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Análisis de la sostenibilidad de dos conjuntos urbanos de interés social en el Estado de México


Enviado por   •  11 de Noviembre de 2018  •  Documentos de Investigación  •  3.333 Palabras (14 Páginas)  •  90 Visitas

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SOSTENIBILIDAD DE LOS CONJUNTOS URBANOS EN EL ESTADO DE MÉXICO

MC. Arq. Blanca Estela Jeremías Campuzano

INTRODUCCIÓN

Desde sus inicios, el proceso de urbanización en las ciudades ha sido una consecuencia de las actividades económicas de la sociedad, sin tomar en cuenta los impactos que el crecimiento poblacional y las actividades de los sectores secundario y terciario han ocasionado al medio ambiente en las áreas urbanas. Las altas concentraciones de gases efecto invernadero (GEI) que estas actividades humanas generan, han originado cambios en el clima mundial cuyos efectos se materializan en grandes desastres que viene sufriendo la población ( inundaciones, deslaves, sequías prolongadas, olas de calor, entre otros). Partiendo del entendimiento de que la urbanización no es la causa per sé del Cambio Climático sino el resultado de un conjunto de causas que aumentan la vulnerabilidad a sus efectos, los responsables de estos eventos naturales son: la rápida urbanización que se extiende sobre zonas que debieran permanecer sin desarrollo urbano por su alto riesgo a sufrir impactos (ej. barrancas, zonas inundables, áreas de protección ambiental), las debilidades e incapacidades de los gobiernos locales donde prevalecen más los intereses económicos a las consideraciones de riesgo, además de una inadecuada planeación que en vez de reducir, induce la vulnerabilidad de su población (Satterthwaite, 2012).

A partir del año 2000, el único modelo de la política habitacional que se ha desarrollado para el sector de la población asalariada en el Estado de México es el denominado conjunto urbano (CU). La localización anárquica y alejada de estos CU de los centros urbanos resulta en altos costos de traslado de sus residentes, la expansión de la ciudad con sus consecuentes impactos al ambiente por emisiones de CO2, así como costos ambientales por la pérdida de suelo agrícola y zonas de reserva ambiental (Iracheta y Pedrotti, 2011).

Hoy en día, estos CU afrontan graves problemas de inseguridad, deterioro de la vivienda y de la infraestructura vial y de servicios, así como falta de equipamientos urbanos, aunado a la vulnerabilidad al Cambio Climático. Producto de esta situación, y considerando los altos costos de transporte dada la lejanía a las fuentes de empleo, estos CU presentan un alto porcentaje de viviendas abandonas, con lo cual la política habitacional, lejos de solucionar la falta de vivienda, la empeora incrementado el vandalismo y la inseguridad para su población residente.

Dada esta situación se hace imperante evaluar la efectividad de la política habitacional, mediante la medición de las metas propuestas en materia de solución habitacional, mejora de la calidad de vida de sus residentes y sostenibilidad urbana. Los resultados aportarán la medición del potencial de sostenibilidad de los CU, con el objeto de llamar la atención de los gobernantes locales acerca de la distancia entre la política habitacional vigente y el camino hacia la sostenibilidad.

Para evaluar el potencial de sostenibilidad de estos CU, se seleccionaron dos herramientas de evaluación: los Indicadores Urbanos de Sostenibilidad (IUS), por su aporte de la dimensión físico-urbana, de alta relevancia para una evaluación ad hoc del objeto de estudio y, el Análisis de la Sostenibilidad en el Ciclo de Vida (ASCV), dado que toma en cuenta el pensamiento del ciclo de vida (de la cuna a la tumba), aplicado en cuatro procesos de los CU: construcción, operación, renovación y desmantelamiento (Herfray, G, et al, 2002). Para la aplicación de estas dos herramientas, se requiere integrarlas con el objeto de determinar con mayor amplitud y de una forma holística el grado de sostenibilidad de estos asentamientos urbanos, por su utilidad “para tomar conciencia sobre la importancia de generar ciclos de vida más sostenibles” (UNEP/SETAC, 2011).

Como posibles contribuciones, la aplicación de una metodología integrada de IUS y ASCV, constituye una valiosa aportación dado que contempla todas las actividades humanas (sintetizadas en las dimensiones ambiental, social, económica y físico-urbana) que interactúan entre sí y con su entorno físico-urbano, evaluadas de una forma sistémica en cada proceso de su ciclo de vida. Asimismo, aportará la identificación de los impactos que afectan la salud, el ambiente, la sociedad, la economía y el medio urbano, así como en qué fase del proceso se realizan, lo cual ayudará a mejorar la ubicación de los CU, implementar el diseño bioclimático, mejorar la eficiencia ambiental, elegir tecnologías y materiales más sostenibles (mejor costo-beneficio, eco-eficientes y socialmente responsables) y con todo esto mejorar la calidad de vida de la población.

PROCESO DE URBANIZACIÓN

La planeación mexicana ha tomado en cuenta los principios de sostenibilidad urbana que se generan desde el PND para que sucintamente lleguen hasta el nivel de ejecución local, no obstante, todas estas acciones no han sido realizadas coordinadamente de forma integral, de manera que vincule todas las vertientes del desarrollo social, ambiental y territorial, para elevar la calidad de vida de sus habitantes a través de acciones concretas en cada ámbito de la planeación (Iracheta, 2010).

Esta desvinculación de la planeación se evidenció en la permisividad y reforzamiento de la ciudad difusa en México. A raíz de la Carta de Atenas, la urbanización funcionalista propició la segregación socio-espacial, sectorizando las ciudades de acuerdo a los usos (funciones) y necesidades de la sociedad, de vivienda, trabajo y recreación[1]. El resultado han sido ciudades segregadas y extendidas, disociadas del esquema compacto de la ciudad tradicional (más sostenible).

Entrando en el contexto del caso de estudio, el crecimiento acelerado de la población en el Estado de México se caracterizó por una alta migración de la población obrera en busca de empleo en los centros industriales que se empezaban a desarrollar en la periferia a partir de la segunda mitad del siglo XX, producto de los incentivos fiscales que indujeron la industrialización de los municipios conurbados con la Ciudad de México, sin prever los impactos que estas medidas tendrían sobre el medio natural adyacente y la desmesurada agregación en el medio urbano (Iracheta, 2010). Posteriormente, la movilidad hacia los municipios del Estado de México se debió principalmente al alto costo de vida de la capital y después de 1985, al sismo en la Ciudad de México y sus consecuencias.

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