TIERRA-TERRITORIO Una Demanda Política O Un Re-encuentro Con El Sentimiento Colectivo

Mario Fernandez Revollo

1. ANTECEDENTES HISTÓRICOS

Referirnos al tema tierra-territorio, implica transversalizar un conglomerado de aspectos de carácter: político, social, económico y cultural, entre otros. Sin embargo, como preámbulo del presente, comenzaremos haciendo alusión al constructo histórico territorial en la línea establecida entre el 11 y 12 de octubre de 1492 .

Tras la asunción del señor Cortés al trono en México, se avizoraba el advenimiento del hidalgo Pizarro, para despojar de la zona andina al Inca Atawallpa. Hitos del indolente proceso colonial responsable para la reconfiguración territorial. De manera muy puntual, al respecto, en dicho tiempo se estableció la nueva forma de ejercer el poder territorial, ahora con diferentes soberanos y con más subalternos física y culturalmente.

Considerando la integralidad del concepto ‘territorialidad’, cabe intentar describirlo como: un acto, político-ideológico, de empoderamiento histórico, simbólico y, por sobre todo, de carácter holístico, relacionado a un determinado espacio geográfico; en tanto, rebasa los límites de la ocupación para caracterizar aspectos fundamentales del imaginario colectivo, la identidad y la auto-adscripción hacia un complejo contextual que configura la subjetividad del sujeto-comunidad.

Al respecto, en Bolivia, de manera particular, el tema tierra-territorio fue uno de los aspectos donde más se estableció resistencia, tanto física como simbólica. Tal hecho derivó en la reconfiguración organizacional de las sociedades plurales, cuyo principio de lucha fue el respeto y el arraigo hacia su contexto propio-natural.

Ya desde 1825 se intentó reformar la organización territorial de los diferentes sectores sociales, implementando leyes sustentadas por una retórica política-inclusiva y aplicadas unidireccionalmente a favor de los entonces considerados ‘clase burguesa’ lo cual, desde otra lectura de la realidad, estuvo siempre ausente en nuestro país.

2. EL NEO-TERRITORIO COLONIAL

Desde la Ley de Indias hasta la revolución del 52, el Estado ignoró la presencia, y mucho más los derechos, de los parias como actores sociales en busca de su reconstitución. Estos, sin muchas oportunidades para elegir, fueron desplazados de los espacios ancestrales a otros contextos, con la finalidad de servir al ‘fortalecimiento del ‘Estado indolente’; verbigracia, éstos subalternos rendía su fuerza de trabajo en lo profundo de las minas, al interior de las haciendas o barracas, e incluso en los campos desolados de producción agrícola, para sostener e incrementar las ambiciones del hidalgo.

A partir de 1953 , en la región andina y de los valles, se institucionaliza el orden geopolítico del país; a título de ciudadanía, se ‘incluye’ al indio como ciudadano boliviano a través de la alfabetización y la carnetización. Argumento válido para poder establecer un mejor plan tributario, convirtiéndolo en campesino. Supuestamente para alejarlo de la incivilización y otorgarle la condición de sujeto libre-servil, destinado a la producción alimentaria en forma parcelaria, ideal para un mejor control de impuesto.

Por su parte, en las regiones de tierras bajas, la suerte no fue mejor; pues se había domesticado al ‘buen salvaje’ para hacerlo sujeto dependiente, tanto física como espiritualmente, del patrón. En ese contexto, el hijo nacía pre-destinado a cancelar la deuda adquirida por el padre en su afán de proveer lo necesario para su familia, además de asumir la suya propia para heredársela a los nietos. Ambos sucesos, nada fantásticos, fueron configurando el imaginario de territorialidad como cimiento de la ontología cultural, redificada en base al constructo del imaginario

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