Texto de asw

Él era como cualquier otro, es decir, común. No había nada que en él resaltara, nada que lo hiciera "especial". No tenía ese "algo" que todo el mundo tiene. Era uno más. Nunca afortunado en el amor, pues cuando se enamoraba, lo hacía de verdad, en serio, no como la gente de hoy en día... Él sí sentía amor, pero, por supuesto, a él no lo querían. Estaba enamorado de una muy linda chica; la amaba, y estaba dispuesto a morir por ella, aunque ella no quisiera nada más que una amistad. Cuando tenía 10 años, su padre decidió irse con otra mujer, pues ya no quería a su madre. Ella quedó destruida, al igual que su hijo. "Su papá se va a ir de la casa", le dijo ella a su hijo con su rostro inundado de lágrimas y el corazón en la mano, fue hasta donde su padre, le dio un abrazo para intentar persuadirlo de su decisión, pero fue en vano, quizás el amor que su padre sentía por esa otra mujer era más grande del que sentía por sus hijos, ahí fue cuando comprendió la responsabilidad que debía cargar desde ese entonces: cuidar de su madre y hermana. Él juró que si se enamoraría, amaría de verdad... y es lo que a hecho hasta entonces. Esa promesa le ha costado muchas lágrimas, lágrimas que él solia ocultar, pero que ahora, son tan difíciles de esconder. Su cuento favorito era El Ruiseñor y la rosa,  de Oscar Wilde, pues ahí hablan del verdadero enamorado, y se identificaba mucho. "ah, de qué cosa más insignificante depende la felicidad" . Él siempre pensó que su desdicha en el amor tenía que ver con su apariencia, pues no era nada apuesto. Era alto, moreno, con un problema de acné que había heredado de su padre, flaco, tenía asma y rinitis, y todo esto lo atormentaba a diario, pues quería ser idóneo para ella, para la hermosa chica de la cual se había enamorado. Empezó a usar colonia, se dejó crecer un poco el cabello, intentaba vestirse bien, escuchaba la música que ella escuchaba, usaba excusas para verla y poder admirarla, intentaba pasar el mayor tiempo posible con ella, e incluso llegó a apartar a sus "amigos" por estar con ella, pero nada de esto funcionó, ella no fijaba su atención en él. La amaba enserio. Todo de ella lo enamoraba cada vez más: sus hermosos ojos miel, su cabello corto, su perfecta e inigualable sonrisa, ese "algo" tan propio de ella... Todo en ella le parecía perfecto. Cuando empezaba a tener dudas sobre su amor hacia ella, sólo bastaba verla para saber que sí la amaba. Él era muy débil, pues cuando ella estaba mal, él estaba mal, cuando ella lo ignoraba, él sentía que su corazón se partía en miles de pedazos, él creía que siempre la maldita culpa era suya, no de ella, pues él fue el que se enamoró, el que se hacía las estúpidas ilusiones, el que imaginaba una vida junto a ella, el que cuando veía algo hermoso, como las estrellas, se imaginaba viéndolas con ella, abrazándola, diciéndole cuánto la quería... El soñar con ella se le había vuelto algo común, y no se cansaba de ello: amaba soñar con ella, que la besaba, que la abrazaba... Que la amaba. Todo esto lo hacía caer en profunda depresión, ya que sabía que nada de esto se haría realidad. Dejó de salir y escuchaba música deprimente. Empezó a beber, y desarrolló cierta adicción a esto, fumaba cinco o seis cigarrillos diarios, cuando acababa uno, le sacaba la poca nicotina ardiendo que quedaba y la soplaba hasta que se apagara completamente, comparaba la vida con un cigarrillo, pensaba que, pasara lo que pasara, este se acabaría, que las caladas que recibía eran las alegrías y decepciones que llegaban, o que cuando se apagaba a mitad de camino, era porque necesitaba esas alegrías o decepciones, pero que alguien más podría encender ese cigarrillo, pensaba que su cigarrillo, es decir, su vida, se había apagado, y que necesitaba de ese "alguien más" que pudiera brindarle ese fuego. Pensó que ella sería ese fuego, pero se equivocó, y de qué manera. En ocasiones, cuando sentía mucha tristeza, apagaba