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TEORIA CRITICA Y EDUCACIÓN

13ER10 de Julio de 2013

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TEORIA CRÍTICA Y EDUCACIÓN

ROBERTO MALLEA AYALA

SAN JOSÉ DE MAIPO

Para Lyotard (1989) los grandes relatos que sustentaban el proyecto moderno ilustrado se han disuelto y para esto comienza detallando algunos antecedentes de dos teorías que representan claramente para él, una instancia de superación histórica en el sentido paradigmático acerca de la percepción del mundo moderno. En primer lugar es necesario indagar en el funcionalismo teórico norteamericano hasta los años 60 y que entre las décadas del 30 y los 40 representa una de las orientaciones prevalecientes del siglo XX. Pero para remitirse a esta corriente, es necesario observar dos áreas específicas, por un lado la sociología funcionalista de Spencer, (1971) señalando que es posible entender lo social si aplicamos un modelo de análisis biológico de la sociedad, lo que se denomina un funcionalismo de tipo organicista. Esta será su idea más conocida pues se rescatará por otros autores para la construcción del modelo sistémico de fines de los 60.

Por otro lado la antropología funcionalista. Aquí vienen dos autores, antropólogos Brown y Malinowsky, (1982) estos señores van a analizar las sociedades arcaicas, desde la perspectiva del sistema, es decir, son los primeros en anunciar en las ciencias sociales la idea de que es posible el tratamiento de sistema. Cuando hablamos de sistema, nos referimos a un todo compuesto por partes, cuya suma excede lo que consideramos el global. Hasta aquí un primer momento.

Parsons (1971) va elaborar un modelo de interpretación de la sociedad que se funda precisamente en esta idea. Un funcionalismo integral que considera que la sociedad tiende al equilibrio. Desde aquí comienza la crítica de Lyotard, y para él, en la teorización de Parsons no es posible encontrar elementos que permitan explicar el cambio (en ese caso el cambio social). Lyotard señala que esta concepción estará minimizada y con justa razón, aunque a partir de los 70 y 80 logre cierta rehabilitación a partir de las teorías del funcionalismo radical de Luhmann, que se funda en nociones biológicas aportadas por Maturana. (1995)

Parsons continúa señalando, que se puede entender la sociedad si es que se puede conceptualizar más allá del utilitarismo que permite explicar las conductas. ¿Por qué más allá del utilitarismo? Porque el utilitarismo es aquella concepción que explica el comportamiento en función de la utilidad, es decir del cálculo, de la racionalidad instrumental (con arreglo a fines/con arreglo a medios). Este movimiento lo asimila Parsons a la acción social. Siendo el modo en que los actores que pertenecen a una sociedad funcionan y reproducen los modos de vida y el orden social imperante. Es decir para Parsons, cualquier funcionamiento social se puede explicar y su respuesta apela a un orden dado o preconcebido, recurriendo a una lógica implícita de tipo positivista.

En esta idea para Lyotard existen dudas, pues si todo funciona como sistema y subsistemas, el equilibrio es pues, una realidad que no permite ser explicada a cabalidad desde esta perspectiva, ya que lo disfuncional le es propio también al sistema y el abordaje de los quiebres no alcanzan a apreciarse en el texto de Parsons.

Otro de los grandes referentes teóricos que influye en el relato moderno ilustrado es la llamada escuela crítica o escuela de Frankfurt. Esta escuela de pensamiento se denomina crítica, por que pretendían hacer algo que nunca nadie hizo en las ciencias sociales unir marxismo, filosofía y psicoanálisis. Lo primero que hay que señalar, es lo que dice el propio Habermas en relación a la existencia de la escuela de Francfort, “esta escuela si existió, existió en la Universidad de Columbia en Nueva York. Físicamente en Frankfurt no estuvo tal escuela”. (1999)

Lo que se conoce como escuela de Frankfurt, es la obra de tres grupos de personas que se reunieron originalmente en el instituto de investigación social asociado en la Universidad de Frankfurt y que durante la segunda guerra mundial se desplazaron a diferentes lugares de Europa y Estados Unidos.

Estas personas por orden de aparición temporal son: Max Horkheimer, Teodor Adorno, Herbert Marcusse, otros dos personajes menos conocidos pero no menos importantes: OttoLawenthal y Friederick Poliok y un tercer momento en donde participaron: Erick Fromm, Walter Benjamín y Junger Habermas. No fue un grupo de pensadores homogéneo como se observa, más bien una diversidad de opiniones que se va ocupar de la historia del Marxismo con aportes de otras esferas del pensamiento.

