Como Manejarse Emocionalmente
lenielys11 de Marzo de 2014
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1. ¿Para que son las emociones?:
Esencialmente todas las emociones son impulsos para actuar, planes instantáneos para enfrentarnos a los acontecimientos de la vida diaria. Este hecho es muy evidente cuando observamos a niños o animales. Solamente es en los adultos “civilizados” donde esta situación con frecuencia no se cumple, lo que da origen a una gran anomalía en el reino animal: emociones divorciadas de su reacción evidente.
Cuando las emociones se reprimen y no son expresadas, se acumulan en el organismo dando origen a un sinnúmero de enfermedades como la colitis y el cáncer, por lo que es muy importante aprender a expresarlas y sobre todo a manejarlas.
Los avances en los métodos para explorar el cuerpo y el cerebro, están aportando nueva información acerca de cómo cada emoción prepara al organismo para una clase distinta de respuesta. Uno de los procesos más estudiados, es la Respuesta de Lucha o Huida, que está conformada por emociones de ira y miedo.
Daniel Goleman, en su extraordinario libro “La inteligencia emocional” señala que en el caso de la ira, la sangre fluye hacia las manos y así resulta más fácil tomar un arma o golpear a un enemigo; el ritmo cardíaco se eleva y el aumento de hormonas como la adrenalina genera un ritmo de energía lo suficientemente fuerte para originar una acción vigorosa.
Cuando la emoción es de miedo, de acuerdo con el mismo autor, la sangre va a los músculos esqueléticos grandes, como los de las piernas y así resulta más fácil huir. El rostro queda pálido debido a que la sangre deja de circular por él, creando la sensación de que la sangre se hiela. Al mismo tiempo, el cuerpo se congela, aunque solo sea por un instante, tal vez permitiendo que el tiempo determine si esconderse sería un reacción más adecuada. Los circuitos de los centros emocionales del cerebro desencadenan un torrente de hormonas que pone al organismo en alerta general, haciendo que se prepare para la acción. Paralelamente, la atención se fija en la amenaza cercana, lo mejor para evaluar qué respuesta ofrecer.
2- La naturaleza de la inteligencia emocional:
Las primeras raíces de la inteligencia emocional pueden rastrearse en los tratados de Charles Darwin sobre la importancia de la expresión emocional para la supervivencia y adaptación de los seres vivos con el medio ambiente.1
Cuando las órdenes son razonables, justas, sencillas, claras y consecuentes, existe una satisfacción recíproca entre el líder y el grupo. El arte de la Guerra (Sun Tzu).
Aunque las definiciones populares de inteligencia hacen hincapié en los aspectos cognitivos, tales como la memoria y la capacidad de resolver problemas, varios influyentes investigadores en el ámbito del estudio de la inteligencia comienzan a reconocer la importancia de los aspectos no cognitivos. Thorndike, en 1920, utilizó el término inteligencia social para describir la habilidad de comprender y motivar a otras personas.David Wechsler en 1940, describe la influencia de factores no intelectivos sobre el comportamiento inteligente, y sostiene, además, que nuestros modelos de inteligencia no serán completos hasta que no puedan describir adecuadamente estos factores. Esto implica, tanto el conocimiento y como el manejo de sus emociones; y su importancia radica en que le permite expresar sus emociones de forma sana y satisfactoria, y es que cualquier decisión que este tome por trivial que esta parezca, como comer, comprar o hasta con quien relacionarse sentimentalmente son actividades que involucran las emociones.
3-¿Qué es la educación emocional?
Todos hemos oído hablar de la inteligencia emocional y de la vía para su consecución, que no es otra que la educación emocional. Empezamos una breve serie de artículos encaminados a entender qué es, y cuáles son las áreas y campos de aplicación de esta materia.
Algunos puntos clave para entender qué es la educación emocional:
La educación emocional es un proceso educativo, continuo y permanente, que pretende potenciar el desarrollo de las competencias emocionales como elemento esencial del desarrollo integral de la persona, con objeto de capacitarle para la vida. Todo ello tiene como finalidad aumentar el bienestar personal y social.
La educación emocional supone una innovación educativa que se justifica en las necesidades sociales que no están suficientemente atendidas a través de los contenidos de las materias académicas ordinarias. Estas necesidades están relacionadas con: ansiedad, estrés, depresión, violencia, consumo de drogas, comportamientos de riesgo, etc. Todas estas necesidades tienen un fondo emocional.
