ETICA DE LAS PROFESIONES
26 de Noviembre de 2013
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ÉTICA DE LAS PROFESIONES
LOS OBSTÁCULOS ESTRUCTURALES A LA RESPONSABILIDAD PROFESIONAL
I.- ÉTICA Y PROFESIONES
Siguiendo las reflexiones de Augusto Hortal en su libro “Ética General de las profesiones”, podemos afirmar que hablar hoy de profesiones y de ética profesional es problemático. No termina de ser persona ética aquella que en todo es intachable menos a la hora de desempeñar sus responsabilidades profesionales.
La mayoría de profesionales suelen ser trabajadores por cuenta ajena que desempeñan sus tareas en empresas, instituciones y organismos en los que se les asigna lo que tienen que hacer.
En la medida que exista un cierto margen para la responsabilidad del profesional es necesario reflexionar sobre ella. Los complejos problemas que tiene planteados nuestra sociedad difícilmente podrán encontrar solución sin la aportación profesionalizada de médicos, ingenieros, arquitectos, sicólogos, profesores, enfermeras…
Hoy la profesionalidad suele justificarse más por lo que tiene de especialización cognoscitiva (competencias) que por lo que tiene de compromiso ético. Pero la competencia profesional no basta. La ética a la vez que supone unas garantías en la prestación de los servicios profesionales contribuye a la consolidación de una profesión.
Una ética de las profesiones que pretenda estar a la altura de la conciencia moral alcanzada por nuestra época ha de ser un discurso coherente y capaz de orientar la acción interesadas en ser buenos profesionales, técnicamente capaces y moralmente íntegros en el desempeño de su labor profesional.
Ser un profesional competente y responsable no consiste exclusivamente en ser un individuo racional y libre, que posee habilidades, sino que posee también modos de hacer, sentido de pertenencia a un colectivo profesional, y compromiso social en el desempeño de su profesión.
La ética de cualquier profesión ha de partir del reconocimiento y apego a los valores de convivencia que componen la ética cívica compartida: valores como la libertad, la igualdad, la solidaridad, el respeto, diálogo…
En la ponencia de Emilio Martinez Navarro ”Ética de la profesión: proyecto personal y compromiso de ciudadanía”, la pregunta ética radical la platea en los siguientes términos: ¿Qué estoy haciendo con mi vida? Y la respuesta tiene que ver con cuestiones que afectan a la propia vida como es la dedicación profesional. Pero esa parte de la vida está conectada con la vida social, puesto que la profesión es una institución social que pretender ofrecer un servicio a la comunidad. En este sentido, pensar las profesiones a estas alturas nos conduce a plantear la relación entre profesión y ciudadanía.
Hortal distingue entre ética profesional y deontología profesional. La ética profesional se plantea la profesión en términos de conciencia y de bienes: qué es ser un buen profesional, en qué consiste hacer bien el ejercicio profesional. La deontología son los deberes y normas definidos por el colectivo o colegio profesional.
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II.- DEFINICIÓN DE PROFESIÓN
Es difícil fijar los perfiles y límites entre lo que es y no es una profesión mediante la enumeración de varias características necesarias.
Si se atendiese sólo a las voces de los profesionales, a lo que ellos dicen de sí mismos, la esencia de su profesión consiste en el servicio desinteresado a la humanidad. Un profesional es una persona consagrada a su profesión y a quienes necesitan sus servicios.
Hortal apunta las siguientes características: Profesiones son aquellas actividades ocupacionales:
a) en las que de forma institucionalizada se presta un servicio específico a la sociedad,
b) por parte de un conjunto de personas (los profesionales) que se dedican a ellas de manera estable, obteniendo de ellas su medio de vida,
c) formando con los otros profesionales (colegas) un colectivo que obtiene o trata de obtener el control monopolístico sobre el ejercicio de la profesión,
d) y acceden a ella tras un largo proceso de capacitación teórica y práctica, de la cual depende la acreditación o licencia para ejercer dicha profesión.
III.- OBSTÁCULOS ESTRUCTURALES DE LA RESPONSABILIDAD PROFESIONAL
En la sociedad actual el trabajo además de una permanente fuente de frustraciones y amenazas, de alienación y explotación, es elemento estructurante de la identidad personal (somos lo que hacemos), de la ciudadanía responsable y de la identidad del laico cristiano.
