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A 65 años De La Huelga General "de Brazos Caídos" De 1944. El Salvador

Karorodriguez23 de Junio de 2013

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A 65 años de la huelga general “de brazos caídos” de 1944

La venganza de la clase obrera contra la represión del martinato

El General Maximiliano Hernández Martínez llegó al poder aprovechándose del golpe de Estado contra Arturo Araujo en 1931 pero solo se consolidó con la derrota de la revolución. La masacre de 30 mil trabajadores en 1932 tenía el objetivo no solo de derrotar la insurrección sino también dar una lección a las masas para que la revolución no levantara cabeza durante décadas y eso hubiera sido así en cualquier otro país pero las enormes tradiciones revolucionarias en El Salvador, la incapacidad del capitalismo para dar estabilidad y los excesos cometidos por el gobierno militar hicieron que en un lapso de tan solo 12 años se diera un nuevo proceso revolucionario que de haber triunfado en su totalidad podría haber ahorrado decenas de miles de mártires.

El Partido Comunista de El Salvador (PCS) surgió cuando la revolución Rusa había degenerado burocráticamente. Hay un enorme río de sangre que divide al bolchevismo del estalinismo, Stalin asesinó a más comunistas que Hitler y Mussolini juntos, solo así pudo aplastar las conquistas democráticas de octubre. Stalin falsificó la historia y aprovechó la autoridad que el primer Estado Obrero tenia entre la clase obrera y los oprimidos de todo el mundo. Sustituyó el internacionalismo proletario defendido siempre por Lenin, por la teoría social chovinista del socialismo en un solo país, usando los procesos revolucionarios y a los Partidos de la Internacional Comunista como peones en un tablero de ajedrez que podía sacrificar de acuerdo a las conveniencias de la burocracia soviética.

Existe un paralelismo entre las personalidades de Stalin y Hernández Martínez, ambos eran individuos grises de una baja cultura. Sustituían su pobre visión con la violencia más extrema, la tortura y el asesinato. Usaban el aparato, su poder y la represión para aparecer como los grandes Maestros visionarios, los grandes dirigentes.

El gobierno bonapartista de Hernández Martínez fue tolerado por la burguesía solo porque se convirtió en su héroe en el 32, el hombre con la capacidad de aplastar al comunismo en El Salvador. La burguesía prefiere los gobiernos basados en la democracia burguesa pero prefiere cien mil veces más a gobiernos dictatoriales antes que el triunfo revolucionario de los trabajadores. Un régimen bonapartista como el de Hernández Martínez, es la tendencia del poder a un solo hombre tendiendo a elevarse el estado por encima de las clases, por su naturaleza es incesable pues maniobra entre las clases; puede impactar golpes a la misma clase dominante aunque defendiendo siempre el modo de producción vigente, en este caso el capitalista.

Hernández Martínez ya en el poder decidió permanecer ahí reeligiéndose en varias ocasiones, siendo la última en marzo de 1944. Había una creciente inconformidad de la burguesía con Maximiliano, quien les imponía que le dieran una tajada más grande del pastel de las ganancias capitalistas. Un ejemplo es el intento de aumentar las tasas tributarias a las exportaciones para que el Estado tuviera más ingresos.

El PCS en una situación critica

Desde los primeros círculos marxistas hasta la toma del poder de los obreros rusos, pasaron tres décadas. Todo ese tiempo sirvió para que se forjaran los cuadros y la dirección necesaria para llevar a los trabajadores a la victoria. El PCS no tuvo todo ese tiempo, a 2 años de su fundación ya estaba en medio de una insurrección y después de 1932 el partido prácticamente desapareció, fueron asesinados casi todos sus militantes y miles de simpatizantes. Incluso dirigentes como Miguel Marmol eran tachados por un sector del PCS como policía de Hernández Martínez, les parecía extraño que hubiera sobrevivido a su fusilamiento y la cárcel.

Si en 1932 el proletariado se encontró con un partido inexperto en 1944 se encontró con un partido casi disuelto. Si la Internacional Comunista hubiera mantenido su internacionalismo y orientación marxista, como cuando Lenin y Trotsky estaban al frente, se podría haber salido de esa crisis de una forma más rápida y reconstruir un auténtico Partido Comunista de manera más pronta. Se cometieron infinidad de errores oportunistas. Salvo algunas excepciones el extremo clandestinaje impidió que el partido se ligara a las masas durante los años de dictadura. Esto solo era un reflejo de la falta de auténticos cuadros marxistas y de los zigszags políticos de la Comitern con sus erróneas políticas.

