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Enviado por   •  11 de Octubre de 2012  •  2.855 Palabras (12 Páginas)  •  243 Visitas

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La democracia como gobierno d e hombres libres y dotados d e

“virtud” civica, sujetos a la ley, como concebian esa forma d e

gobierno Montesquieu o Rousseau, y como lo proclamaron

todas las Constituciones americanas despuks d e la Indepen-

denc i a , no pudo implantarse e n la realidad cultural, racial y

social de AmCrica Espaiiola: ya lo reconocieron Portales en su

famosa carta de sde Lima e n 1822 a Cea y, e n un horizante m8s

vasto, Bolivar, cuando confesaba que habia arado sobre el mar.

E n su lugar, la disoluci6n de l Imperio Espaiiol a partir d e 1808

tuvo q u e traer consigo, naturalmente, e l caudillaje d e 10s gene-

rales libertadores: un Carrera, un O’Higgins, un Freire y otros

menores, hasta 10s caudillejos surgidos e n Ia’Guerra a Muerte,

e n la frontera d e l Bio-Bio; tal vez e l filtimo d e esa especie h e el

gene r a l JosC Maria de la Cruz, e l derrotado en Loncomilla en

1851, despuks d e haber perdido la elecci6n presidencial d e ese

aiio. Baquedano no lo fue y perdi6 la Presidencia e n 1881, a

pe s a r de haber triunfado e n las batallas decisivas d e la Guerra

d e l Pacifico.

Es tos caudillos sustituian la legitimidad tradicionalde la Mo-

narquia Espaiiola y sujetaban a su arbitrio a 10s-arist6cratas

tradicionales, q u e sin embargo habian sido 10s primeros {nspi-

radores d e l movimiento d e Independencia: la espada surgia

como e l poder primordial, tal como e n la 6poca d e la Conquista.

E n 1829-1830, son 10s generales vencedores, Freire y Prieto,

sucesivamente, 10s q u e asumen el poder, y e l segundo despues

57 h e Pr e s ident e legalmente elegido, y tras 61, la “eminencia

gris” de Portales. Tambi6n e n 1841 surge un general vencedor,

Bulnes, per0 6ste ya no achia como caudillo. No obstante, con

Montt, Err6zuriz Zafiartu, Santa Maria y Balmaceda se asienta

un gobierno q u e podriamos llamar autoritario, per0 contenido

dent ro de las leyes y teniendo siempre q u e jugar con el Parla-

mento, e l egido por ellos, per0 no necesariamente servil: habia

u n e thos republicano. Balmaceda salt6 la valla, y desde enero a

agosto d e 1891 hay un verdadero caudillismo civil, de l tip0 del

“tribuno”, per0 con apoyo del Ejkrcito, contra e l Parlamento.

’Los Presidentes parlamentarios son lo opuesto a1 tip0 del cau-

dillo: “no son una amenaza para nadie”, se&n la frase que

caracteriz6 a Riesco. Con Alessandri cambia totalmente e l pa-

norama.

Proc edent e d e una familia italiana, aunque ligado ya por la

l ine a materna a una familia d e magistrados, y por el matrimonio

a la clase alta, tenia ya e n 1920 por detras la carrera d e un

diput ado coalicionista hasta e l tiempo d e Barros Luco, e n que

s e torna hacia la Alianza Liberal. Era m a s h desde 1906.74 La

senaturia por Tarapac6 lo convirti6 e n “el Le6n d e Tarapac6”

e n 1915.75 E n 1920 h e “endiosado” (Juan Gandulfo). El recibi-

mi ento q u e s e l e tribut6 e n marzo de 1925, a1 volver del destie-

rro, y todavia de nuevo como candidato e n 1931 y en 1932,

muestran hasta qu6 punto perduraba e n 61 el misterio de l “ca-

risma”. D e su personalidad viviente existen testimonios d e

todo orden, d e 10s mas cargados de odio hasta 10s mas devotos,

p e r 0 todos coinciden e n que t i ene peso. Los discursos q u e d e 61

poseemos, asi como sus “Recuerdos d e Gobierno”, la larga

entrevista q u e l e hace Armando Donoso, etc., nos dejan bastan-

t e frios: e l tiempo ha pasado y 10s largos periodos estilo Caste-

lar, 10s conceptos d e “progreso”, “evoluci6n”, “humanidad”,

“justicia social”, “solidaridad’, “leyes d e la evoluci6n hacia el

progreso”, etc., son usados demasiado vagamente como para

configurqr un verdadero ideario. N o obstante, para las multitu-

d e s q u e le escuchaban, tenia todo un carisma tribunicio; era,

precisamente, e l “tribuno d e la plebe” frente a1 Senado, a la

aristocracia, a la “canalla dorada”, representando la causa d e su

“que r ida chusma”. Pero m6s all6 del aficionadoa seguir e n sus

discursos las leyes d e la “psicologia d e las multitudes” d e Le

Bon -su obra m6s preciada- hay un politico inteiigente, que

sup0 comprender la necesidad hist6rica del momento, aunque

a travcs d e categorias constitucionalistas, que eran las propias

d e l abogado y de l politico d e su tiempo. E n cierta manera

58 revive e n 61 Balmaceda: e s precis0 establecer

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