EL RECONOCIMIENTO Y EL DERECHO A LA CIUDAD DE LOS DESPLAZADOS POR EL CONFLICTO ARMADO EN COLOMBIA.
franarys2 de Noviembre de 2014
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EL RECONOCIMIENTO Y EL DERECHO A LA CIUDAD DE LOS DESPLAZADOS POR
EL CONFLICTO ARMADO EN COLOMBIA.
Ariel Mosquera Morales1
Introducción
El siguiente articulo estará relacionado con mi propuesta del proyecto de tesis de la
maestría, la cual está enmarcada dentro de la problemática del conflicto armado en
Colombia, más concretamente sobre las consecuencias del desplazamiento forzado en las familias de la región de los llanos orientales de Colombia2.
Así que la finalidad del trabajo se basará en tomar dos situaciones de intervención en
torno al otro en su vida cotidiana sobre todo en el momento de su llegada a la ciudad de
Villavicencio. La primera corresponde al planteamiento del reconocimiento como “víctima”
del conflicto armado (y no como simples pobres) por parte del estado y la sociedad,
planteando algunos elementos de mayor relevancia para la mejor comprensión de la
realidad que viven las familias desplazadas por la violencia, sobre todo visto desde las
posturas de Axel Honneth y Nancy Fraser, a partir de los cuales pueda discutirse la
problemática de este grupo social y obtener algunas luces para la comprensión de su
situación actual frente al reconocimiento de los otros.
En la segunda parte como consecuencia de haber sido reconocido como sujeto víctima
del conflicto armado en la primera parte, analizare un programa de atención a las familias
“desplazadas” por la violencia en Colombia que fomenta la participación en la
construcción del reconocimiento a la ciudad de manera tal de poder visualizar si la voz y
el reclamo de las familias desplazadas tiene validez en la elaboración de la agenda
1 Administrador publico – Escuela Superior de Administración pública (ESAP)- Colombia. Articulo para Seminario de Doctorado de “Análisis crítico de investigación e intervención en torno a minorías” de la Universidad de Buenos Aires- UBA- Argentina. 30 de Octubre de 2013.
2 Se le denomina la otra media Colombia olvidada, que comprende los Departamentos de, Guaviare, Guainía, Casanare, Arauca, Vichada, Vaupés, Meta, Caquetá, Putumayo y Amazonas, que en extensión territorial equivalen a l 55% del estado colombiano. Estos territorios son estratégicos porque poseen una gran riqueza de recursos naturales, (mayores productores de petróleo, las reservas de agua dulce más grandes del país, las mejores tierras para cultivar, selva virgen de la amazonia, con su gran diversidad de flora y fauna) pero a su vez también allí se encuentran los mayores cultivos de hoja de coca, las rutas de droga hacia los países limítrofes, y debido al gran bosque selvático sirve como refugio para los grupos Guerrilleros y productores de estupefacientes. También se encuentra la mayor base militar Antinarcótica de Latinoamérica perteneciente a los Estados unidos “Barrancón” en una clara “estrategia de represión global a sostener el estado de vigilancia neo-colonial y el aparato extractor” (Scribano, 2007:120).
pública o si por el contrario, se toma al desplazado como otro accesorio en la construcción
de políticas sociales.
Entender el conflicto de esta manera supone que si bien las familias desplazadas sufren
un proceso de adaptación a la ciudad con el tiempo se convierten en parte integrante y
constructoras de la vida social en la ciudad, pero no como actores sociales críticos de la
ciudad en la que viven. Al contrario los desplazados son vistos entonces, no como
víctimas de la guerra, sino como actores del conflicto armado que están involucrados con
cualquiera de los bandos. Se generaliza la idea de que no son personas de fiar, son
asociados con delincuentes y su llegada a la ciudad es percibida como fuente de
inseguridad. Estos "(...) Opinan que detrás de los desplazados vienen los problemas, los
asalta el temor de que estos hereden y traigan una historia de enfrentamientos que
agudice o reviva los conflictos en el barrio" Naranjo (2001: 176-185).
Debemos partir del hecho único, que en Colombia, el desplazamiento forzado hacia las
ciudades capitales, no sucede en razón de la existencia de identidades culturales y
políticas preexistentes. Los desplazados en Colombia no constituyen una etnia, una
nacionalidad, una comunidad religiosa, un partido, una colectividad política o ideológica y
no están definidos por alguna identidad preexistente; por el contrario, el único rasgo que
parecen tener en común es su condición de víctimas del conflicto armado; su situación de
exclusión y desarraigo, la ausencia de reconocimiento y las heridas morales producidas
por el despojo y el olvido; si algo predomina en este creciente grupo social es la
heterogeneidad y la diferenciación de sus componentes; miembros de todas las etnias, de
todas las culturas, de todas las religiones y las clases, de todas las ideologías conforman
el contingente de desplazados.