los cigarrillos en su antebrazo izquierdo, sentía mucha irá hacia él, y creía que eso era lo que merecía, pero no lo hacía sólo por ella, lo hacía por los problemas domésticos, cuando su mamá enfermaba, cuando el dinero escaseaba y él no podía ayudar... se sentía más que inútil. Siempre que iba en un automóvil deseaba tener un accidente, ya fuera para morir de una maldita vez, o para tener amnesia, que es cuando olvidas todo, y así, poder olvidarla a ella, y todo el dolor que él se buscó, quizás podría volver a enamorarse de ella, sólo que ésta vez sin ser tan estúpido. Cada vez habían menos cosas en su vida que lo alentaran a seguir, y ella encabezaba esa corta lista, pero, ¿qué pasaría si ella decidiera olvidarlo? Su patético autoestima no lo soportaría. Quizás él volvería a morir, y caería más, y más en el aguardiente y los Marlboro. Cada vez que la idea de: "no podré conseguir eso que quizás me haga feliz" se cruzaba en su cabeza, las lágrimas no daban aviso ni espera, tan solo fluían. Amaba la música, aunque no pudiera cantar, ya que su voz no servía para eso, y eso lo ponía más triste, pues siempre quiso cantarle una canción de amor a ella. Amaba el teatro, aunque no pudiera actuar, era demasiado tímido, y cada que ocurría algo que lo pudiera avergonzar, su cara ardía y el sudor hacía estragos en él. Cuando encontraba algo en lo que era "bueno", alguien más llegaba, hacía lo mismo, lo superaba, y se llevaba todo el maldito mérito. No podía hacer lo que amaba. Volvió a escuchar Metal, ya que esto no le recordaba a nadie, pues sabía que si seguía escuchando música de amor o de gente feliz, seguiría bebiendo y fumando. Amaba las canciones que le había dedicado a ella, entre esas "Something" de los Beatles, que por cierto, se la envío ebrio, habla de ese "algo" que hay en ella, lo que logró enamorarlo. Una vez, cuando él se iba a despedir de ella, inventó abrazarla, pero ella no dejó, puso su brazos, y tan solo dejo que él le diera un beso en la mejilla, un beso que ella, muy seguramente, hizo por lástima. Eso lo destruyó, lo único que pudo hacer fue voltear mientras luchaba contra las lágrimas que se acercaban con paso apresurado. De camino a su casa, pensó en todo, en su estupidez, su desdicha, su inutilidad, su maldita vida que se acercaba al borde del abismo, no podía con eso. Llegó a su casa, se sentó en las escaleras y prendió un cigarrillo, pues su casa solía estar sola. Se quedó observando una cuerda que colgaba de una reja, donde antes había una planta, y empezó a planear su suicidio: si haría una carta de despedida o sencillamente dejaría todo en incógnita. Cuando ya tenia su cuello atado a la cuerda escuchó a su perro llorando, como si le hubiese pasado algo, así que decidió despedirse de él. Cuando subió a su terraza el perro, lleno de energía, saltó hacia él, luego se echó para que lo consintieran, cosa que a él le dolió mucho, pues extrañaría a ese precioso perro, luego llegó su gato, e hizo lo mismo. Sus lágrimas brotaban como una cascada, ya no podía soportarlas más. Se quedó ahí tirado un rato con ellos, y en ese tiempo pensó: "¿qué estoy haciendo?", así que empezó a llenar de besos a su perro y gato, pensó en todo lo que pudo haber dejado atrás, a sus únicos amigos, a su familia, a sus mascotas, y a ella... Quizás a ella no le importara, pero a él sí, pues quería estar para ella siempre que pudiera, así ella no lo quisiera. Quería estar para sus amigos siempre que pudiera. Quería estar con sus mascotas hasta que alguno de los dos muriera. En este momento él está escribiendo ésto, y se siente muy estúpido por lo que pudo haber hecho. Hay una frase que a él le gusta mucho, dice: "una mentira dicha mil veces, se convierte en verdad." Lo que ahora planea es mentirse a sí mismo mil veces, decirce que está bien hasta que se lo crea. Ahora se siente mejor, y sí, se está mintiendo, y lo seguirá haciendo hasta que sea una realidad. Espero que así sea.

...