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DEMOCRACIA Y TRANSICIÓN EN MÉXICO

GABYQO23 de Agosto de 2011

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DEMOCRACIA Y TRANSICIÓN EN MÉXICO

1. Introducción

2. Desarrollo Temático

3. Conclusiones

4. Bibliografía

• Introducción

En México, en los últimos años se ha logrado fortalecer la pluralidad electoral en todos los escenarios de la administración pública, los escenarios político-electorales hacen referencia de tal acontecimiento, ya que en estos tiempos contamos con un Congreso Federal y Congresos Estatales, así como Ayuntamientos con diversidad de ideologías pero siempre buscando el bien común, aunque hay que reconocer que sigue habiendo intereses particulares y compromisos políticos, sin embargo, en un sistema de frenos y contrapesos en un régimen con la participación de partidos políticos plurales y con apertura a la participación ciudadana, es posible crear en la ciudadanía confianza en sus instituciones y en las políticas públicas que ellas implementen, lo que genera legitimidad, y, por ende, gobernabilidad.

En la actualidad, el tema de la democracia en nuestro país es un punto muy controvertido; incluso se ha puesto en duda la existencia de una verdadera democracia en el Estado mexicano.

Derivado de la alternancia en el poder ejecutivo de la República, en el 2000, se creyó que se había dado un paso enorme en el proceso de transición democrática, sin embargo fue lamentable el retroceso vivido en las elecciones presidenciales de 2006, donde se puso en tela de juicio la imparcialidad del Instituto Federal Electoral, organismo encargado de llevar a cabo los procesos electorales, incluso del Tribunal Federal Electoral quien tiene a su cargo la impartición de la justicia electoral.

Felipe Calderón, llega a la Presidencia de la República, después de un proceso electoral que le da poca legitimidad, lo que desde en un inicio auguraba desestabilidad social y, por ende, ingobernabilidad. En ese sentido, se lleva a cabo una reforma electoral a fin de fortalecer las instituciones electorales dando transparencia a los procesos electorales, a fin de devolver la confianza de la sociedad en las instituciones electorales.

Puesta en marcha la reforma electoral, ¿podemos pensar que hay una verdadera democracia? ¿Qué hace falta para que la haya? ¿La reforma electoral, contribuye con la transición? ¿Cuáles son los factores que limitan la transición y el buen desarrollo de los procesos electorales?

Por lo que hace a la gobernabilidad, resulta importante mencionar que es necesario un rediseño institucional, tomando en cuenta la profesionalización del servicio público, así como la correcta planeación y aplicación de políticas públicas enfocadas a lograr el bien común con una visión de desarrollo integral del Estado Mexicano y de las personas que vivimos en él.

• Desarrollo Temático

Dentro de la teoría democrática hay un profundo conflicto entre quienes consideran, que la democracia debe referirse a cierto tipo de poder popular y quienes entienden la democracia como un mecanismo que facilita el proceso de toma de decisiones. La democracia, en su definición más simple es el poder del pueblo para elegir libremente a sus gobernantes, sin embargo sabemos que una democracia pura no existe en ningún país del mundo, así que solo podemos aspirar a lograr confianza en las instituciones y en los procesos electorales.

A lo largo de la historia, los procesos electorales han estado plagados de irregularidades, que solo han provocado la desconfianza e indiferencia de la sociedad ante eso que nosotros llamamos democracia.

Para que exista una verdadera democracia hacen falta muchas cosas aún, empezando por educar a la población, creando conciencia en la sociedad de que el voto no es solo un derecho sino una obligación, asimismo es necesario elevar el nivel educativo de la población para formar ciudadanos con criterio, que tengan la capacidad de llevar a cabo un análisis razonado para la emisión de su voto.

Por otra parte, hace falta limitar el poder y la mala influencia de los partidos políticos y de los medios de comunicación, pues lamentablemente todavía tenemos una sociedad que olvida rápidamente y que se deja engañar

Nuestro país tiene rasgos autoritarios considerando que un régimen autoritario, consiste en un tipo de sistema político con un pluralismo limitado (el poder se da alrededor de determinados grupos que forman una coalición de gobierno sin dejar espacio a la competencia y la oposición), no responsable, sin una ideología elaborada y directora, carente de movilización política extensa o intensa, y en los que un líder o grupo reducido ejerce el poder dentro de límites formalmente mal definidos, pero en realidad bastante predecibles, en donde no hay seguridad jurídica para los habitantes, el individuo no tiene garantía contra la acción del poder autoritario. Otorga derechos civiles y políticos, pero la práctica es demasiado distinta a la realidad; no se vota.