La segunda guerra mundial significó fuertes presiones económicas para las masas del mundo, incluyendo las de nuestro país, la crisis golpeaba duramente a las familias obreras, esto se sumaba a la enrome represión que se vivió durante todo el martinato. Se usaron métodos brutales para contener a la clase obrera como la cárcel, la tortura y el asesinato. En ese contexto tuvieron fuerte eco los métodos ultraizquierdistas con conspiraciones aisladas, síntoma de desesperación.

Fermento en el movimiento obrero

El ambiente real que había entre los trabajadores lo pudimos ver cuando el gobierno de Martínez permitió la formación de una asociación de zapateros con el objetivo de ganar una base de apoyo a Martínez con la intención de mantenerla bajo un control estricto. En una situación así era vital aprovechar cualquier oportunidad legal para vinculares al movimiento obrero y organizarlo. Reconstrucción Social Salvadoreña fue el equivalente a los sindicatos formados por la policía Zarista en Rusia dentro de los cuales los bolcheviques hicieron trabajo y los mismos que se radicalizaron y fueron la base para organizar la marcha del 9 de enero de 1905 que dio inicio a la revolución. Pero la conciencia de los trabajadores en El Salvador era más avanzada que la de los obreros rusos a inicios de 1905.

Los obreros comunistas dudaron en participar en Reconstrucción Social Salvadoreña, pero fueron empujados por el enorme ambiente y expectativas que generó entre los trabajadores. Participar en estas reuniones fue un gran acierto, los obreros usaron este espacio para debatir sus problemas. Un obrero llamado Vicente dijo: “Por primera vez después de 1932 estamos reunidos los zapateros salvadoreños ¿Y cómo nos encontramos? Pues, basta vernos los unos a los otros. Sucios, mal vestidos, algunos hasta descalzos, todos descuarranchados y con caras de hambre (Miguel Marmol. Los sucesos de 1932 en El Salvador, Roque Dalton)”. El ofrecimiento que se hizo a los zapateros por parte del gobierno fue irse a trabajar a Panamá para ensanchar el canal, algo que fue rechazado. Los obreros comunistas jugaron un papel en orientar la reunión y constituir una organización que defendiera verdaderamente los intereses de los trabajadores. Finalmente se constituyó la Alianza Nacional de Zapateros.

Martínez permitió la formación de sociedades mutualistas en las que cooperaban trabajadores y patronos de la misma rama, sirvieron, en ese contexto, para agrupar y organizar al movimiento obrero, de ahí surgieron reales sindicatos en el siguiente periodo como fue el caso del sector de los ferrocarrileros. Un ejemplo de lucha en estas sociedades fue el de los panaderos que frente a los ojos de los mismos patrones, organizaran una huelga en medio del martinato en junio de 1943, teniendo enorme resonancia y consiguiendo aumento salarial con reducción de horas de trabajo. El 17 de junio, día del triunfo de la huelga, fue declarado como el día del panadero. Las sociedades mutualistas

La “revolución” del 2 de abril

En ese ambiente de fermento entre los trabajadores y al grito de: ¡Viva la verdadera democracia! ¡Viva la Libertad!, el 2 de abril se da un golpe de Estado por parte de militares en alianza de civiles que, después de tres días de combate, es derrotado. Tenían el objetivo de derrocar y asesinar a Hernández Martínez. Las masas vieron en este golpe de estado un intento de salir del martinato, antes de ser derrotado el golpe se veían escenas de gante que salía a la calle llorando de felicidad porque ya había terminado la dictadura. Incluso los borrachos en la calle gritaban: ¡Muerte al tirano Martínez!, estos gritos se callaron matando a algunos de ellos que por estar en la borrachera no se habían dado cuenta de la derrota del golpe. Se dio una manifestación de por lo menos 500 personas pidiendo armas a los rebeldes para ayudar a derrocar a Martínez.

Maximiliano Hernández hizo pagar caro a los golpistas, quienes en todo momento se negaron a recurrir a la movilización de las masas y su armamento como la única forma de corregir los errores de la mala planificación del golpe. Por el contrario recurrieron a la embajada de EEUU quien les negó el apoyo. Miguel Marmol califica a los dirigentes golpistas de abril de cobardes, traidores e ingenuos, pero relata que incluso dentro de ellos hubo excepciones de heroísmo como fue el caso del civil Víctor Marín que su muerte misma refleja la brutalidad del martinato:

“Para tratar de sacarle las listas de los conspiradores, en la policía le sacaron un ojo y le quebraron los brazos y las piernas, le arrancaron las uñas de pies y manos y le trituraron los testículos. Cuando lo fusilaron lo tuvieron que apoyar en un burro de madera. Y cómo no sería de mucho el hombre, que cuando se le acercó el cura frente al paredón y le dijo que

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