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Vulnerabilidad Social Ante Desastre


Enviado por   •  4 de Agosto de 2014  •  2.168 Palabras (9 Páginas)  •  297 Visitas

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Vulnerabilidad Social ante Desastres

Vulnerable: Que puede ser herido o recibir lesión, física o moralmente.

La vulnerabilidad es la probabilidad de que una comunidad expuesta a una amenaza natural, según el grado de fragilidad de sus elementos, pueda sufrir daños humanos y materiales.

El desastre es un fenómeno social, no la ocurrencia del hecho meteorológico, sísmico o volcánico, sino el impacto de ese hecho en una comunidad o sociedad.

Más aún, el desastre es una manifestación de fallas en el sistema social para proteger a las personas ante consecuencias de fenómenos naturales.

Cuanto más pobre es un país, mayor es el impacto del fenómeno natural y la posibilidad de que este se convierta en desastre. Además de que la pobreza aumenta la probabilidad de desastres, los desastres contribuyen a hacer más subdesarrollado el subdesarrollo, porque a los daños y afectaciones de la que son necesarios recuperar, se une el costo de oportunidad: por ejemplo, lo que se pierde por no exportación debido a las afectaciones y los gastos de restauración que pudieran tener otro destino.

Los desastres son evitables con las políticas públicas adecuadas para reducir la vulnerabilidad de las sociedades. Sin embargo, América Latina es cada vez más pobre y más desigual, y por ende, más vulnerable que antes y no se perciben perspectivas de cambio mientras continúen aplicándose políticas neoliberales.

Altos niveles de educación, salud y organización popular, sistemas de alerta, de prevención y de asistencia ante amenazas naturales, constituyen la clave del éxito. La prevención es la actividad realizada para controlar o mitigar el impacto de un fenómeno natural con vista a impedir o reducir el potencial daño provocado por este. Visto con una perspectiva no economicista aunque sí económica, política y social, los recursos destinados a la prevención y mitigación del impacto de los fenómenos naturales son una inversión de alto rendimiento. La reducción de la vulnerabilidad es posible si se incorpora de manera orgánica a las políticas públicas y por tanto a las decisiones de gastos e inversiones los medios que reduzcan la exposición a la vulnerabilidad.

VULNERABILIDAD SOCIAL Y DESASTRES

Vivimos en un mundo complejo tanto por las relaciones de los hombres entre si, como por las relaciones de los hombres con la naturaleza. Junto a la problemática asociada a la conservación del medioambiente para evitar o mitigar algunos desastres, se ha venido prestando atención a la problemática asociada a los desastres como consecuencias de fenómenos naturales.

La ONU ha calculado que a lo largo del siglo XX cada año como promedio han perecido 60 000 personas y unos tres millones han quedado lesionadas o sin hogar como consecuencia de la acción de fenómenos naturales. En América latina los desastres son recurrentes. En 1999 la CEPAL consignó que cada año como consecuencia de fenómenos hidrometeorológicos, sísmicos y vulcanológicos se producían, como promedio, en América Latina, unos 1500 millones de dólares en pérdidas y se cobraban 6 000 vidas. Siendo Centroamérica y el Caribe una de las regiones más vulnerables a este tipo de fenómeno, mencionaremos el caso del huracán Mitch, considerado causante de la peor catástrofe del siglo XX en la región, que provocó pérdidas por 6 mil millones de dólares, contabilizándose 9614 fallecidos y más de 15 000 heridos.

Cada año, justamente en esta época, de junio a noviembre, se vive la temporada ciclónica y nuestros países están más expuestos a este tipo de fenómeno natural. Sin embargo quisiera adelantar un criterio, bastante generalizado en las ciencias sociales, de que un fenómeno natural alcanza la categoría de desastres cuando es conjugado con determinadas condiciones sociales. En este sentido, el desastre es un fenómeno social, no la ocurrencia del hecho meteorológico, sísmico o volcánico, sino el impacto de ese hecho en una comunidad o sociedad, o sea cuando golpea de tal forma al sistema social que afecta la capacidad de éste para manejarlo y recuperarse, afectando en grado sumo a las personas, sus bienes y los recursos de la comunidad. El fenómeno físico es el agente, pero la magnitud de los muertos, heridos, afectados, los daños económicos y las perdidas en general están relacionadas con condiciones y procesos sociales.

El desastre es una manifestación de fallas en el sistema social para proteger a las personas ante consecuencias de fenómenos naturales. La aseveración anterior se capta mejor, cuando analizamos el efecto de un mismo fenómeno en países con diferentes niveles de desarrollo. Por ejemplo, el huracán George afectó a la República Dominicana en 1998, causando daños estimados en 2 193 millones de dólares, equivalente al 14% del PIB de ese país y cerca de la mitad de sus exportaciones (CEPAL). Ese mismo huracán afectó al estado Norteamericano de La Florida, pero la magnitud de sus daños no tuvo los mismos efectos ni para ese estado, ni para ese país, los Estados Unidos.

Aunque las perdidas absolutas por causa de un fenómeno natural pueden ser superiores en un país desarrollado, las perdidas como porcentaje de la riqueza nacional son superiores en un país subdesarrollado. Hay una relación inversa entre potencial económico de un país y vulnerabilidad a los desastres. Piénsese en el caso de los países agroexportadores de Centroamérica y el Caribe. Economías que dependen de uno o dos productos de exportación, y en zonas de fenómenos naturales recurrentes como los ciclones, son extremadamente vulnerables.

Hace poco leí una información sobre Fiji, que refería que después de padecer 17 huracanes en nueve años y tres en menos de dos años, ocasionando cuantiosas pérdidas, se estimaba que estas podían reducirse empleando técnicas constructivas más seguras, las cuales posiblemente no estaban al alcance de los sectores mayoritarios de la población. Los ejemplos pudieran multiplicarse, pero lo que quiero trasmitir es que hay una relación entre pobreza y desastre, que puede inferir que cuanto más pobre es un país, mayor es el impacto del fenómeno natural y la posibilidad de que este se convierta en desastre.

Un viejo estudio de la ONU (1974) estimaba que el 95% de las muertes por desastres ocurrían en el Tercer Mundo. Se cita el caso de Perú y Japón, ambos países expuestos a los mismos fenómenos hidrometeorológicos. Mientras para Japón las afectaciones alcanzan un promedio de 63 muertes anuales, en Perú el promedio es de 2 900. (Anderson, 1985). Para ubicar estos datos en su contexto, hay que tener en cuenta que Japón tiene aproximadamente 127 millones de

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