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Vinculo Pedagógico

crsindoni4 de Mayo de 2014

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El vínculo pedagógico, maestro-alumno

Hugo Torres Salazar*

* Doctor en Historia. Labora en el Departamento de Historia del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) de la Universidad de Guadalajara (UDG). Psicoterapeuta psicoanalítico; es miembro de la Asociación Psicoanalítica de Guadalajara y candidato del Instituto de Psicoanálisis de la Asociación Psicoanalítica Mexicana. Correo electrónico: htorres@udgserv.cencar.udg.mx

El punto de partida de cualquier discusión sobre el papel del profesor en la formación de estudiantes, debe de partir del análisis de los propios recursos que el maestro aporta como sujeto —su historia personal—, de las historias de los sujetos que interactúan con él —los alumnos—, de la historia que construyen en el aula y de las condiciones sociohistóricas en que se desarrolla la aventura del proceso educativo.

Hoy se reconoce el derecho del profesor a ocupar un puesto activo no centralizador en el hecho educativo, de manera que no se concibe la educación sin el educador y el educando, porque ella es, en todos los casos, una relación, una actividad fundamentalmente social y creadora de vínculos.

El vínculo que se produce en esta relación se ve influido por las características del entorno social e institucional donde se produce dicho vínculo; por los intereses, actitudes y características de los estudiantes y de los profesores, y además por las propias características y complejidades del conocimiento que se está enseñando. En suma, podríamos decir que la docencia se ve afectada por el momento histórico en que se desarrolla.

El origen de la profesión docente como su ejercicio en la sociedad, ha sido concebido tradicionalmente por muchas generaciones y en muchos países como la práctica de un apostolado. Concebir así la docencia no permite ver con claridad el papel del docente e ir a una reflexión profunda y amplia sobre la misma. Para nosotros, trascendiendo el tiempo en que recibimos educación, ambas actividades son indisolubles donde el maestro ejerce el trabajo profesional y donde en ese ejercicio se construye. Se construye cotidianamente a través de las interrelaciones que se suceden en el aula, en la escuela y en la sociedad. Bajo esta premisa podemos afirmar que el maestro no nace, ni se hace, sino se construye; se construye en la cotidianidad de su trabajo social, en la cotidianidad del trabajo áulico; el profesor y el estudiante construyen el proyecto docente a través de la relación vincular... "la educación no crea al hombre [al ser humano, diríamos], lo ayuda a crearse a sí mismo". (Debesse).

Es en el aula donde el maestro recibe un gran intercambio de acciones físicas y afectivas de sus alumnos que le resultan continuas, ineludibles e irrepetibles pero que se incorporan a su experiencia y lo convierten en un ente activo en la conducción del aprendizaje.

El aula es el ámbito natural donde el maestro se realiza o se enajena, aunque con frecuencia las representaciones que tiene la sociedad del trabajo del maestro no corresponden a las que constituye el trabajo real en el aula, y de esto viene toda una serie de falsas expectativas y valoraciones irreales hacia el trabajo del profesor.

Para cualquier docente que ejerza su quehacer profesionalmente, el trabajo en el aula no se circunscribe a una actividad ya dada y determinada por un territorio de cuatro paredes; su acción trasciende en la formación de profesionales que transformados en el aula, transformen a la sociedad en que se desarrollan y que la capacitación que reciben como seres humanos, no sólo sea para ver la vida, sino para el ejercicio profesional en la vida, para la difusión y práctica de la teoría escolar y como testimonio integral de la sociedad a la cual pertenecen. Para ésto, el maestro no puede estar ajeno a las situaciones históricas específicas de su país y de su entorno que impacten su práctica docente; revoluciones, guerrillas, procesos políticos, inflación económica, salarios, sindicatos, marginación, etcétera. La adaptación mecánica en el proceso docente del alumno y del maestro significa el reduccionismo del complejo y rico proceso de enseñar y aprender y la ausencia de la realidad social en la práctica docente.

Es aquí donde el maestro debe practicar la reflexión personal y la responsabilidad en el respeto y en la verdad; "los hábitos de libre examen al mismo tiempo el espíritu de tolerancia". (Gregorio Torres Quintero). No olvidemos que la pedagogía idealista insistió demasiado en la distinción entre instrucción y educación y el elemento fundamental de su argumento fue el considerar al alumno como un mero mecanismo receptor.