En situación de desplazamiento, se produce una desactivación del reconocimiento previo,
no importa de qué tipo, tampoco si ellas son fuertes o débiles según parámetros que
pudieran clasificarlas de esta manera. Esta desactivación es puesta en marcha cuando el
grupo de desplazados es delimitado por el concepto de desigualdad a partir del ejercicio
de dominación de unos sobre otros, vinculando los conceptos de determinación,
dominación y hegemonía; es decir por una nominación externa a ellos, muchas veces
arbitraria y no asociada con lo que ellos son, hacen, piensan, creen o desean sino con las
argumentaciones que elaboran los actores del conflicto para justificar sus acciones de
desarraigo e intimidación; “auxiliadores de la guerrilla o de los paramilitares, informantes
del ejército”, son las pertenencias virtuales que se les atribuyen con más frecuencia, así
esta nominación no tenga ningún asidero en la realidad o que el evento que los desplaza
no posea en principio una ligazón muy clara con las guerras públicas y obedezca a criterios esencialmente privados 3.
Las pertenencias imputadas, impuestas por otros y referidas a las exigencias discursivas
de la guerra y no a los sentimientos y las voluntades de quienes las sufren, contribuyen a
la pérdida de sentido, a la confusión y a la opacidad en la que se mueven
irremediablemente los afectados por este drama social. Para los desplazados, no solo es
difícil a veces, identificar a su agresor, sino también conocer las razones por las cuales se
los cataloga como peligrosos o saber a ciencia cierta de qué se los acusa, porqué se les
impone un castigo de extrañamiento y un futuro de pobreza y despojo; no logran
identificar un principio de orden en su universo vital que les permita orientar sus acciones
y evitar las retaliaciones, lo que incrementa la incertidumbre, la impredecibilidad, la
desconfianza y la pérdida de sentido de la vida en común.
La desactivación de las identidades previas y su reemplazo por las pertenencias
imputadas tiene una clara incidencia en la estigmatización del fenómeno, los desplazados
pasan de ser afectados por la guerra a hacer parte de la misma, actores de su propio
destino y por lo tanto responsables de su situación actual; desde esta nueva pertenencia
imputada los mira, los juzga y los discrimina desde la “normalidad” del “nosotros”, con
todas las consecuencias políticas, económicas y sociales que de allí se derivan.
No obstante todo lo anterior, la situación límite a la que se ven abocado con la expulsión
de sus territorios, genera el entramado de una suerte común, de una historia
colectivamente vivida, similares despojos, pérdidas y desarraigos, heridas morales
surgidas del sentimiento de exclusión y ausencia de reconocimiento.
Y es precisamente en ese nuevo entramado socio-moral, donde los desplazados pueden
encontrar elementos de auto-conocimiento y re-conocimiento que les provea de nuevas
identidades desde las cuales articular orgánicamente sus demandas de estabilización
socioeconómica, reconocimiento social, inclusión política y reparación moral y sobre todo
inclusión en el "demos" y el reconocimiento como sujetos de pleno derecho tanto en la
comunidad nacional como en la ciudadana. Fraser propone que “se llega a ser un sujeto
individual únicamente cuando se reconoce y se es reconocido por otro sujeto. El
reconocimiento de los otros, por lo tanto, es esencial para el desarrollo del sentido de sí.
3 Los estigmas frente al desplazamiento aparecen frecuentemente en las amenazas y en las justificaciones "ex post" que elabora la prensa y los diferentes grupos dominantes. Delimitando claramente el “nosotros” como los “normales” y los “otros” como los “anormales”, teniendo como base la norma. Entrevistas con desplazados elaboradas para varios trabajos. Ver también: Pérez G. Diego. Ayer, desplazados internos; hoy, extranjeros en su propia tierra. Éxodo Boletín sobre desplazamiento interno. Septiembre-octubre 1996 No. 3. Bogotá, p. 2.
No ser reconocido o ser reconocido inadecuadamente- supone sufrir simultáneamente
una distorsión en la relación que uno mantiene consigo mismo y un daño infringido
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