Teoría Crítica
qonoqa7 de Junio de 2013
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TEMA: ESTRATEGIAS DIDÁCTICAS PARA FAVORECER EN LOS
NIÑOS LA COMPRENSIÓN Y EXPLICACIÓN DE SU MEDIO NATURAL
Y SOCIAL
Guiones
1. Un niño de 6 años trata de reconstruir, en arcilla, su imagen de una iglesia que ha sido
recientemente motivo de una visita de investigación dentro del término municipal de la
escuela. Ya ha resultado el problema del realismo fragmentado la arcilla en pequeñas
partes a las que ha denominado “ladrillos” y montándolas en capas sucesivas para obtener
el efecto que desea. Sin embargo, a medida que la estructura empieza a cobrar altura, la
fachada se inclina hacia dentro por el simple efecto del peso de la arcilla húmeda. Tras
varias tentativas de mantener derecho el muro, empujando desde el interior con su mano,
recurriendo a otro niño para que desempeñe esa tarea y reforzando la estructura con una
madera, de repente se le ocurre la idea de fortalecerlo con un grueso pedazo de arcilla que
antes había separado del bloque. Vencida esta dificultad, prosigue alcanzando su muro a
una altura considerable y añade, en los momentos oportunos, nuevos refuerzos hasta que
sobreviene el desastre.
2. Dos niños de 4 años trabajan haciendo un cohete hecho con varias cajas montadas sobre
otra. La estructura resulta muy inestable y sólo se mantiene en pie porque un niño la
sostiene mientras el otro añade cajas. Emplean cinta adhesiva, mostrada recientemente
como medio de sujetación. El adulto pregunta: ¿Aguantará solo vuestro cohete?. Los
niños lo sueltan y el cohete se desploma. El adulto pregunta cómo lograrán que s
mantenga en pie la próxima vez. ¡La respuesta parece ser más cinta adhesiva!. Como esa
tentativa no da resultado, el adulto explora con ellos la idea de una plataforma de
lanzamiento y les orienta hacia una fotografía de la rampa de un cohete que está expuesta
cerca de ellos. Discuten juntos la cuestión encuentran más cajas (y más cinta adhesiva) y
levantan un caballete que utilizan para sostener el cohete.
La vida nos plantea problemas constantemente. ¡Aunque sólo sea del tipo de cómo pagar la
factura!. En cierto sentido, suscita menos problemas a los niños pequeños porque siempre
cuentan con alguien que piense por ellos y así, de ese modo, les niega la necesidad de resolverlos
por sí mismo. Sin embargo, en su juego, como se ha demostrado en los dos guiones anteriores,
puede advertirse perpetuamente el germen, al menos, del pensamiento de los niños sobre
problemas y soluciones. No obstante, el primero se caracteriza por la propia necesidad del niño
de hallar una solución posible; el segundo por la participación del adulto, que les define el
problema. Claramente, la reacción natural de los pequeños ante un problema como corroborará
cualquiera que haya atado muchos, muchísimos cordones de zapatos, consiste en pedir ayuda. La
naturaleza cariñosa de quienes tratan con niños pequeños significa, por lo general, que basta eso
para obtener una respuesta: ¡el final del problema!. e-Educa Cibercultura para la Educación AC
COMPETENCIAS DIDÁCTICAS: MATEMÁTICAS. LECTURA 3 2
Pero abundan ya los datos de investigación que muestran que la oportunidad de jugar de modos
diversos con diferentes materiales se halla estrechamente ligada al desarrollo de las destrezas del
pensamientos tanto abstracto (simbólico) como divergente, promotoras a su vez de las
capacidades de resolución de problemas (PELLEGRINI, 1985). PEPLER(1982) indica que
existen tres temas comunes que ligan la resolución de problemas y el pensamiento divergente y
que son:
• Una exploración específica que proporcione información inicial sobre los objetos
• La naturaleza experimental y flexible del juego.
