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Tesis Virus del Papiloma Humano

wilsmen1213 de Marzo de 2014

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INTRODUCCIÓN

Desde principios del siglo XX estudios epidemiológicos generaron la sospecha de que el cáncer de cuello uterino estaba vinculado con la actividad sexual. Esto se confirmó en la década de 1970 al comprobarse que virtualmente todos estos cánceres eran consecuencia de la infección genital con el Virus del Papiloma Humano (VPH) por lo que el cáncer de cuello uterino debe catalogarse entre las enfermedades de transmisión sexual. Mientras en países desarrollados los nuevos casos (incidencia) y la mortalidad debidas al cáncer de cuello uterino por VPH han disminuido de manera significativa en este siglo, en los países pobres o en vías de desarrollo, no se ha observado este descenso y, en particular, los países de América Latina (como Venezuela) se han caracterizado por presentar las mayores tasas de incidencia.

Constituye un grave problema de salud pública en Venezuela y es la primera causa de muerte en la mujer venezolana. Sánchez, Romero, Salazar y Marin, (2008), señalan que en el 2007, se detectaron 3.757 casos y murieron 1.540 mujeres por esta causa. De ellas, 1.059 tenían entre 15 y 64 años de edad. La magnitud del problema puede medirse al tener en el país 10 nuevos casos y 4 defunciones al día. De cada 244 mujeres que se le detecta cáncer por cuello uterino 100 fallecen. A menudo esto se debe a que las mujeres solicitan ayuda cuando la enfermedad está avanzada o incumplen con el tratamiento, por lo general relacionado esto último con las diferentes inequidades sociales a la que se ven sometidas la población femenina de los países no desarrollados, como es el caso de Venezuela.

Por otro lado, de cada 100 mil mujeres en Venezuela, 12 murieron por cáncer de cuello uterino en el año 2003. La tasa de mortalidad en el 2003 ha experimentado un aumento 2%, con respecto al 2002. Por otra parte la variación de la tasa desde 1998 hasta 2003 es de 4%. La persistente ubicación del Cáncer de Cuello Uterino como una de las principales causas de muerte en la mujer, no deja de ser un reto para los servicios de salud; si bien es cierto que existen múltiples factores involucrados en la ocurrencia del padecimiento, como la dificultad para establecer medidas de protección específica que inciden en forma negativa en la ocurrencia del padecimiento, existen otros como: la identificación de factores de riesgo, la posibilidad de diagnóstico temprano y de tratamiento oportuno, secundados por el desarrollo tecnológico, y una mejoría en el acceso a los servicios de salud.

A pesar de todo lo antes descrito, existe una población vulnerable a la enfermedad ya que en la actualidad se considere que el cáncer de cuello uterino es uno de los cánceres potencialmente curables, lo que depende en gran parte de la identificación de los factores de riesgo pasibles de ser modificados en la población y que permitan sumar acciones a los programa de detección oportuna y control epidemiológico de este padecimiento tan preocupante en Venezuela. Por ello la importancia de este estudio, el cual está estructurado en seis capítulos los cuales se describen a continuación:

En el Capítulo I, se presenta el planteamiento del problema, los objetivos tanto general como los específicos y la justificación. El Capítulo II, contiene los antecedentes de la investigación, las bases teóricas y la Operacionalización de las variables. El Capítulo III, explica el diseño y tipo de la investigación, la población y muestra, las técnicas e instrumentos de recolección de datos, validación del instrumento y la presentación y análisis de los datos. El capítulo IV, corresponde a la presentación y análisis de los resultados, en el Capítulo V se incluyen las conclusiones y recomendaciones, el capítulo VI contiene la propuesta del plan de acción derivadas del estudio y finalmente se presenta las referencias bibliográficas y los anexos.

CAPÌTULO I

EL PROBLEMA

Planteamiento del Problema

Entre las infecciones de transmisión sexual, la causada por el Virus del Papiloma Humano (VPH) es la más comúnmente diagnosticada en todo el mundo, y se le asocia con lesiones que se presentan en la región ano genital, en la vagina y el cérvix. El comportamiento biológico de estos virus ha sido extensamente estudiado, debido a la asociación de éstos con neoplasias (cáncer de vulva, de vagina, cérvix y del canal anal). El cáncer de cuello uterino es el resultado de la progresión de leves anomalías epiteliales llamadas displasias o neoplasias intraepiteliales (NIC), pasando por carcinoma in situ, a carcinoma invasivo en mujeres mayores de 40 años. Aproximadamente la mitad del total de las mujeres que desarrollan cáncer de cuello uterino invasivo mueren después de los 5 años de diagnosticadas.

