Vampirismo. Componentes sanguíneos
FlorLopezH19 de Febrero de 2015
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“VAMPIRISMO”
El síndrome de Renfield describe una enfermedad mental que afecta a las personas provocando en ellas la necesidad de ingerir o sentir la sangre de otros seres vivos, sean animales o humanos, para así alimentarse de su fuerza vital y ser más poderosos creyéndose vampiros.
De acuerdo a la descripción actual, el síndrome de Renfield se clasifica por sus proponentes, como representando una variedad de la esquizofrenia o como expresión de otra parafilia.
Las víctimas de esta condición, en su gran mayoría, pertenecen al género masculino.
El trastorno, generalmente, es precipitado por algún incidente en la niñez en que el individuo afectado asoció la visión de la sangre como un evento excitante.
Durante la pubertad, los sentimientos de la atracción por este humor se tornan eróticos en su naturaleza. Por ello se considera una parafilia.
Las siguientes son las características propuestas del síndrome de Renfield:
Un acontecimiento fundamental a menudo conduce al desarrollo del vampirismo (beber sangre). Esto ocurre generalmente en la infancia, y la experiencia de sangrar o el sabor de la sangre se encuentra “emocionante”. Después de la pubertad, esta excitación asociada con la sangre se experimenta como un despertar sexual.
La progresión del síndrome de Renfield sigue un curso típico en muchos casos:
El auto vampirismo generalmente se desarrolla primero, por lo general en la infancia, inicialmente al auto inducir raspones o cortaduras en la piel para producir sangre, la cual es luego ingerida, para luego aprender como abrir los grandes vasos sanguíneos (venas, arterias) con el fin de tomar un constante flujo de sangre caliente de forma más directa. La sangre puede entonces ser ingerida en el momento de la apertura, o se puede guardar en frascos u otros recipientes para beberla más tarde o por otras razones. La masturbación con frecuencia acompaña a las prácticas autovampirísticas.
La zoofagia (literalmente, la alimentación de seres vivos, pero más específicamente el consumo de su sangre) puede desarrollarse antes del auto vampirismo en algunos casos, pero usualmente es lo próximo a desarrollar. Las personas con síndrome de Renfield pueden ellos mismos atrapar y comer o beber la sangre de seres vivos como insectos, gatos, perros, o aves. La sangre de otras especies puede ser obtenida en lugares tales como mataderos e ingerida entonces. La actividad sexual puede acompañar o no a estos actos.
El vampirismo en su verdadera forma es la próxima etapa a desarrollar, obteniendo y bebiendo la sangre de seres humanos vivos. Esto se puede hacer mediante el robo de sangre de hospitales, laboratorios, etc., o tratando de beber la sangre directamente de otros. Generalmente esto implica algún tipo de actividad sexual consensual, pero en casos del tipo asesinato sexual y otros crímenes violentos no letales, la actividad sexual y el vampirismo pueden no ser consensuales.
La compulsión por beber sangre casi siempre tiene un fuerte componente sexual asociado a ella.
La sangre puede tomar a veces un significado casi místico como símbolo sexual de vida o poder, y, como tal, una experiencia de bienestar o de atribución de poder será reportada por las personas con síndrome de Renfield después de tales actividades.
Las personas con síndrome de Renfield son principalmente varones.
Las características definitorias del síndrome de Renfield es la compulsión de beber sangre. Otras actividades relacionadas como la necrofilia y necrofagia, que no tienen como su objetivo el beber sangre, no se consideran aspectos de este trastorno.
Esta es la traducción al castellano de Status del Vampirismo y el Autovampirismo, artículo de A. Bourguignon, donde se define conceptualmente ambas patologías, tratamos aquí de casos del llamado vampirismo clínico. Nuevamente vemos aquí la descripción de patologías extremas, con implicaciones de violencia sexual, mutilación, etc.:
Cualquier interpretación de la perversión llamada vampirismo debe tomar en consideración los mitos en los que las relaciones entre los vivos y los muertos (vampiros, íncubos, súcubos, etc.) están representados, mitos a través de los cuales las personas vivas proyectan sobre los muertos en ambivalentes, sexuales y agresivos, deseos que tenían para con los muertos cuando aún estaban vivos.
