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Una perspectiva desde la antropología filosófica


Enviado por   •  10 de Octubre de 2012  •  9.942 Palabras (40 Páginas)  •  491 Visitas

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UNIDAD 1

¿QUE ES EL HOMBRE?

CAPITULO 1:

Una perspectiva desde la antropología filosófica

Nuestro objetivo en este capítulo descansará en comprender los principios nocionales, conceptuales y temáticos antropológicos desde las dimensiones filosóficas de lo humano.

Las cualidades inherentes a la constitución de lo humano: su esencia física y/o metafísica; su constitución corporal y/o espirituales; constituyen las preocupaciones de la antropología filosófica. En este capítulo iniciaremos el camino de nuestra conversación acerca de el hombre, a partir de cinco temáticas: en la primera el hombre como problema, en la segunda la diversidad de saberes antropológicos, en la tercera presentaremos tres fases históricas de interpretación de lo humano, en la cuarta al hombre como forma simbólica, y en la temática final la pregunta por el hombre.

El hombre como problema

La condición incompleta, deficitaria, imperfecta, insuficiente e inconclusa de la naturaleza humana, ha atravesado diagonalmente el pensamiento. La conciencia de ser un ente inacabado ha colocado las discusiones sobre la naturaleza humana en distintos matices. Sin embargo han compartido el mismo tema de la problematicidad, mistérica o trascendental de la condición humana.

Reseñemos las autores más importantes en su orden desde finales del siglo IXX:

Max Scheler filosofo alemán fue uno de los más importantes precursores de la antropología filosófica e insistente pensador de la condición humana; en su obra más importante, El puesto del hombre en el cosmos, argumentó que el intento por resolver la cuestión de que es el hombre se encajaría en tres líneas: una de tradición griega definiendo al hombre a partir de la razón o filosófica, la segunda de raíz judeocristiana según la cual el hombre es creación de dios a su imagen o teológica; y la última, que considera al hombre el pináculo más perfecto de la evolución orgánica o científica.

Scheler critica el monismo de estas corrientes, todas pretenden definir al hombre a partir de un aspecto. Su reflexión, en cambio pretende conciliar las visiones dichas sin negar ninguna. Se propone identificar la esencia de lo humano, para ello afirma que el hombre es esencialmente espíritu, un ser tensional, puesto que el espíritu diferencia radicalmente al hombre tanto de lo inorgánico como de lo orgánico. El espíritu es el principio cognoscitivo y no es evolutivo: las plantas no tienen conciencia, los animales tienen conciencia pero el hombre tiene autoconciencia. El concepto del hombre de Schler lo analiza Farber en su ensayo Max Scheler on the Place of Man in the Cosmos: El problema de determinar el lugar especial del hombre requiere que el significado del hombre esté definido apropiadamente. Para Scheler, el término hombre no se debe utilizar para nombrar los caracteres especiales poseídos por los hombres como subgrupo de vertebrados y de mamíferos. (...) Para Scheler, hay un nuevo principio que hace al hombre ser

hombre, un principio opuesto a la vida en general, que no se puede reducir a la evolución natural de la vida. El término espíritu nombra este principio (Farver: 395).

Plessner Helmut, un filósofo nacido a finales del siglo IXX y muerto hace dos décadas, definió al hombre como un ser en una posición excéntrica. Esto quiere decir que el hombre habita el límite entre el mundo de los organismos y el mundo construido por él, el mundo de la cultura. Mientras que el mundo del animal esta atado a su aquí y ahora y orientado únicamente por las fuerzas de sus impulsos orgánicos, el hombre decide y/o puede tanto resistirse a ellos como fabricar un mundo autónomo o mas allá del cuerpo, tal condición define tanto su libertad como su naturaleza particular. En suma se orienta hacia sí mismo como al exterior de sí (Helmut Plessner en Beorlegui 1984: 29).

Ghelen Arnold educado en el ambiente de Scheler marcó sin embargo una posición distinta respecto a Plessner y a su maestro, ya que en su libro El hombre, su naturaleza y su lugar en el mundo definió al hombre como un animal defectuoso cuya tutela individual es asumida por los aparatos institucionales, subsanando el faltante en su naturaleza. El hombre es un ser deficitario (Beorlegui: 32).

Por último podemos agrupar varios autores contemporáneos, entre ellos a Michel

Foucault, Jacques Lacan, Gilles deleuze, en una concepción neo critica de lo humano, cuyo carácter común es el redimensionamiento de lo humano, en discusión con las nociones de hombre de la modernidad. Foucault (1985) afirma que el hombre es una forma de la práctica discursiva de la modernidad originada en el cruce de saberes de las ciencias humanas, con ello propone la posibilidad de construcción de múltiples formas de humanidad no restringidas a la concepción de hombre de la cultura occidental europea desde el siglo XVIII. Lacan desde su interpretación del sicoanálisis, defiende al sujeto en falta porque el sujeto completo, de la verdad, es sujeto sin falta, o sin deseo, con lo cual se designa la muerte, por lo tanto el sujeto es precisamente el deseo o incompletud radical.

Deleuze, (Gilles 1987: 153), define al sujeto como pliegue del afuera, con lo cual la interioridad es sola una extensión de la exterioridad, y comporta todas sus cualidades, no hay separación cuerpo-mente sino línea continua dinamizada por la fuerzas deseantes en el ser, así, el ser humano es una subjetividad en construcción múltiple.

Concluyamos entonces que en la temática del hombre como problema en la antropología filosófica pueden indicarse dos perspectivas de la condición del animal humano, una en la que la desvinculación con lo orgánico le otorga al hombre su carácter liberador y trascendente y otra donde su incompletud lo ajusta y ata a las estructuras de la cultura y sus instituciones.

Diversidad de saberes antropológicos

Ya vimos en la temática pasada que las diferentes interpretaciones del hombre encuadran en tres tradiciones como nos ilustra la figura numero tres. Scheler fue quien estableció estos tres ámbitos de ideas en su recorrido por la historia del pensamiento occidental y así lo manifestaría en su obra, El puesto del hombre en el cosmos: Si se pregunta a un europeo culto lo que piensa al oír la palabra hombre, casi siempre empezarán a rivalizar en su cabeza tres círculos de ideas, totalmente inconciliables entre sí. Primero, el círculo de ideas de la tradición judeocristiana: Adán y Eva, la creación, el Paraíso, la caída. Segundo, el círculo de ideas de la antigüedad

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