La noción de la crítica, de manera muy reducida, versa sobre tres cuestiones básicas: 1.- la disciplina madre para conciliar todo este desarrollo es la ciencia económica política. 2.- el dispositivo de autorreflexión debe ser la filosofía. 3.- el inconciente debe ser incorporado al estudio de lo social. (1999)

Para Lyotard frente a esta encrucijada que se propone el conocimiento en tiempos del relato moderno la economía política ya no es suficiente para entender el funcionamiento de la sociedad, ya que el sujeto y su relación con el entorno tienen que ser explicados por una teoría general de la cultura que en la práctica nos diga como realmente funciona esta relación.

En sus propias palabras “distinguiendo dos tipos de saber, uno positivista que encuentra fácilmente su explicación en las técnicas relativas a los hombres y a los materiales que se dispone a convertirse en una fuerza productiva indispensable para el sistema; otro critico o reflexivo o hermenéutico que, al interrogarse directa o indirectamente sobre los valores o los objetivos, obstaculiza toda “recuperación”. (Pág. 28)

Ante esta disyuntiva Lyotard propone un lazo social que nos pueda remitir a las urgencias de un mundo postmoderno en donde las ideas de estado nación, religión, instituciones tradicionales, etc. se diluyen en un discurso plagado de significados y sentidos autónomos y personales, en donde las subjetividad de los hablantes es el escenario de las negociaciones y transacciones de la acción y el dialogo. Juegos de lenguajes necesarios y obligados que en virtud de las complejidades ascendentes del encuentro social, que se dispongan de manera interpretativa al servicio de los sentidos del saber postmoderno. “O más sencillamente aún: la cuestión del lazo social, en tanto que cuestión, es un juego de lenguaje, el de la interrogación, que sitúa inmediatamente a aquél que la plantea, a aquél a quien se dirige y al referente que interroga: esta cuestión ya es pues, el lazo social. (Pág. 30)

En Habermas (1993) la irrupción de la subjetividad es un hecho que no se puede dejar de lado. Es, en el escenario de la subjetividad, en el que se crea el estatuto de la modernidad y lo vuelve su fuente de nutrición más importante. La escuela crítica apunta en un primer momento a esta discusión y de esto se hace parte Habermas. El autor es representante de esta noción que se convierte en motivo recurrente de una argumentación que encontrará apoyos posteriores en otros autores que comparten esta visión. En el intento de Habermas, existe una disposición para abordar el tema desde el punto de vista metodológico, acerca del conocimiento de la sociedad occidental cosa que la escuela crítica no logra plasmar de manera acabada. Sin embargo, las relaciones sociales existentes al interior del capitalismo no son suficientes para explicar la idea de dominio, intercambio, alieneación o la sociedad fragmentada. Debe existir un registro más fino de manera de conseguir una interpretación desde la propia conciencia del sujeto, que se expresa en un texto y en un guión personal acerca del real, el imaginario y el simbólico. Esto no necesariamente remite a un sujeto solipcista, ya que mucho de su existir, es un existir arrojado repleto de significados y significantes.

Habermas es capaz de realizar una fuerte crítica a los sociólogos burgueses, que no logran vislumbrar el hecho de que esta interioridad tiñe nuestro conocimiento del mundo y que nos da explicaciones acerca de este. Él dirá que en última instancia “no es la pulsión, ni la libido, ni la lucha de clases la que explica la situación del sujeto en el mundo, sino que es la acción comunicativa” (1999), la tendencia de los seres humanos ha resolver los significados sociales compartidos, a negociar a intercambiar a conocer y el que provisto del uso del lenguaje nos aporta un cierto conocimiento.

Para Habermas parte importante del registro epistemológico que él declara parte de la crítica estética de las artes y sus manifestaciones. Parte de este punto, porque desde aquí se visualizan los elementos centrales de una crítica a la modernidad desde sus propias concepciones y desde sus puntos de apreciación, que conllevan los antecedentes para la elaboración de la cultura. Dicho de otra manera, los hitos que provocaron el surgimiento del postmodernismo en las artes.

Para Habermas, Walter Benjamín hace una aproximación a la cultura que va a ser totalmente novedosa, pues para él problema de la masificación del arte no tiene que ver con la baja de su calidad. El problema no es la estandarización, sino el contexto de un desarrollo de una modernidad devenida, es decir absolutamente transitoria. Para Benjamín (1999) las masas al interactuar con el arte, iluminan respecto de cómo interpretar, cosa que Adorno no percibía, nunca estuvo al otro lado (siempre estuvo en el escenario, nunca se sentó en las butacas). Para Habermas, Benjamín solía sentarse en las butacas y decía bueno lo que la gente dice de la obra esto o lo

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