En los últimos años se han logrado importantes progresos en el estudio de las causas de la aparición del cáncer de cuello uterino. Actualmente es aceptado como principal causa la infección por VPH de alto riesgo y sus precursores; sin embargo, estudios epidemiológicos han mostrado que sólo una pequeña fracción de mujeres infectadas con VPH eventualmente progresan a carcinoma, por lo que se ha asumido que otros factores actúan en conjunto con el VPH, influenciando el riesgo de transición de la infección VPH cervical a malignidades. La reducción en la incidencia de cáncer de cérvix es uno de los mayores logros en salud pública en los países desarrollados, y esto comienza a ser una realidad en algunos países de economía emergente, debida principalmente al incremento de programas de tamizaje en la población abierta, y programas de detección temprana.

Una fracción considerable de las infecciones por VPH es subclínica. El varón puede ser portador y vehículo de la infección y socialmente puede identificarse grupos de alta prevalencia en la población de prostitución y en los grupos infectados por el VIH. La diseminación es por contactos sexuales y los órganos más susceptibles de infección con potencial de iniciar una transformación neoplásica son el cuello uterino (zona de transición) y la línea pectínea del canal anal. Las infecciones por VPH son frecuentemente en zonas amplias de tejido, en cuyos casos el ADN viral puede recuperarse del cuello uterino, vulva, vagina y canal anal.

La incidencia global y las tasas de mortalidad son distintas, si se compara a los países desarrollados con los países en vías de desarrollo. En los primeros, según Espinosa (2008), la incidencia de mortalidad por cáncer de cérvix ha disminuido en un 75 por ciento en los últimos 50 años. En contraste, este autor señala que el cáncer de cérvix relacionados con VPH en los países en vías de desarrollo es una de las primeras tres causas más frecuentes de morbilidad y mortalidad relacionada con el cáncer en mujeres. La discrepancia se debe primordialmente a que en los países desarrollados se han instituido programas de prevención, los cuales no existen en muchos países no desarrollados. Por su parte, Valdespino (2009) señala que en los Estados Unidos, la incidencia de cáncer de cérvix es 50 por ciento mayor en mujeres afroamericanas, que en mujeres blancas, y 66 por ciento mayor en mujeres de origen latinoamericano, cuando se comparan con el resto.

Actualmente, según cifras del Instituto Catalán de Oncología (2007), hay 310 millones de mujeres infectadas con VPH; de estas, 56 millones han desarrollado algún tipo de cáncer de cuello de útero. Asimismo, la Organización Panamericana de la Salud (2009) señala que cada año, se registran alrededor de 500 000 casos nuevos de cáncer cervicouterino, y aproximadamente 250 000 muertes en todo el mundo por esta causa. Anualmente, en la región de las Américas se notifican aproximadamente 92136 casos de cáncer cervicouterino y 37640 defunciones.

Es difícil establecer estimaciones del volumen de mujeres portadoras de infecciones ocultas por VPH y del espectro de lesiones asociadas. En este sentido, De San José y otros (2009) señalan que una aproximación plausible de la prevalencia de VPH en la población femenina oscila entre el 5 y 10% en los países desarrollados y en cifras ligeramente superiores al 15% en los países en vías de desarrollo. Estos autores señalan también que para la población de los 25 países integrantes de la comunidad europea en 2005, las cifras estimadas de la población a riesgo seria de 195 millones de mujeres mayores de 15 años, de ellas 15,5 millones serian portadoras de VPH, 2 millones de mujeres tendrían condilomas acuminados, 2 millones con lesiones escamosas intraepiteliales de bajo grado; 95.000 mujeres con lesiones escamosas intraepiteliales de alto grado y entre ellas se generarían 33.000 casos nuevos de carcinoma invasor (cerca de 60.000 en toda Europa).

En otros parámetros, se podría estimar que aproximadamente 20 millones de mujeres mayores de 15 años de los 195 millones censados en la Unión Europea (10,3% de la población en este grupo de edades) tienen, en un momento determinado, una afección genital, clínica o subclínica, atribuible a infecciones por VPH o a alguna de sus secuelas neoplásicas. Y estas cifras son en países donde por lo general se valora la prevención de las enfermedades, sobre la curación.

En México, Ferlay y otros (2008), señalan que en el año 2007 se presentaron 12512 nuevos casos de cáncer cervicouterino, de los cuales 5777, el 46% de los casos, fueron decesos. Esta enfermedad fue la primera causa de muerte entre las mujeres mexicanas con cáncer, ocupando un 16.6% de otros cánceres. La mayoría de las mujeres que desarrollan este cáncer tienen entre 40 y 50 años de edad. Sin embargo, cada vez es más común ver mujeres jóvenes infectadas,

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