Anteriormente México era considerado como una dictadura perfecta por la capacidad del sistema político mexicano, encabezada por un partido político hegemónico, para reinventarse a sí mismo y mantenerse así en el poder durante más de setenta años, es decir el PRI.

La transición se explica como el paso de un sistema con una estructura más o menos establecida a otro sistema con una estructura también más o menos definida. Se distingue dos ciclos de transición, corto y largo. En el ciclo corto que comprende el período que va de 1988 al 2000, se da la transición política al sistema democrático. El ciclo largo se inicia en 1968, implica una crisis de cultura política y de identidad política nacionalista. Las reglas formales del sistema democrático ya están en operación, aunque desde la perspectiva del ciclo largo todavía no se pueda hablar de que se haya creado una alternativa cultural y civilizadora de fondo que estabilice efectivamente la vida democrática.

La transición democrática en México corresponde al tipo de transición que contiene propuestas de cambio social, pero que no han logrado concretarse en la realidad. En realidad es cuestionable cualquier cambio que se esté dando en la relación entre gobierno y la sociedad, como se esperaba. De hecho, la transición democrática mexicana no se ha acompañado por un nuevo pacto social. Este cambio social puede estar orientado por reclamos que se hacen al Estado mexicano más que por cambios de orden cultural que correspondan a una sociedad posdemocrática y postnacionalista. En todo caso, la transición democrática apuntaría hacia "un espacio regido por formas políticas que no están condicionadas por identidades nacionales" y por tanto a "la emergencia de formas socializadas e identidad que no están fincadas en la lógica del Estado-nación"

El proyecto de transición democrática en México es frágil porque ha sido resultado del impulso modernizador de la economía bajo el influjo de una política económica neoliberal que propone la integración económica de México a la economía global bajo los principios del libre mercado. Así, el proyecto de transición está profundizando la política económica neoliberal, en vez de que se modifique. Democracia y libre mercado son dos premisas de este nuevo orden.

No obstante, el multiculturalismo de los pueblos mexicanos lo que reclaman es transitar del modelo de Estado homogéneo a un modelo de Estado plural que reconozca sus derechos para determinar su desarrollo. La unidad del Estado plural es el resultado del acuerdo entre los pueblos que componen el Estado y que deciden libremente aceptar una Constitución y colaborar en objetivos comunes, La situación actual planteó un proceso de desarrollo contrario, en el cual la heterogeneidad de los actores políticos que diluyen su identidad y evitan compromisos y definiciones específicas con la reforma política e institucional, se traduce en una fragmentación de la estructura del Estado y retrasa la transición democrática.

En 1985, el país tenía un sistema de partido prácticamente único, en el que el PRI ganaba más de 70 por ciento de los votos en la mayor parte del país. El pluralismo y la competencia llegaron a México, a sus ciudadanos, antes de que hubiera un sistema de reglas democráticas y una voluntad política de apertura y de reforma; así fue 1988, elección que pasó a la historia como fraudulenta y se le recuerda por haberse caído el sistema de cómputo. En 1991 el PRI, y sobre todo la Presidencia, lograron una restauración: no regresamos a 1985, pero sí hubo un desmoronamiento del cardenismo.

En 1994 se hizo famoso el voto del miedo; el país salió a votar de forma masiva (78 %); ya no hubo un fraude burdo, pero sí una grave inequidad y una amplia desconfianza.

La participación de los partidos antes de 1988 era muy débil por que los partidos de oposición ocupaban escasos espacios en el poder, todos se regían por el partido estable en el régimen, pero para este año se dio la inauguración de una vida política multipartidista. Cuenta de ello es que no había una oposición real que fuera competente para derrocar al régimen. En cuanto a la participación de la sociedad civil, tenia características del modelo de transición consensual, ya que había fuertes movilizaciones.

Pero este es un punto muy incierto en cuanto a la caída o continuidad de un régimen, ya que el contexto internacional influye en cuanto a que el apoyo económico que se le presta es también benefactor para la economía mundial, ya que la mayor parte de dicha economía es manejada por Estados Unidos y debido a los vínculos tan cercanos de México con este país se presta flexible hacia brindar apoyo o no para el mantenimiento de

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