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EL ABUSO DEL PODER EN BAILADORES. HISTORIA DE LOS VIVOS, HISTORIA DE LOS MUERTOS, HISTORIA DE LOS RESUCITADOS DE CENOBIO SALAS

MimaraneEnsayo23 de Mayo de 2017

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EL ABUSO DEL PODER EN BAILADORES. HISTORIA DE LOS VIVOS, HISTORIA DE LOS MUERTOS, HISTORIA DE LOS RESUCITADOS DE CENOBIO SALAS.

        Al leer el título de este artículo lo primero que nos preguntamos es ¿de qué trata esta obra? Por tal razón juzgamos conveniente hacer referencia a ella antes de comenzar a exponer el tema que deseamos resaltar: el abuso de poder y las diferentes formas de manifestarse discursivamente.

 Bailadores. Historia de los vivos, Historia de los muertos, Historia de los resucitados fue escrita por el señor Cenobio Salas, oriundo de Bailadores, poblado ubicado entre las estribaciones de la Sierra de Tovar y el Parque Nacional Páramo del Batallón y Páramo de la Negra. Se publicó por primera vez en 1895, en Maracaibo por la imprenta de Ignacio Baralt. Por ser difícil para la fecha la difusión de los libros y por su contenido político, esta obra también fue trasmitida a través de manuscritos. En lo que respecta a su género, puede ser considerada un texto testimonial pues como dice John Beverley en su artículo “Anatomía del testimonio” “un testimonio es una narración [...] contada en primera persona gramatical por un narrador que es a la vez el protagonista (o el testigo) de su propio relato” (1987: 9). En este texto el autor-testigo da fe de una serie de hechos ocurridos en su pueblo natal en las últimas décadas del siglo XIX, de muchos de los cuales el señor Cenobio Salas fue víctima y/o testigo ocular.

El libro esta dividido en tres secciones. La primera es la “Introducción” donde se plantea el problema principal: el abuso de autoridad por parte de los gobernantes del pueblo de Bailadores con la finalidad de perpetuarse en el poder y enriquecerse. En esta sección se inserta como prólogo, según el mismo autor, una hoja volante publicada en Tovar en 1887 titulada Los partidarios del gobierno del Estado en Bailadores, ante la sanción pública en la que se denuncia “la impunidad en toda clase de delitos y el apoyo y protección”[1] (Salas, 1895: 6) a los delincuentes por parte de los gobernantes. Además describe cómo las “autoridades locales” y “las superiores” no hacen “otra cosa que permanecer impasibles á los clamores de tantas víctimas” (6). En esta parte del relato se ponen de manifiesto las agresiones que se cometen en contra de los ciudadanos del laborioso pueblo de Bailadores; también se relata, bajo el subtítulo “Historia de los resucitados”, el intento de asesinato y los tomentos a que fueron sometidos Metrovio Belandria y el autor, Cenobio Salas; inferimos que este subtítulo se debe al hecho de que los atacados sobrevivieron a semejante abuso.

Lo que se titula como “Primera parte” se inicia con un relato detallado de las acciones de Obdulio Labrador, irónicamente el “héroe” de esta historia; se hacen algunas digresiones para narrar hechos históricos que se relacionan con el tema central: la denuncia del abuso de autoridad. Se exponen las razones de la enemistad de Labrador con Cenobio Salas, poniendo al descubierto de este modo las acciones del Jefe Civil; además, se narran las intrigas a las que son sometidos algunos habitantes de aquel pueblo para que se asesinen entre ellos.

Por último, la “Segunda parte” es una narración más sucinta de los asesinatos, violencias, robos, expropiaciones de los que son víctimas algunos de los moradores del municipio Rivas Dávila. Se pone en evidencia el cinismo de los gobernantes y de las autoridades; se muestra el miedo del pueblo; se denuncia el “furor continuista” (73) de aquellos que según el Diccionario de Historia de Venezuela de la Fundación Polar “expresan la actitud de no permitir la alternabilidad en el desempeño de un cargo, cerrando el paso a otros que aspiran a alcanzar determinada posición” (1994), ya que los que hacen mal se escudan bajo esta condición para matar, robar, y cometer cualquier fechoría, el continuismo todo lo permite, es injusto. Para finalizar Salas destaca que en el pueblo hay “oculta... una buena porción de honradez” (89), que hay personas cuyo único pecado es “su falta de valor civil y haber aceptado puestos públicos en aciagas administraciones” (90) y alaba al gobierno estatal que es la única esperanza para salvar a Bailadores de la desagracia en la que se encuentra sumergido.

Ligado a este relato, tenemos los hechos ocurridos en Venezuela en el siglo XIX. Recordemos que la población venezolana estaba cansada de sus gobernantes porque no eran capaces de dirigir el país y más que solucionar problemas lo que hacían era empeorarlos. Esto hace que se despierte en el ciudadano el deseo de cambiar la situación, de modo que se desarrollan varias revueltas tales como: La Revolución Azul (20 de mayo de 1868), La Revolución Legalista (11 de marzo de 1892), La Revolución Restauradora (23 de mayo de 1899) y se produce el fenómeno conocido como “continuismo” que no es más que “el deseo de un gobernante de permanecer en el poder violando la Constitución y las leyes o utilizando medios fraudulentos para modificarlas y de este modo continuar su mandato” (Fundación Polar, 1994.)

