Sonrisas Y lágrimas De Mi Pueblo Ancashino
NancyHz28 de Septiembre de 2012
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Sonrisas y lágrimas de mi pueblo ancashino
Dentro de todos los pueblos peruanos, hay uno en especial que me apasiona, se trata literalmente de la tierra andina en donde nací, Huaraz – Ancash, ese pueblo en el que muchas personas se levantan temprano para ir a estudiar, para ir a trabajar a las chacras, a los centros mineros, o a pastear el ganado o vacuno a lo alto de las montañas.
Mi pueblo, es un pueblo que sonríe en las grandes fiestas patronales, muestra su belleza, arte, alegría y sentimiento en sus danzas, sus profundas canciones, sus coloridos trajes, sus exquisitas comidas, su gentil trato; costumbres que ya pocas son autóctonas, ya que tienen la influencia de quienes según la historia tradicional nos “conquistaron”, cuando en realidad nos invadieron, y que luego alteraron en cierta medida el pensar del pueblo.
Mi pueblo, es un pueblo que llora, ya que hay muchas personas que rebuznan y se burlan del dialecto de su quechua, de sus costumbres, y lo más indignante aún, muchos de aquellos ‘rebuznantes’ son los propios peruanos.
Mi pueblo, es un pueblo que sonríe porque trabaja en lugares puramente naturales, tienen conciencia del lugar en donde viven, y admiran hasta la vejez a toda la madre naturaleza, sobre todo, a aquellos rincones poco explorados por el ser humano.
Mi pueblo, es un pueblo que llora, porque nunca faltan aquellas personas con poder económico que traen “el desarrollo” para las comunidades, trayendo minerías que se adjetivan falsamente de responsables. Un ejemplo es el Pierina, que desde que llegó al distrito de Jangas, provincia de Huaraz, la productividad agrícola disminuyó cuantitativa y cualitativamente en las extensas chacras de las comunidades que la rodean.
Mi pueblo, es un pueblo que sonríe al ver turistas de diversos lugares del mundo, venir a conocer de su folclor, sienten mucha alegría de poder mostrar y compartir con los visitantes, sus creencias, sus artesanías, tradiciones y diversos aspectos de su idiosincrasia.
Mi pueblo, es un pueblo que llora, ya que a pesar de las crecientes visitas de turistas, no a todos les llega lo que el pueblo con inmensa historia y tradición merecen recibir. Tal es el caso de Chavín de Huantar, que recibe a diario considerables ingresos económicos, sin embargo, hay pequeños caseríos alrededor en la que se puede ver a nuestros hermanos, sobreviviendo de la pobreza extrema, personas de todas las edades que no cuentan con ropa ni el calzado suficiente para abrigarse de las bajas temperaturas del lugar.
Mi pueblo, es un pueblo que sonríe cuando se encuentran en coyunturas electorales, no por la emoción de elegir a sus nuevos representantes distritales, provinciales u otras autoridades, sino, porque saben que en dichas campañas, los candidatos se acercan a las comunidades, a los caseríos a regalarles algunos alimentos básicos, polos, mantos u ovillos de lana, como sucedió hace unos meses en el caserío de Chavín y en el caserío de Buenos aires, con un ppkausa que postulaba al congreso, pero sus regalitos era a cambio de que se afiliaran al grupo de la región y aseguraran votar por él.
A pesar de todas las cosas, mi pueblo ancashino no pierde la esperanza de que un día no muy lejano, la historia cambie. Muchos de ellos campesinos, tratan en la medida posible que este a su alcance, trabajar por y para sus hijos, para que ellos sean quienes los saquen de la pobreza, y/o se formen, eduquen, instruyan para que a futuro sean las personas que lideren el cambio y el desarrollo del país…
Nancy Nelyda Ayala Milla
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