• El juego con objetos simbólicos que podría facilitar la transición del pensamiento
concreto al abstracto, el primero postulado por BRUNER (1972) y el último por
VYGOTSKY (1977:76)
Esto ofrece la apariencia de encajar igualmente bien en la noción actual de la espiral del juego y
así o sostiene además LIEBERMAN (1977) y DANSKY (1980). El primero estableció
correlaciones positivas entre las calificaciones de los profesores sobre el comportamiento lúdico
de los niños y sus destrezas del pensamiento divergente; el segundo afirma que el juego de
simulación y fantasía lleva a los niños, tras un período lúdico libre, a ser capaces de lograr unas
mayores posibilidades de “uso alternativo” de los objetos con que jugaron que las obtiene un
grupo de control. SMITH Y SIMÓN (1984:204) admiten que tales resultados parecen confirmar
la opinión de que existe una superioridad general de las condiciones del juego sobre las carencias
de éste, revelada en las tareas divergentes. Pero advierten que es difícil aceptar la metodología de
tales estudios, en razón de la naturaleza esquiva del constructo del juego, tanto más si se tiene en
cuenta la relativa ignorancia que aún existe sobre los efectos del juego (SMITH Y SIMON,
1984:213).
Pese a todo ello, VANDENBERG (1986:117) considera el juego de los niños como un recurso
natural potencialmente valioso, si se utiliza en el desarrollo del individuos creativos que serán
fuente de una innovación tecnológica tan necesaria para nuestra supervivencia económica; y
sugiere el empleo del juego de los niños como base para atender a las futuras demanda de la
sociedad, demandas sobre las cuales solo podemos especular pero de las que cabe tener la
seguridad de que, en gran medida, necesitarán adaptabilidad y flexibilidad.
Tras haber trabajo reciente y estrechamente con un grupo de niños de 5 años en un intento por
resolver problemas de estabilidad y altura, tengo el convencimiento de que, después de un
periodo de seis semanas, unas tempranas oportunidades para jugar con diversos materiales que
permitían la construcción de estructuras altas incrementaron su capacidad para formular diversas
soluciones a las que no fueron capaces de llegar en etapas anteriores. Los que realmente tuvo
significado fue que cada niño pudo ofrecer algo, ocasionalmente una solución personal, pero que
era más frecuente que un resultado de grupo. También lo advirtió así BURNS (1987), que
descubrió que los profesores que acometían tareas de resolución de problemas había de
reflexionar sobre toda la cuestión de la inteligencia y de las capacidades de los pequeños a la luz
de su nuevo enfoque del aprendizaje con los niños. A veces es muy raro que los pequeños
realmente dotados de una clase lleguen a ampliar sus capacidades. Sin embargo, éstos son a e-Educa Cibercultura para la Educación AC
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menudo quienes no sólo pueden resolver problemas, sino, en primer lugar, plantearlos si se les
proporciona un rol en la clase permitiéndoles que utilicen la plenitud de su talento.
El hecho de que incluso los niños muy pequeños sean claramente capaces de formular muchas
preguntas de “por que”, proporciona algún indicio de que, con un poco de ayuda y estímulo para
que usen sus experiencias por limitadas que sean, habrá respuesta que los niños pueden hallar por
sí mismos. Esto subraya las afirmaciones expresadas en el capítulo anterior sobre quién realiza
las preguntas e la mayoría de las clases de la educación infantil.
También pone de relieve la interrelación entre todos los elementos de la educación y el lenguaje
de la primera infancia, que es el medio principal a través del cual todos nosotros pensamos,
razonamos y respondemos. Un ejemplo divertido destaca una dificultad en que a veces tropiezan
docentes y niños. Tres pequeños de 5 años trataban de construir con materiales de desecho una
casa para un osito. De un modo típico, alzaron lo que equivalía a un muro, que marcaba un
perímetro en donde orgullosamente le centraron. Luego pidieron a la profesora que acudiese a ver
la casa. La profesora afirmó que la casa parecía interesante, pero añadió: ¿Y si llueve? ¿Qué será
del osito? Los niños se mostraron sorprendidos. Entonces a uno de ellos se le ocurrió la
respuesta: ¡No puede llover en nuestra clase, Señora M.! Al encargar a los niños la tarea de
construir una casa para el osito, la profesora había pensado claramente en una representación de
una casa con paredes y tejado. Resultó evidente que los niños habían pensado en necesidades
distintas.
Hay diversidad de rasgos en el fondo de la capacidad de plantear y resolver problemas que
resultan muy naturales a los niños pequeños. Como señala CURTIS (1986:94): “La resolución de
problemas supones una mente inquisitiva y una curiosidad nata y, en este aspecto, los niños se
hallan naturalmente muy adecuados para ello”. ¡Pero la capacidad de resolución de problemas
exige también, y en primer lugar, que los reconozcan los niños! Partiendo de los resultados de un
estudio sobre la conciencia metacognitiva, EROWN y CAMPONE (1978) mostraron que, a
diferencia de los chicos mayores y de los
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