Espiritual.
La Iglesia en Cristo es, Sacramento de intima comunión con los hombres, con Dios y de los hombres entre sí, es comunión que nace en Cristo: «Yo soy la vid; vosotros los sarmientos» (Jn 15, 5). Signo de amor, que convoca a quienes eligió en Él, antes de la creación del mundo y nos predestinó a ser hijos adoptivos, en la santa Iglesia, prefigurada desde el origen. Y en cumplimiento de la voluntad del Padre, instauró en la tierra el reino de los cielos, nos reveló su misterio y con su obediencia y muerte de cruz realizó la redención de todos los hombres. Porque la Iglesia es Cristo mismo que vive en la historia. Enseñando al mundo que la fe, en El, es amor y caridad con los que menos tienen.
En su misión y sentido la Iglesia es Sacramento Universal de la Salvación, que siguiendo el camino y las enseñanzas de los apóstoles, se esfuerza por conducir a los hombres, anunciando el Evangelio de Cristo, para hacerlos partícipes de su vida gloriosa alimentándolos con su cuerpo y sangre.
La Iglesia que nos une y reúne, que nos contiene en la palabra de Cristo, es ejemplificada mediante Figuras Bíblicas tomadas de la vida real, del pastoreo de animales, de la agricultura, la edificación, como también de la familia y de los esponsales,
Así la Iglesia es un Redil, cuya única y obligada puerta es Cristo (cf. Jn 10,1-10).
Grey, de la que el mismo Dios se profetizó Pastor (cf. Is 40,11; Ez 34,11 ss) cuyas ovejas, aunque conducidas por pastores humanos, son guiadas y alimentadas continuamente por Cristo.
Campo de labranza o arada de Dios (cf. 1 Co 3,9). El Dios de la Vida la plantó como viña escogida (cf. Mt 21,33-34 par.; cf. Is 5,1 ss). La verdadera vid es Cristo, que comunica vida y fecundidad a los sarmientos, que somos nosotros, que permanecemos en El por medio de la Iglesia, y sin El nada podemos hacer (cf. Jn 15,1-5).
Llamada «Jerusalén de arriba» y «madre nuestra» (Ga 4,26; cf. Ap 12,17),
Esposa inmaculada del Cordero inmaculado (cf. Ap 19,7; 21,2 y 9; 22,17), a la que Cristo «amó y se entregó por ella para santificarla» en pacto indisoluble la «alimenta y cuida» (Ef 5,29)
Dios Padre en su amor infinito, quiso darnos la altísima dignidad de hijos suyos, por medio del bautismo y hacernos participantes de su felicidad, uniéndonos en la persona divina de su Hijo Jesucristo, porque no salvamos solo, nos salvamos en racimo. Esta unión de Cristo con los hombres, nos constituye en Cuerpo Místico, un misterio, del que nace el “hombre nuevo”, llamado a participar en la vida de Dios, en la plenitud de la gracia.
Él, es la Cabeza y todos nosotros somos sus miembros que formamos el Cuerpo místico de Cristo, El mismo comparó su cuerpo con la vid: «Yo soy la vid y vosotros los sarmientos». Así como los sarmientos reciben la savia de la vid, así nosotros recibimos de Jesucristo la gracia, que transforma interiormente al hombre, como principio de una vida sobrenatural, que no se desvanece y no pasa, sino que dura hasta la vida eterna.
La Iglesia es el Pueblo de Dios porque Dios quiso santificar y salvar a los hombres no aisladamente, sino constituyéndolos en un solo pueblo, reunido en la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, para que le conociera de verdad y le sirviera con una vida
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