Estas revoluciones beneficiaban a los líderes y a sus allegados dejando tras de ellas desolación, tristeza, ruina, muerte y pueblos sumidos en la más profunda desgracia.

La población de Bailadores siempre llena de entusiasmo con la que podía contar cualquier hombre revolucionario que llevara como consigna la paz y la prosperidad del pueblo y del país, fue uno de los lugares a los cuales llego la codicia del hombre, la cual trajo como consecuencia la mala administración de la justicia. Según Salas, se aprovecharon de que este pueblo era particularmente guerrero y de que algunos de sus habitantes eran ambiciosos. De este modo, no fue difícil hacer de él un buen escenario para el asesinato.

A lo largo de los años, en el transcurso de la historia de los países vemos como el poder, bien sea económico, gubernamental o de cualquier otra índole, juega un papel importante ya que con él es con quien cuentan los sujetos sociales para lograr objetivos propuestos. Entendemos que una persona o un grupo de personas tienen poder cuando pueden influir en la realidad de otro u otros. En esta obra vemos reflejado el abuso del poder cuando las autoridades o sus parciales se exceden en el ejercicio de las facultades que les confiere el cargo que ejercen, sin poner en práctica la ley, utilizándola con una finalidad que invierte su propio sentido, estableciendo comisiones para el delito, insultando, amenazando, allanando, saqueando, robando, hiriendo y hasta matando a todas las personas que no estén de acuerdo con sus ideas. Todo esto tiene lugar sólo por dejarse llevar por la pasión desbordada de conseguir, acrecentar y preservar el poder, los honores y la fama, además del vehemente deseo de conseguir riquezas e incluso por el mero deleite en hacer mal. Con ello se produce miedo en el hombre que trabaja día a día para lograr conseguir sus bienes y el perjuicio de los habitantes de un pueblo laborioso.

 Como lo expresa su autor, lo que ha permitido este abuso de poder son, por una parte, las guerras civiles “que han arraigado allí el tristísimo maridaje del encono y el odio con la codicia y la mala fe” (5) y, por otra, los malos gobernantes que “llevados de la ambición de mando é interesados más en perpetuarse en el poder que en mirar por el bienestar de los pueblos” (5) han hecho que parte de los pobladores se conviertan en “los ciegos instrumentos de refractarios gobernantes” (5). Aunado a esto, se encuentra la impunidad en los delitos y el respaldo y amparo por parte de aquellos que debían frenar tales procederes. Así, se instaura una situación en la que prevalecen como mecanismos de control social y político la violencia, la hipocresía, los engaños, utilizando los malos actos y las malas palabras para dar a entender que se sufrirán daños si no se coopera con los trasgresores de la ley. Se puede inferir que esto se debe a la lejanía del pueblo respecto a la capital y por tal razón las autoridades superiores han descuidado la supervisión del cumplimiento de la ley en los lugares alejados como Bailadores.

Por tener esta obra un propósito testimonial, el autor trata de “describir a la clara luz de la verdad” (22) los hechos ocurridos en uno de los pueblos de Valle del Mocotíes. De esta manera, pone en evidencia las atrocidades cometidas por los sujetos que representan el poder. Nos narra cómo las personas son atacadas “á vista de las autoridades y vecinos y sin causa ninguna” (14) por comisiones armadas que se precipitan con furia dando machetazos, puñaladas, golpes, balazos, escudándose con decir “nosotros somos los que mandamos” (22).

En Bailadores. Historia de los vivos, Historia de los muertos, Historia de los resucitados vemos que los homicidios son perpetrados y apadrinados por las personas encargadas de velar por el cumplimiento de las normas establecidas, como Jefes Civiles, Jefes de Parroquia y Distrito e individuos que poseen rangos militares como Coroneles, Generales. Estos hombres que, en vez de enaltecerse con mejorar la vida del hombre labriego de finales del siglo XIX, se glorificaban con el asesinato de personas honestas, trabajadoras y sobre todo seres que no representan un estorbo en sus labores.

Esta obra se presta para darnos cuenta de cuánto daño hacen las guerras, no sólo daño material o económico, sino daño a las almas, a las conciencias de los seres humanos. Apoyándonos en la narración de Salas, podemos decir que los dirigentes siempre con su ambición de mando, con la sed de más y más poder, no se paran “en los medios”, (6) utilizan a aquellos que también ansían el mando, el domino sobre el más débil, los convierten en las ciegas armas del crimen, favoreciendo especialmente a los sanguinarios. De esta manera, se forjan individuos sin conciencia ni ley que insultan, roban, saquean, amenazan, y hasta matan por codicia. Y las autoridades ¿dónde están?: protegiendo, ocultando y apoyando a los malhechores, muestran su indiferencia ante los sucesos. Y ¿los soldados, las autoridades públicas que son las que se preparan para defender a los ciudadanos?: están haciendo de las suyas pues, al ver que sus superiores cometen errores y no son castigados, siguen su ejemplo sin recordar cuál es su deber.

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