La finalidad de la educación emocional es el desarrollo de competencias emocionales que contribuyan a afrontar mejor los retos de la vida y como consecuencia aportar un mejor bienestar personal y social.
La educación emocional es un proceso educativo continuo y permanente, puesto que debe estar presente a lo largo de todo el currículum académico y en la formación permanente a lo largo de toda la vida. Es decir, debe empezar desde el momento del nacimiento, incluso antes, y estar presente a lo largo de la educación infantil, primaria, secundaria, universitaria y formación permanente a lo largo de la vida. La educación emocional adopta un enfoque del ciclo vital en el que debe participar todo el profesorado, las familias y comunidad en general.
La educación emocional es una forma de “prevención primaria inespecífica”, es decir, un modo de adquisición de competencias que se pueden aplicar a una multiplicidad de situaciones. La prevención primaria inespecífica pretende minimizar la vulnerabilidad de la persona a determinadas disfunciones (estrés, depresión, impulsividad, agresividad, etc.) o prevenir su aparición. Para ello se propone el desarrollo de competencias básicas para la vida. Se trata de maximizar las tendencias constructivas y minimizar las destructivas.
Los objetivos generales de la educación emocional pueden resumirse en:
Adquirir un mejor conocimiento de las propias emociones e identificar las emociones de los demás; desarrollar la habilidad para regular las propias emociones; prevenir los efectos nocivos de las emociones negativas y desarrollar la habilidad para generar emociones positivas; desarrollar la habilidad de automotivarse; adoptar una actitud positiva ante la vida; aprender a fluir, gestionar los conflictos de forma positiva
4- La educación emocional en el trabajo:
Las tensiones de la vida moderna, la hiper-competencia en el terreno individual y empresario, la presión del reloj, la exigencia de un constante perfeccionamiento profesional, etc., son situaciones que tienden a alterar el estado emocional de la mayoría de las personas consideradas normales, llevándolas al borde de sus propios límites físicos y psíquicos. El resultado, a menudo, es el desequilibrio emocional.
Este desequilibrio no sólo afecta la vida más íntima de una persona, sino que afecta su trabajo y su desarrollo profesional, porque las emociones desempeñan un papel importante en el ámbito laboral. De la ira al entusiasmo, de la frustración a la satisfacción, cada día nos enfrentamos a emociones -propias y ajenas. La clave está en utilizar las emociones de forma inteligente, para que trabajen en beneficio propio, de modo que nos ayuden a controlar nuestra conducta y nuestros pensamientos en pos de mejores resultados.
Por otro lado, cada uno de nosotros influye en el estado de ánimo de los demás. Es perfectamente natural influir en el estado emocional de otra persona, para bien o para mal; lo hacemos constantemente, ‘contagiándonos’ las emociones como si fueran el más poderoso virus social.
Por eso se verifica hoy una tendencia mundial en la demanda de recursos humanos (especialmente ejecutivos), que valora la capacidad de interrelación emocional sobre la capacitación técnica.
Porque tanto el trabajo como el aprendizaje son sociales. Las organizaciones son ‘redes de participación’. Para lograr un desempeño efectivo en los trabajadores del conocimiento (de cualquier trabajador, en realidad), la clave está en inyectar entusiasmo y compromiso, dos cualidades que las organizaciones o empresas pueden crear, pero no imponer.
Hoy no basta con un alto coeficiente intelectual para triunfar profesionalmente, para competir o para desarrollar una empresa; se requiere un control emocional adecuado, que nos permita tener una interacción armónica en nuestro ambiente laboral: socios, colegas, empleados, proveedores, clientes, etc.
Sin duda alguna, la inteligencia emocional no es una varita mágica; no garantiza en una empresa una mayor participación en el mercado ni un rendimiento más saludable. La vida de toda corporación es extraordinariamente fluida y compleja. Ninguna intervención, ningún cambio por sí solo, puede arreglar todos los problemas. Pero si se ignora el ingrediente humano, nada de lo demás funcionará tan bien como debería. Las empresas cuya gente colabora mejor tienen ventaja competitiva.
En ese sentido, las facultades de la inteligencia emocional son sinérgicas con las cognitivas; los trabajadores excelentes poseen las dos. Cuanto más complejo es el trabajo, más importante es la inteligencia emocional, aunque sólo sea porque la deficiencia en estas facultades puede dificultar la aplicación de la pericia técnica y el intelecto que se tenga.
5-El uso de la inteligencia emocional en nuestras relaciones con los demás:
Muchas personas sienten que su vida es una suma de circunstancias y relaciones
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