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TAYLOR Y LA ORGANIZACIÓN CIENTÍFICA DEL TRABAJO


Enviado por   •  13 de Septiembre de 2014  •  2.098 Palabras (9 Páginas)  •  454 Visitas

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TAYLOR Y LA ORGANIZACIÓN CIENTÍFICA

DEL TRABAJO

A principios de este siglo, y en el marco del fuerte impulso de Algunas ciencias y técnicas fundamentalmente la psicología, la Energética, la fisiología y por supuesto la sociología-, algunos autores a menudo de forma aislada, pero formando una tendencia general emprenden un intento por comprender de forma científica los mecanismos de organización del trabajo y, en general, de la administración empresarial. Algunos de ellos, como Frederick W. Taylor y sus discípulos (Henry L. Gantt, C.B. Thompson, Carl G. Barth, Frank y Lilian Gilbreth) se interesaron fundamentalmente por la organización del trabajo en ejecución, y otros como Henri Fayol (además de Luther Gulick, Lyndall Urwick o James Mooney) se centraron en la estructura administrativa tanto de las empresas como de las grandes organizaciones en general.

Sería entre las dos guerras mundiales cuando estas teorías alcanzarían su mayor auge. Como apunta Mottez, "entonces fue cuando, en un clima de fervor casi místico -como es habitual en todo movimiento social de racionalización- penetró en las empresas y las administraciones" (Mottez, 1972:9).

Frederick Taylor (1856-1915) responde al estereotipo norteamericano del hombre hecho a sí mismo. Empezó como mecánico a los 19añosen una pequeña firma, pasó por diversos puestos cada vez más elevados, y a los 27 años obtuvo el título de ingeniero siguiendo estudios nocturnos. A los 33 años era asesor en organización de algunas de las grandes empresas de los Estados Unidos. Registró unas cuarenta patentes e incluso obtuvo una medalla de oro en la exposición de Paris de 1900. Introdujo profundas reformas en numerosas empresas, provocando a menudo graves conflictos con los trabajadores; hasta el punto de que en 1911 hubo de constituirse un comité especial de la Cámara de Representantes (el Congreso) para evaluar su sistema de dirección de talleres, como consecuencia de las perturbaciones que había causado su aplicación en un arsenal del Estado.

A los 45 años pudo retirarse y dedicarse a escribir y dar conferencias, aunque ya siempre tuvo problemas de salud. Por supuesto se cita menos a menudo que no era exactamente el prototipo de self-made-man americano: pertenecía a una familia acomodada, y estudió en Harvard, aunque tuvo que abandonar inicialmente los estudios por serios problemas de visión de los que luego se recuperaría.

En 1911 publica su libro Principios de la administración científica (Principles of scientific management), en el que Taylor parte de tres presupuestos básicos:

1º) la pérdida que supone "la ineficiencia de casi todos nuestros actos diarios" (Taylor, 1987:130)

2º) el remedio para esta ineficiencia "reside en la administración sistemática y no en la búsqueda de hombres excepcionales o extraordinarios"

3º) "la mejor administración es una verdadera ciencia, que descansa sobre la base de leyes, reglas y principios claramente definidos (...), aplicables a todas las actividades humanas, desde nuestros actos individuales más simples hasta el trabajo de nuestras grandes corporaciones".

Taylor propone cuatro grandes deberes de los administradores que permitirían desarrollar esa organización científica del trabajo que proponía; y en su libro ilustra estos principios con diversos ejemplos de reorganización de tareas:

El primero es el estudio científico del trabajo, que debe ser realizado por un equipo de especialistas, pues es demasiado largo y complicado para ser realizado por el personal de producción.

Taylor proponía que los directivos de las empresas recogiesen datos sistemáticos, y detallados al límite, de todos los procesos y de los distintos pasos de las cadenas de producción. Este estudio habría de dar lugar, en muchas empresas -lógicamente las más grandes y complejas- a la creación de una oficina o servicio de métodos de trabajo. Así se definirían los procesos operativos más económicos, y se establecería la cantidad de trabajo que debe realizar un obrero en condiciones óptimas; si el obrero alcanzase ese óptimo recibiría un aumento del 30% sobre su salario ordinario.

El segundo principio es la selección científica y el entrenamiento del obrero. Taylor recomienda una selección sistemática según las aptitudes, y estima que, con entrenamiento, cualquier trabajador puede resultar excelente para por lo menos un puesto de trabajo.

El tercero es la cooperación cordial con los obreros, "para que68 todo el trabajo sea hecho de acuerdo con los principios científicos que se aplican" (Ibídem, 149).

El cuarto principio es la distribución equitativa del trabajo y la responsabilidad entre la administración y los obreros. "La administración asume todo trabajo que exceda la capacidad de los obreros, mientras que en el pasado casi todo el trabajo y la mayor parte de la responsabilidad eran confiados a éstos (...). Así, todo trabajo que bajo el antiguo sistema era hecho por el obrero como resultado de su experiencia personal, en el nuevo sistema debe necesariamente ser hecho por la administración de acuerdo a las leyes de la ciencia (...).

Resulta evidente que en la mayoría de los casos se necesita un tipo de hombre para preparar el trabajo, y un tipo completamente diferente para ejecutarlo" (Ibídem, 150)

Para Garmendia, la filosofía práctica de la Organización Científica del Trabajo puede resumirse en tres principios: el principio de disociación del proceso de trabajo (separar y analizar el proceso en todos sus componentes), el principio de separación entre la concepción y la ejecución (pasando a la oficina de métodos y tiempos el trabajo más cerebral de diseño) y el principio de uso del monopolio del conocimiento, para controlar satisfactoriamente cada paso del proceso de trabajo, y su modo de ejecución (Garmendia, Navarro, Parra, 1987:233).

Mottez ha señalado, sin embargo, que todos los principios de Taylor pueden reducirse a uno solo, extremadamente simple pero revolucionario a principios del siglo XX: la distinción entre concepción y ejecución del trabajo. La concepción corresponde a la dirección técnica, y la ejecución a los trabajadores. "El trabajo del obrero es cuidadosamente proyectado, de manera tal que su ejecución exija una tarea consciente y prolija, pero ejecutada a una velocidad tal que en ningún caso le exija un ritmo de trabajo que sea perjudicial para su salud" (Taylor, 1987:151). Naturalmente, Taylor sólo parece preocuparse por su salud física -la única que, a corto plazo, fue de afectar a la producción-, como se desprende de su consideración de que "la tarea es siempre regulada de modo que

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