Clínicamente la palabra vampirismo debe ser utilizada para nombrar todos los actos sexuales o agresivos, tanto si el chupar sangre sucede o no, cometido en una persona muerta o moribunda. En un tercio de los casos el acto tiene tanto componentes sexuales como agresivos (la mutilación del cadáver); en los otros dos tercios el acto sólo parece tener un componente sexual (placer sexual en la presencia de o en contacto con el cadáver).
El origen y el significado de esta perversión excepcional es discutida. El auto-vampirismo, aún más excepcional que el vampirismo, difiere de este último por el hecho de que la succión de sangre es el síntoma esencial y por el hecho de que no está en el lado de sadismo sino en el lado del masoquismo. A la luz de dos historias clínicas, una de ellas nunca antes publicada, y sobre la base de la teoría freudiana del masoquismo, una interpretación de los datos es planteada.
Componentes Sanguíneos
¿Qué es la sangre?
La sangre es el fluido de la vida.
La sangre es un tejido líquido que regula el transporte del oxígeno que recoge en los pulmones a todos los tejidos del cuerpo, y elimina el dióxido de carbono transportándolo desde los tejidos hasta los pulmones.
La sangre es el fluido del crecimiento, transportando los nutrientes desde el aparato digestivo hasta las células, y hormonas desde las glándulas hasta todos los tejidos del cuerpo.
La sangre es el fluido de la salud, transportando a los tejidos las sustancias que combaten las enfermedades y llevando los desperdicios a los riñones, hígado y otros órganos de excreción.
La sangre también tiene un papel importante en funciones como la coagulación, la inmunidad y el control de la temperatura corporal.
La cantidad de sangre de una persona está en relación con su edad, su peso, sexo y altura. Una persona adulta puede tener entre 4 y 6 litros de sangre, aproximadamente el 7% de su peso corporal.
La sangre está constituida por varios elementos con funciones diferentes, de ahí que puedan ser transfundidos a pacientes distintos según las características de su enfermedad. Es por eso que con sólo una donación se puede beneficiar a más de un enfermo.
Los glóbulos rojos, también denominados hematíes ó eritrocitos, son las células sanguíneas más numerosas, cuyo característico color rojo se debe a una proteína que se halla en su interior llamada hemoglobina, responsable de ligar el oxígeno para transportarlo desde los pulmones a todos los tejidos del organismo para que las células respiren.
También se encargan de eliminar el dióxido de carbono que se produce por la actividad celular.
Los glóbulos rojos se forman en la médula ósea, que se halla dentro de los huesos del esqueleto, desde donde son liberados al torrente sanguíneo.
Su déficit (anemia) provoca una carencia de oxígeno en los órganos vitales de los enfermos. En este caso deben administrarse concentrados de hematíes
Los glóbulos blancos, o leucocitos, se encargan de proteger al organismo contra el ataque de bacterias, virus, hongos y parásitos. Cuando hay una infección aumentan su número para mejorar las defensas. Unos se forman en la médula ósea y otros en el sistema linfático (bazo, ganglios, etc...).
Los glóbulos blancos están constantemente atentos a cualquier signo de enfermedad. Cuando aparecen los gérmenes utilizan diferentes maneras para atacarlos; pro ejemplo produciendo anticuerpos protectores que inutilizan a los gérmenes; ó rodeando y devorando a la bacteria invasora.
Las plaquetas, o trombocitos, son las células sanguíneas más pequeñas. Intervienen en la coagulación de la sangre impidiendo las pequeñas hemorragias que se producen habitualmente en las arterias, venas y capilares; además de producir diversas sustancias que ayudan a la cicatrización de las heridas.
Se producen en la médula ósea y viven entre 6 y 7 días. Su déficit (trombopenia), que es frecuente en enfermedades como la leucemia, o tras algunos tratamientos del cáncer, provoca la aparición de hemorragias graves. El tratamiento prioritario en estos casos es la transfusión de concentrados de plaquetas.
El plasma es la parte líquida de la sangre. Compuesto fundamentalmente de agua y proteínas, interviene en múltiples procesos metabólicos básicos para el organismo como la coagulación de la sangre, la inmunidad y el transporte de varias sustancias y medicamentos.
Entre las sustancias más importantes que transporta el
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