Las pretensiones de tener una responsabilidad autónoma por parte de los profesionales no se corresponde con la situación cada vez más mediatizada en que se lleva a cabo el trabajo profesional en las condiciones y contextos actuales.
Cada profesión tiene sus propios contextos y cada ética profesional habrá de tomarlos en consideración. En términos generales todas o casi todas las profesiones se ven expuestas a tres mediatizaciones fundamentales:
- la mediatización técnica
- la mediatización económica.
- La mediatización organizativa o institucional.
La creciente complejidad y tecnificación del trabajo hace de los profesionales
más bien servidores de una maquinaria que sujetos que actúan autónomamente. Hoy los profesionales trabajan en empresas, organismos, instituciones que les asignan su cometido en el reparto funcional de tareas y competencias; no tienen otra cosa que hacer que lo que les toca hacer; haciéndolo cumplen con su deber.
Además de ser asalariados hay otros condicionantes económicos que se plantean a su trabajo profesional. Si trabajan en un servicio público tienen que atenerse a las limitaciones presupuestarias y a los recursos asignados; si trabajan en empresas, su trabajo está sometido al imperativo de la viabilidad y rentabilidad económica.
¿Queda margen para la responsabilidad profesional?
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A.- LA MEDIATIZACIÓN TECNOLÓGICA DE LAS PROFESIONES
La técnica configura casi todos los aspectos de la vida actual. Ningún ejercicio profesional está a la altura de las posibilidades y exigencias que hoy se plantean sin el uso de los medios técnicos.
La técnica potencia las actividades profesionales. En principio las innovaciones tecnológicas se introducen para proporcionar mayor eficacia y precisión en la obtención de resultados, ahorrando esfuerzos.
La tecnificación, al ampliar las capacidades profesionales, trae consigo una primera y básica consecuencia ética para los profesionales: ser competentes técnicamente es una condición necesaria, aunque no suficiente, para ser moralmente responsables en el ejercicio profesional.
Un buen profesional tiene que estar al día en la forma de plantear los problemas de su profesión y en las soluciones que aporta, lo que hace necesario capacitarse continuamente en la utilización de las técnicas que se van renovando. El profesional tiene que ser un buen técnico para ser un buen profesional.
Pero lo que empieza siendo una innovación al servicio de la mejor obtención de los mismos fines, acaba pervirtiendo este orden, y terminan siendo los medios los que determinan los fines.
La difusión de la mentalidad técnica tiende a inhibir las capacidades de respuesta y responsabilización éticas de los sujetos éticos. En el ámbito tecnificado la responsabilidad se diluye, se llega a echar la culpa a la máquina o al “sistema” del mal funcionamiento de las instituciones y personas.
El ejercicio profesional al tecnificarse , hace que se diluyan los aspectos éticos de la profesión. El profesional pasa a ser un técnico instrumentalizado por el proceso. La única virtud que se le exige es la habilidad, poseer las capacidades técnicas necesarias para obtener los resultados que otros desean. La tecnificación hace aumentar la alienación y hace crecer las dificultades para que el hombre encuentre una identidad coherente y con sentido. La mayoría de los que intervienen en procesos tecnificados complejos no se siente responsable de lo que en ellos se hace.
La tecnificación convierte al profesional en una pieza de un proceso en el que cada cual desempeña su función de forma más o menos mecánica. En la vida profesional tecnificada los roles y funciones están previamente definidos; esto hace que el profesional sea una pieza sustituible. Plantear cuestiones éticas resulta disfuncional para el sistema, por eso el que plantea los temas éticos tiende a ser sustituido por otro que se limite a cumplir con “su” cometido.
Esto hace que impere el conformismo. La mayoría vive con cierto fatalismo el acontecer social. Esto no se debe sólo a la técnica, pero la tecnificación contribuye a ello. El ejercicio profesional, una vez superados los primeros idealismos, se vive con cierto sentido fatalista de sometimiento al “sistema”
La técnica entra en la escena de las profesiones para potenciarlas y facilitar su ejercicio, pero con frecuencia termina suponiendo una amenaza para la ética profesional. A veces se piensa y se reacciona pensando que la solución está en huir de la técnica, o en reducir la
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