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SORPRESA


Enviado por   •  30 de Abril de 2014  •  Ensayos  •  8.325 Palabras (34 Páginas)  •  271 Visitas

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SORPRESA

Una muchacha estaba esperando su vuelo en una sala de espera de un gran aeropuerto. Como debía esperar por muchas horas, decidió comprar un libro para matar el tiempo. También compró un paquete de galletas. Se sentó en un sillón en la sala del aeropuerto para poder descansar y leer en paz. Al lado del sillón donde estaba la bolsa de galletas se sentó un hombre que abrió una revista y comenzó a leer. Cuando ella tomó la primera galleta, el hombre también tomó una. Ella se sintió indignada, pero no dijo nada. Apenas pensó “pero que descarado. Si yo estuviese mas dispuesta le daría un golpe en el ojo para que nunca más se le olvide”. Cada vez que ella tomaba una galleta, el hombre también tomaba una. Aquello la dejaba tan indignada que no conseguía reaccionar.

Cuando quedaba apenas una galleta, pensó: “ah…”¿que será lo que este abusador va a hacer ahora? Entonces el hombre dividió la última galleta por la mitad, dejando la otra mitad para ella. ¡ah! ¡Aquello era demasiado!

Se puso a bufar de la rabia. Entonces cerró su libro, tomó sus cosas y se dirigió al sitio de embarque. Cuando se sentó, confortablemente, en una silla, ya en el interior del avión, miró dentro de la bolsa y para su sorpresa su paquete de galletas estaba allí… ¡todavía intacto, cerradito! Sintió tanta vergüenza. Sólo entonces percibió lo equivocada que estaba. ¡Había olvidado que sus galletas estaban guardadas dentro de su bolsa! El hombre había compartido sus galletas sin sentirse indignado, nervioso, consternado o alterado, mientras que ella quedó trastornada, pensando que estaba compartiendo las de ella con él. Y ya no había mas tiempo para explicar… ni para pedir disculpas. ¿Cuántas veces, en nuestras vidas, estamos comiendo las galletas de los demás y no estamos consientes de ello? Antes de llegar a una conclusión, ¡observa mejor! Tal vez las cosas no sean exactamente como piensas. NO PIENSES LO QUE NO SABES ACERCA DE LAS PERSONAS

MI MEJOR REGALO

El primer día de clase que Agustina se enfrentó a sus alumnos de quinto grado, les dijo que ella trataba a todos por igual y que ninguno era su favorito. En la primera fila estaba sentado Pedrito, un niño antisociable, con una actitud intolerable, el cual siempre andaba sucio y todo despeinado. El año anterior, Agustina había tenido a Pedrito en una de sus clases. Agustina veía a Pedrito como un niño antipático. A ella siempre le daba gusto poder marcar con lápiz rojo todo el trabajo que Pedrito le entregaba con una X.

En la escuela donde Agustina enseñaba, se quería revisar el archivo historial de cada alumno y el de Pedrito fue el último que ella revisó. Cuando ella empezó a leer el archivo de Pedrito se encontró con varías sorpresas.

La maestra de Pedrito de primer grado había escrito: “Pedrito es un niño muy brillante y muy amigable, siempre tiene una sonrisa en los labios. El hace su trabajo a tiempo y tiene muy buenos modales. Es un placer tenerlo en mi clase”

La maestra de segundo grado: “Pedrito es un alumno ejemplar con sus compañeros, pero últimamente muestra tristeza por que su mamá padece de una enfermedad incurable. La maestra de tercer grado: “La muerte de su mamá ha sido muy difícil para él. El trata de hacer lo mejor que puede pero sin interés. Tampoco el papá demuestra ningún interés en la educación de Pedrito. Si no se toman pasos serios estos van a afectar la vida de Pedrito.

La maestra de cuarto grado: “Pedrito no demuestra interés en la clase. Cada día Pedrito se cohíbe mas. No tiene casi amistades y muchas veces duerme en clases”

Después de leer todo esto, Agustina sintió vergüenza por haber juzgado a Pedrito sin saber las razones de su actitud. Se sintió peor cuando todos sus alumnos le entregaron regalos de navidad envueltos en fino papel, con excepción del regalo de Pedrito, todos los alumnos se reían al ver lo que se encontraba dentro. En la caja había una botella con un cuarto de perfume y un brazalete al cual le faltaba algunas de las piedras preciosas.

Para suprimir las risas de sus alumnos ella se puso inmediatamente aquel brazalete y se echo un poco del perfume en cada muñeca. Ese día Pedrito se quedo después de la clase y le dijo a la maestra “maestra Agustina, hoy usted huele como mi mamá”. Después que todos se habían ido, Agustina se quedó llorando por una hora, desde ese día ella cambio de materia. En vez de enseñar lectura, escritura y aritmética escogió ¬¬enseñar a los niños, Agustina empezó a ponerle mas atención a Pedrito. Ella notaba que mientras más ánimos daba a Pedrito mas entusiasmado reaccionaba él. Al final de año Pedrito se convirtió en el más inteligente de la clase y a pesar de que Agustina había dicho el primer día de clase que todos los alumnos iban a ser tratados por igual, Pedrito era su preferido.

Pasaron 6 años y Agustina recibió una nota de Pedrito, la cual decía que se había graduado de la preparatoria y que había terminado en tercer lugar, también le decía que ella era la mejor maestra que él había tenido.

De ahí pasaron 4 años cuando Agustina volvió a recibir noticias de Pedrito. Esta vez, él le escribía que se le había hecho muy difícil, pero que muy pronto se graduaría de la Universidad con honores y le aseguró a Agustina que todavía ella seguía siendo la mejor maestra que tuvo en su vida. Pasaron años, mas cuando Agustina vuelve a saber de Pedrito. En esta carta él le explicaba que había terminado su maestría y que había decidido seguir su educación. En esta carta también le recordaba que ella era la mejor maestra que había tenido en su vida. Esta vez la carta estaba firmada con “Dr. Pedro Altamira”

Bueno, el cuento no termina ahí. En la primavera Agustina volvió a recibir una carta de Pedrito donde le explicaba que había conocido a una muchacha con la cual se iba a casar y quería saber si Agustina podía asistir a la boda y tomar el lugar reservado usualmente por los padres del novio. También explicaba que su papá había fallecido varios años atrás. Claro que Agustina aceptó con mucha alegría ¿sabes que hizo?, el día de la boda ella se puso aquel brazalete sin brillantes que Pedrito le había regalado, también el perfume que la mamá de Pedrito usaba, cuando se encontraron, se abrazaron muy fuerte y el Dr. Altamira le dijo en el oído muy bajito: “Maestra Agustina, gracias por haber creído en mi. Gracias por haberme hecho sentir que era importante y que yo podía ser la diferencia”

Agustina, con lágrimas en los ojos,

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