Reconocer que el trabajo docente es ejercido por sujetos concretos, poseedores de una historia e influenciados por su época así como por el momento en el cual viven, llevan a romper el esquema ordinario que considera al ejercicio magisterial como actividad homogénea, nos lleva a un nuevo planteamiento donde se reconoce al maestro, a reconocer que es en la docencia donde se construye y recibe las particularidades de la institución donde se desempeña.

En cada escuela el trabajo de los maestros adquiere un contenido específico, "éste se construye en la cotidianidad escolar (y) se define mediante un proceso de construcción continuo donde intervienen de manera central las condiciones materiales específicas de cada escuela y las relaciones al interior de ella". (Aguilar: 88). De esta manera cada escuela produce a sus maestros y a sus alumnos, o más bien diríamos; cada escuela tiene los maestros y alumnos que merece.

Es en la escuela donde se produce la construcción-realización de la pareja educativa, y donde se genera el vínculo pedagógico maestro-alumno. Ya Gramsci citaba a la docencia como "el trabajo viviente" del maestro que se produce dentro de una sociedad y en un momento histórico determinado donde cada uno de los actores refleja sus relaciones civiles y culturales diversas y antagónicas".

La teoría del vínculo que viene de la psicología —Pichón-Rivière, 1956—, considera al individuo como una resultante del interjuego establecido entre el sujeto y los objetos internos y externos, en una predominante relación de interacción dialéctica, la cual se expresa a través de determinadas conductas. En todo momento el vínculo lo establece la totalidad de la persona en constante proceso de evolución, por lo cual, el alumno en su formación educativa, nunca expresará un tipo único de vínculo sino el empleo en forma simultánea de diferentes estructuras vinculares; resumiendo se puede afirmar, que existen muchas maneras de relacionarse, es decir, existen muchos tipos de vínculo.

El tipo de relación o vínculo establecido entre el alumno y el profesor, será el que defina el tipo de estructura de la conducta que se manifestará en la clase, sólo que no siempre es fácil determinar ese objeto de la conducta, ya que puede ser concreto y visible, o interno, virtual y por lo tanto invisible para el observador externo, para el maestro. Más aun, la relación con el objeto puede ser doble: externamente el alumno puede estarse relacionando con el maestro, mientras que internamente la relación establecida es con otro objeto, que entonces sería virtual. En este caso es un sujeto disociado, una parte está en clase la otra , no lo está.

Pongamos algunos ejemplos:

El profesor de historia expone su clase. Uno de sus alumnos, en especial parece seguir atentamente su exposición, sin embargo cuando es requerido para que responda la pregunta que el profesor le ha hecho, la respuesta es totalmente equivocada. Qué ha pasado? El alumno en cuanto a la parte externa de su conducta, o sea, su postura física, la atención al profesor, tomar apuntes,... demuestran que está relacionado con el objeto externo, el profesor; pero internamente; su conducta tiene como objeto la chica que conoció el fin de semana, que en este caso constituye un objeto virtual, ya que ella no está presente físicamente en el salón, sino sólo en el pensamiento del alumno. Decimos que el alumno está disociado, ya que físicamente y con su actitud corporal está presente en el salón y en la exposición de la clase, pero realmente está en otro lado.

Otra situación pudiera ser la siguiente:

El profesor hace preguntas a sus alumnos, e inicia con ellos una discusión sobre el tema de la clase. De pronto, ante una intervención del profesor, uno de sus estudiantes reacciona agresivamente, con un marcado enojo que se manifiesta en el tono y en lo elevado de la voz. El profesor se molesta, cae en la provocación, responde igual de agresivo, y saca de clase al alumno. No se explica qué fue lo que tanto molestó al alumno. Lo que el profesor no sabe es que uno de sus gestos, unido a una determinada palabra, hizo que el alumno lo identificara con su padre, con quien había tenido un gran disgusto esa mañana. Así es que la reacción de enojo del alumno, más que contra el profesor a quien tenía enfrente y que era el objeto concreto de su conducta, iba dirigida contra su padre, quien, aunque no estaba presente físicamente en ese momento, era el objeto virtual al que estaba ligada la conducta del alumno. Con esto no quiero decir que siempre el profesor deberá pagar los platos que no rompió, sino explico las causas motivacionales de la conducta de los alumnos. En este caso, a través del proceso de la transferencia, el estudiante transfiere en la figura del maestro las características de una figura anterior, revive el vínculo primitivo que el alumno tiene con sus objetos primarios, de su primera época de vida; la madre y

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