ACTIVIDADES SIGNIFICATIVAS EDUCACION

Distinguimos, desde el principio, entre actuación educativa y actividad formativa. La actuación educativa tiene mayor amplitud temporal y de contenidos; por ejemplo, una unidad didáctica o el planteamiento de una asignatura. La actividad formativa es más reducida en su contenido y en el tiempo: por ejemplo, la realización de una actividad personal o compartida.

Ambas deben ser significativas, según Ausubel y Novak entre otros; es decir, tienen que tener una significatividad lógica y una significatividad psicológica. Tienen que tener una organización interna coherente y accesible de sus contenidos y de la presentación de los mismos: significatividad lógica. Igualmente, tienen que tener una capacidad de estimular e interesar al alumno por su contenido, su metodología y por el sentido y aplicabilidad de los mismos: significatividad psicológica.

En la actuación educativa como en la actividad formativa se siguen los pasos indicados por Robert Gagné y Jerome Bruner, pasos que aparecen en el cuadro de referencia y que constituyen el Modelo Prescriptivo de la Instrucción. (Cuadro adjunto).

No se puede iniciar una actividad, que deba llamarse significativa, sin partir de una motivación explícita y actualizada. Esta motivación puede ser interna (realización personal, recuerdo de éxitos pasados…), o externa (reconocimiento futuro por la familia o los compañeros, trabajo de grupo estimulante, economía de fichas…) Supone la idealización de los resultados alcanzable. Estos resultados futuros u objetivos deben quedar claros a los alumnos y, a ser posible, deben ser objetivos aceptados por ellos: negociación. La implicación personal y de grupo que suponen estos dos primeros pasos aseguran que los alumnos se sienten actores de su formación.

Estos pasos se ven profundamente mejorados y fortalecidos por lo que Bruner llama “significatividad del profesor”. Si el maestro es aceptado, conocido y admirado ofrece una seguridad y una disponibilidad suplementaria y muy importante al alumno. Sería un reflejo del principio de Apego y de la aplicación del aprendizaje vicario y por Modelado defendido por Albert Bandura.

Cuando hablamos de constatar y recuperar los prerrequisitos pertinentes, hacemos referencia a los conocimientos necesarios para iniciar el nuevo aprendizaje y, especialmente de las capacidades y habilidades que consideramos debe poseer previamente el alumno. Esto podía traducirse como la evaluación inicial y puede ser más o menos formalizada. Ayuda al grupo a partir de unas nociones comunes y compartidas en las que asentar la significatividad e integración de los nuevos conocimientos. Les da el cuadro cognitivo referencial inicial y compartido. Se pueden sistematizar en un breve cuadro relacional de lectura unívoca (mapa conceptual, según Novak) las aportaciones esenciales que han surgido en la realización de este paso.

Vemos a continuación los pasos siguientes en el proceso de una actividad significativa: Explicar el maestro, comprender el alumno, “probarse” el alumno que domina lo que trató de aprender, y compartir entre profesor y alumno la comprobación y asentamiento de lo trabajado y asimilado. Estos pasos forma todo un con junto, lo que llamamos “Bucle de proceso”. Forma un todo que se puede repetir aplicándolo a los diversos bloques en los que hayamos fraccionado el aprendizaje del contenido.

La presentación de los contenidos o “materiales a aprender” es lo que le gusta al profesor: enseñar, explicar, etc. Lo hacemos con la ilusión y esperanza de que los alumnos aprendan; pero nunca enseñar fue igual a aprender, ni explicar significó comprender. El maestro tiene una tarea y el alumno otra. Es necesario presentar los contenidos de modo verbal o a través de la tecnología; la información puede ser obtenida a través del maestro o a través de otras fuentes –bajo su dirección-; pero el alumno necesita acceder a los conocimientos

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