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EL PROBLEMA AGRARIO EN COLOMBIA


Enviado por   •  15 de Febrero de 2012  •  2.742 Palabras (11 Páginas)  •  775 Visitas

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EL PROBLEMA AGRARIO EN COLOMBIA

En su discurso de posesión el presidente Juan Manuel Santos reconoció que uno de los problemas económicos y sociales más graves del país es la propiedad y uso de la tierra. Prometió medidas y leyes que supuestamente solucionarán el problema agrario. De manera demagógica anunció que haría de cada campesino colombiano ―un próspero Juan Valdez‖. Las dificultades que ha tenido en el proceso de elaboración del proyecto de la Ley de Tierras y las contradicciones con la Ley de Víctimas, son una prueba de la gravedad del problema. El objetivo de Santos es legalizar el despojo y sanear los títulos de propiedad para garantizar, tanto a la gran burguesía nacional, como a las transnacionales mineras, energéticas y promotoras del negocio de agro combustibles, la llamada ―estabilidad jurídica‖ de sus inversiones. Es una tarea en la que va a chocar inevitablemente con los poderes regionales, los narcotraficantes, los paramilitares e, incluso, los que ―honestamente‖ compraron tierras aprovechándose del terror sembrado por los señores de la guerra. Esta realidad amerita que el movimiento obrero construya su propia propuesta programática para enfrentar el problema.

LA CONTRARREVOLUCIÓN AGRARIA

Como es común en los países semicoloniales, en Colombia no se ha realizado una reforma agraria que le distribuya la tierra a los campesinos. Por el contrario, lo que se ha producido es el despojo permanente por parte de los terratenientes y las transnacionales, desterrando al campesinado a la frontera agrícola, obligándolo a colonizar nuevos territorios que amplían esa frontera, para luego volver a despojarlo, en un círculo vicioso que no termina, o para desplazarlo a las ciudades a vivir en la miseria. Pero además, la disputa por la tierra se ha desarrollado con métodos de guerra civil, y esa es una de las causas de la existencia de la guerrilla como expresión de la lucha del campesinado, y de las organizaciones paramilitares como instrumento para el despojo. Lo que se ha realizado es una contrarrevolución para expropiarle la tierra al campesinado pobre.

A partir de 1985 se desarrolló una nueva ofensiva contra el movimiento obrero, campesino e indígena, y contra las organizaciones políticas de izquierda, que ha producido decenas de miles de asesinatos de dirigentes y activistas, masacres, desapariciones. Dos décadas más tarde, entre 2007 y 2009, hubo 38.255 desaparecidos según la Fiscalía, masivas operaciones de desalojo y millones de desplazados (ver cuadro estadístico). El investigador Alejandro Reyes, ahora asesor del gobierno de Santos, señala cómo desde el poder del Estado se organizó la ofensiva paramilitar contra el campesinado: ―La organización de autodefensas civiles que apoyarían a las Fuerzas Armadas en su lucha antisubversiva fue ideada por la cúpula militar a finales del gobierno de Julio Cesar Turbay Ayala (1978-1982) para contrarrestar la amenaza de parálisis que veía venir con la política de paz del presidente Belisario Betancur 1982-1986.

Los grupos paramilitares evolucionaron desde movimientos de autodefensa de propietarios locales hasta convertirse en empresas armadas de conquista territorial, interesadas en dominar territorios y poblaciones locales, depredar los presupuestos y usufructuar los negocios de narcotráfico, el contrabando y la apropiación forzada de la tierra. El terror contra la población provocó un desplazamiento no menor a cuatro millones de personas en el último cuarto de siglo y transfirió una gran parte de las tierras abandonadas a una nueva capa de propietarios, algunos muy poderosos, asociados con las estructuras armadas‖. (Alejandro Reyes, Guerreros y campesinos, Editorial Norma, 2009).

El gobierno del presidente Uribe intentó mostrar que estaba tomando medidas a favor del campesinado despojado y desplazado, aprobó reparaciones por vía administrativa con presupuesto de los contribuyentes, colocando todos los obstáculos posibles y con montos que iban entre 12 a 18 millones de pesos pagos en pírricas cuotas durante 10 años, al tiempo que regalaba miles de millones de pesos a sus amigos terratenientes y empresarios con el programa de Agro Ingreso Seguro. Sobre éste último caso, mencionemos un ejemplo escandaloso: 10 porcicultores y refinadores de aceite de palma que contribuyeron con $29,5 millones en el 2002 para su campaña electoral, y $27 millones para promover su referendo reeleccionista, recibieron 8 mil millones en subsidios no reembolsables y 279 millones en créditos blandos. A esto se sumó las exenciones tributarias para las empresas mineras que sólo en su segundo mandato sumaron 8 billones de pesos, que corresponden al 36% del déficit fiscal.

En la lucha por la tierra, han sido la burguesía terrateniente nacional y las transnacionales las que se han beneficiado de una concentración cada vez mayor de las tierras más productivas, produciéndose el mayor grado de desigualdad de la propiedad de la tierra en el continente. El 4% de los propietarios (los terratenientes) tienen el 62.6% de la tierra, mientras que el 86.3% del campesinado sólo posee el 8.8%.

REVOLUCIÓN, EXPROPIACIÓN Y DEMOCRACIA OBRERA

En los países semicoloniales ningún gobierno burgués garantiza una reforma agraria democrática. Gobiernos supuestamente progresivos como los de Hugo

Chávez, Evo Morales, Rafael Correa o Lula da Silva no la garantizaron. En Colombia menos lo va a garantizar la burguesía reaccionaria y conservadora. Con discurso promete reformas mientras en la práctica aplica contrarreformas a sangre y fuego para monopolizar la propiedad en unos pocos miles de terratenientes y empresarios, aumentando la desigualdad.

En estos países una reforma agraria democrática sólo será posible mediante una revolución que expropie a los terratenientes y distribuya la tierra al campesinado.

La reforma agraria, la conquista de libertades democráticas y la independencia del imperialismo, son tres tareas que sólo se pueden lograr mediante una revolución y un gobierno obrero en alianza con el campesinado, que pase a tomar medidas como la expropiación y colectivización de los medios de producción, entre ellos la tierra. Sin la expropiación de los capitalistas y la colectivización de los grandes medios de producción con control obrero y la expulsión del imperialismo y sus transnacionales —implantando un régimen de democracia obrera—, todo proceso revolucionario retrocederá y no se resolverán problemas como el de la tierra.

LA AUSENCIA DE ORGANIZACIONES DE MASAS

Después de un siglo de luchas por la tierra, por libertades democráticas

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