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Características del método experimental en las ciencias sociales


Enviado por   •  16 de Febrero de 2020  •  Apuntes  •  1.798 Palabras (8 Páginas)  •  217 Visitas

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Las características del método experimental en las ciencias sociales

Introducción

A lo largo de la historia de la ciencia existen dos vertientes contrarias y complementarias entre sí que se disputan el trono para la comprensión de la ciencia y, especialmente, de las ciencias sociales.

A lo largo de esta monografía revisaremos estas dos posturas y su relación con las ciencias sociales, además de las polémicas causadas a lo largo de los años y sus características del método experimental en las ciencias sociales.

La ciencia

La ciencia es un “conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales con capacidad predictiva y comprobables experimentalmente.” (RAE, 2019). Sin embargo, este concepto no abarca su totalidad, por ello es necesario revisar una pequeña parte de la historia de la ciencia, especialmente aquella que refiere a la aristotélica y galileana.

Comenzando por la tradición aristotélica, se creía que la investigación científica comenzaba cuando se percataban ciertos fenómenos mediante la observación y su explicación era posible siempre y cuando se pudieran dar razones de los fenómenos de manera inductiva hasta concluir en principios generales. Después de esta primera etapa, era necesario un proceso deductivo en el cual tenía que existir una causa y la mayor de esta sería la final, por esto se conoce como teleológica o finalista, observando el mundo como sustancias con propiedades.

Por otra parte, la tradición galileana comienza su apogeo en el siglo XVI, a finales del Renacimiento, en una sociedad antropocéntrica que avanzaba a pasos gigantescos científicamente hablando. De esta manera, los fenómenos se convierten en un “flujo de acontecimientos que suceden según leyes” (Mardones & Ursúa, 1982) y serán las leyes físico-matemáticas quienes cumplan el rol de cánones, donde todos los fenómenos sean reducidos a fórmulas y su causalidad será hacia una perspectiva mecanicista. Según esta perspectiva, el científico tiene que ser capaz de eliminar “todos los accidentes que podrían afectar la nitidez de la relación matemática” (Marradi, Archenti, & Piovani, 2007), sentando las bases del método experimental para averiguar la forma pura de la relación entre la propiedad operativa y la experimental. Sin embargo, este método tiene varios límites, entre ellos, que no se puede ser siempre invariable y que no se puede descartar que estas variables influyan, es por esto que este modelo es inadecuado para las relaciones de tipo teleológico.

Con estas dos corrientes es que se podrá comprender por qué las ciencias sociales son tan controvertidas al momento de explicar su método científico.

Las ciencias sociales y su estatuto de cientificidad

Una vez más, recurriendo a la RAE, tenemos que las ciencias sociales son aquellas que “se ocupan de la actividad humana en la sociedad” (RAE, 2019). Este concepto, nuevamente es insuficiente para toda la historia y el debate que se crea entorno a ellas; para empezar, no existe un consenso en su fundamentación, lo que ha provocado polémica sobre su estatuto de cientificidad.

Como ya se ha mencionado, la ciencia en general se fundamenta en dos corrientes principales: aristotélica y galileana, las cuales pasarán a ser nombradas como teleológica (aristotélica, hermenéutica, fenomenología, dialéctica…) y positivista (galileana). Para hacer buen uso de esta distinción clásica, es necesario remontarse al auge de las ciencias sociales y a esos primeros años cuando se comenzó a tomar como ciencia.

Durante el siglo XVIII, “no había ninguna unidad de medida específica en las ciencias sociales. Las únicas propiedades cuantitativas a disposición eran los resultados de conteo” (Marradi, Archenti, & Piovani, 2007), como la matriz de Alfred Achenwall, los economistas se dieron cuenta de esto y a finales del siglo intentaron imitar el modelo galileano de las demás ciencias.

Con la revolución francesa, la sociedad comenzó a tomar relevancia debido a la ignorancia que existía en torno a ella, por lo que fue necesario un modo de comprensión que llegó junto con la “aparición” de las ciencias sociales. Estas “nuevas” ciencias quisieron tomar el modelo galileano que imperaba en la sociedad del siglo XIX y la primera corriente que quiso tratar de darle un método fue el llamado “positivismo”, con Comte como su principal exponente. El positivismo se basaba principalmente en que todo conocimiento se debe entender de una única forma para que se pueda considerar científico y esta forma de comprenderlo es mediante el método positivo de las ciencias físico-matemáticas mediante una explicación causal, trayendo consigo una reducción de cualquier cosa a un simple objeto.

Inmediatamente se produjo un debate sobre si las ciencias que conciernen al hombre y su subjetividad debían ser tratadas igual que las demás, por lo que, en Alemania surgió la primera tendencia anti-positivista: la hermenéutica. Toda expresión del ser humano se manifiesta mediante la interioridad sensible y “no captar, por tanto, en una manifestación, conducta, hecho histórico o social esa dimensión interna, equivale a no comprenderlo” (Mardones & Ursúa, 1982). Es así que se crea una distinción entre “explicación” y “comprensión”, en la cual, ‘comprensión’ “viene a representar una concepción metodológica propia de las ciencias humanas” (Mardones & Ursúa, 1982), brindándoles cierta autonomía.

Con el resurgimiento de la lógica en 1850, nació el positivismo lógico, el cual afirmaba que todo conocimiento debía someterse a una verificación empírica. No obstante, esta afirmación tiene un error que no se puede sostener para la ciencia y es que se basa en la percepción y, por tanto, está sujeta a la interpretación personal, social e histórica del momento. Así es que se crea una reacción positivista frente a este positivismo lógico mediante K. Popper. “Popper dirá que la exigencia mayor de verificabilidad en la experiencia no sólo eliminaría las afirmaciones metafísicas, sino aniquilaría también las hipótesis empiristas y con ello todo el conocimiento científico natural” (Mardones & Ursúa, 1982). Con esta afirmación, se deduce que el positivismo lógico llevaría a la muerte a la ciencia, criticando esta doctrina, y dando rienda al llamado razonamiento crítico.

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