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BIOTIPOLOGIA CRIMINAL


Enviado por   •  30 de Junio de 2014  •  4.203 Palabras (17 Páginas)  •  614 Visitas

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I. INTRODUCCIÓN

Con el fin de aclarar la relación existente entre el lado físico y el lado moral del individuo se realizaron numerosas investigaciones; que habrían sido inspiradas al principio, con el convencimiento de que los trazos fisonómicos servían para reconocer los caracteres psíquicos sobresalientes de las personas; es decir, el modo de pensar y de sentir de cada individuo. Fruto de estas investigaciones surgió la denominada fisionomística, cuyos principales exponentes fueron Aristóteles, Sócrates, Galeno, entre otros; esta disciplina tuvo su apogeo en la Edad media a través de las denominadas ciencias ocultas de la quiromancia, podomancia, umbilicomancia y otras; las cuales pretendían reconocer el carácter de las personas por las líneas de las manos, de los pies y hasta por el ombligo.

En el siglo XVIII, se desarrollaría la gran escuela de los fisionomistas, liderada por G.B. Della Porta, quien publicó un tratado acerca de este tema denominado “Fisiognómica”. En él se profundizó el concepto de la relación entre las partes de la cara: ojos, frente, nariz, etc., con otros caracteres individuales de la persona, poniendo en relieve la importancia de la morfología, puesto que ésta pondría en relieve signos reveladores de sentimientos individuales. Con posterioridad, en Italia surgiría la denominada antropología criminal, en parte por la obra de Gaspar Virgilio, quien en el año 1874 reconoció y afirmó la naturaleza morbosa del delito y la analogía entre la criminalidad y la locura, por ser fenómenos desarrollados igualmente en el campo de la degeneración; siendo el psiquiatra y médico legista italiano César Lombroso, quien iniciara el estudio científico del delincuente en 1871, luego de hacer la necropsia a un famoso bandolero llamado Villella, encontrando en su cráneo, en el sitio de la habitual y normal cresta occipital, un hoyuelo similar a los que presentan los vertebrados superiores más próximos al hombre, precisamente los simios antropoides; por esta razón concibió la naturaleza atávica del delito, lanzando las bases científicas de la antropología criminal, que fueron expuestas en 1876 en su primer trabajo denominado “L’uomo Delinquente”, en donde daba vida a la doctrina del “delincuente nato”.

Lombroso defiende en su teoría, la tendencia de los seres humanos a reproducir los caracteres de remotos antepasados; según este planteamiento, se concebía al tipo criminal como producto hereditario, ese legado ancestral provocaría la presencia en el delincuente de propensiones del hombre primitivo del que carecía el no delincuente. Ulteriores investigaciones, practicados siempre sobre caracteres no sólo morfológicos, sino también funcionales y psíquicos de los delincuentes, permitieron a Lombroso poner de relieve la gran frecuencia con que en los delincuentes se encontraban anomalías morfológicas y funcionales de naturaleza anormal degenerativa; desarrollándose otro concepto fundamental de su teoría, aquel de la relación y de la afinidad entre degeneración y criminalidad, considerando César Lombroso al “hombre delincuente” como un tipo antropológico definido por caracteres específicos, es decir, como una suerte de subespecie humana, del que destacó el significado de sus caracteres físicos y morfológicos. El estudio de los delitos cometidos por un soldado llamado Misdea, le hicieron entrever otro factor causal de la criminalidad, el morboso, y le permitió reconocer la naturaleza epiléptica de algunos graves delitos, denominándose a esta teoría como patológica o degenerativa.

Después de otras numerosas y rigurosas búsquedas, Lombroso sostuvo que la criminalidad era una variedad de epilepsia en la cual muchas veces las convulsiones son sustituidas por impulsos violentos e irresistibles de cometer delito. El delincuente nato sería un epiléptico que posee los rasgos del atávico, por eso es que actúa como un salvaje, con accesos de furia Esta teoría considera al delincuente como un primitivo y salvaje, un degenerado de naturaleza más o menos patológica, un loco moral, y un neuro-psicopático epiléptico.

A sus concepciones atávica y epiléptica Lombroso agregó posteriormente la tesis de la “locura moral” de Prichard, afirmando que el criminal nato era insensible moralmente hablando, se caracterizaba por la ausencia de sentimientos, y que éste era así por la erosión psicofísica ocasionada por la epilepsia.

La importancia de la teoría de Lombroso es más de carácter referencial e histórico, porque marcó un hito precursor de la Criminología; pero hoy en día no es posible pensar en la existencia de un delincuente natural o “nato”, por cuanto el comportamiento humano se explica por una interrelación de factores.[1] En la denominada etapa post lombrosiana, el científico italiano se culpó de haber realizado investigaciones incompletas y de dar excesiva importancia a las anomalías morfológicas en sus investigaciones, también de haber establecido conclusiones aventuradas, haber negado la perfectibilidad del hombre y descuidado la importancia del ambiente social.

El intento de buscar un “tipo criminal” basándose en los estudios constitucionalistas y biotipológicos fue importante para la criminología como estudio del hombre y la criminalidad, pero no fue trascendental, puesto que los delincuentes no pueden conformar un “tipo” que no sea el de los que no han delinquido, aunque estudios como los de Kretschmer, Sheldon y otros, admitan la evidencia de que los tipos anatómicos, con determinada morfología, influyen en los caracteres somáticos propios, formándose tipos psíquicos y somato-psíquicos,[2] como veremos más adelante.

II. la ANTROPOLOGIA CRIMINAL

La antropología criminal es la disciplina que se ocupa de la investigación y desenvolvimiento de los factores primordialmente biológicos que intervienen en la génesis de la personalidad antisocial y de la delincuencia como factores predisponentes y potencialmente activables en la interacción sociocultural, sean hereditarios, constitucionales o adquiridos.[3] Esta disciplina se desenvuelve bajo la mirada de la observación, y en su evolución se distinguen dos fases: La lombrosiana y la postlombrosiana[4]; en ésta última a los aportes meramente antropométricos se añaden las correlaciones biotipológicas; sin embargo, es preciso señalar que al parecer del propio Kretschmer “la definición del biotipo en un sujeto no puede ser el producto de una observación artificial y tampoco puede resultar de simples mediciones u operaciones antropométricas”[5]. En el mismo sentido Barbara resaltó que “el individuo no estaba comprendido en la sola forma antropométrica y que ésta era una simple línea de orientación en

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