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El Fordismo


Enviado por   •  30 de Septiembre de 2013  •  2.643 Palabras (11 Páginas)  •  292 Visitas

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EL TALLER Y EL CRONOMETRO.

LA MANUFACTURA Y EL OFICIO

Con Taylor, a principios de siglo, todo cambia: la holganza obrera se convierte en blanco de ataques hasta que se consigue limitarla. Pero, para medir la amplitud de la revolución introducida, hay que volver primero a lo que desaparece: el obrero de oficio, heredero de los secretos del gremio, sigue siendo la condición ineludible, la figura necesaria de la manufactura. Más aun, la industria, en su conjunto y como tal, depende de él. A este respecto confiesa URE (The philosophy of manufactures, Frank Class and Company Limited, 1845) que durante setenta años las manufacturas fueron débiles e inestables, al estar obligadas a desplazarse a donde hubiera obreros hábiles.

Por lo menos la Inglaterra de URE disponía de una importante reserva de obreros hábiles. En tierras americanas, las cosas tan mucho peor. Disponer, y en número suficiente, de obreros hábiles, tal es el tema que se repite continuamente. Si por suerte una localidad acoge a una comunidad obrera, se procura retener allí a los trabajadores aun cuando las manufacturas no puedan ya darles trabajo.

• El oficio como condición de la industria.

1863, en plena revolución industrial: los distritos obreros de Lancashire. Como consecuencia de los estragos de la guerra civil, no llega el algodón del Sur americano, Las manufacturas inglesas que se abastecían de el callan, cierran y arrojan al hambre a millares de obreros y sus familias. Estos, atacados otra vez por la miseria, reclaman por fin el derecho a emigrar.

Como era de esperar, se ganó el pleito, la prohibición de emigrar no fue derogada alegando que los obreros son la fuerza espiritual y adiestrada que no se puede reemplazar en una generación, y los obreros se quedaron donde estaban, como exigía su “valor”.

• El oficio como obstáculo a la acumulación del capital.

Más que cualquier otro país, los Estados Unidos se resintieron de la falta de obreros de oficio en número suficiente, e incluso hasta la década de 1860, de la falta de obreros a secas. De ahí la dificultad endémica del capital americano para asegurar su desarrollo. Escasez e indisciplina de las fuerzas de trabajo son los obstáculos fundamentales.

Como se ve, en estos textos americanos el acento es distinto a que encontramos entre los fabricantes de Lancashire: el obrero y su oficio no son ya cosa de capital, su valor incluso, sino el obstáculo fundamental ‘ara su desarrollo.

No solo por su escasez, sino también porque permite y hace posible el dominio de un oficio, de un saber de fabricación.

La AFI (American Federation of Labor) garantizaba el aprovisionamiento en fuerza de trabajo, administraba la afluencia en cantidad y cualidad. La contrapartida exigida era que el fabricante respetara la tarifa sindical. En esta particular configuración de las relaciones de clases, la negociación gira en torno al sello: concebido si se respeta la tarifa.

Pero como ya se sabe, estas prácticas también tienen su reverso. Como practica eminentemente de la aristocracia obrera, se persigue la defensa del oficio con el espíritu de secta y el egoísmo de categoría más implacable. Así se establece una guerra abierta a los unskilled, obreros no especializados rechazados por l sindicato y obligados a vender su fuerza, fuera de tarifa.

• La maquina, el niño, el destajista: practicas pretayloristas de lucha contra el oficio.

El capital busca primero una salida en la maquina. Desde su aparición, ésta es concebida como un medio de soslayar las líneas de resistencia levantadas por el oficio.

La unión del capital y la ciencia es detallada por URE en el conjunto de sus virtudes, aunque estas sean potenciales:

1. Reducción de costos de fabricación: el trabajo especializado es el elemento más caro de la producción. En la fabrica automatizada el trabajo especializado puede ser suprimido progresivamente y limitarlo a simples vigilantes de maquina.

2. Aumento del ritmo de trabajo: cuan productiva será la industria cuando ya no dependa de los esfuerzos musculares que son inconstantes e irregulares.

3. Lucha contra la organización obrera: solo el nombre sindicato pone al capital en guardia.

4. Por último, el más importante. Lucha contra la insubordinación y la indisciplina. La maquina no solo posee la virtud económica de hacer el trabajo más productivo, sino que también puede ser instrumento de regularización y sometimiento de los trabajadores.

Pero desde luego la maquina puede obligarte, pero al obrero adulto le quedan todavía puntos de resistencia.

De ahí esa preferencia de los fabricantes por los niños: la entrada de niños de ojos vivos y manos agiles puede constituir una segunda línea de ataque. El consumo productivo de los niños, rompiendo una línea débil de la resistencia obrera.

En el discurso de los fabricantes, se invoca ante todo el consumo productivo del niño como una necesidad técnica: la finura de sus dedos, la pequeñez de su estatura y de sus miembros hacen de ellos los únicos aptos para efectuar ciertos trabajos. Además, a los niños se les paga 3 o 4 veces menos que s los adultos.

Sin embargo, las verdaderas preferencias de estos manufactureros por los niños solo salen a la luz más que en las solicitudes formuladas a las autoridades locales para que les entreguen huérfanos y abandonados de los hospicios. Estas razones se resumen en una consigna: contra el peligro que supone para la manufactura la holganza de los obreros adultos, asegurar la continuidad de su aprovisionamiento en fuerza de trabajo dócil.

Crecidos en la manufactura, al ritmo de las lanzaderas, el niño se convierte en educador del obrero.

Sin embargo, ni la maquina ni el trabajo de las mujeres y los niños podrán suplirlo todo. Y el oficio sigue siendo paso obligado para muchas obras. El sistema de destajo o ajuste a tanto alzado fue, antes de Taylor, una de las fuerzas más eficaces utilizadas por los fabricantes para tratar de circunscribir el oficio.

Un destajista es un subcontratista de mano de obra que, con las materias primas y maquinarias proporcionadas por los patrones, hace ejecutar unos trabajos a él confiados, ya sea en el taller o en la obra del patrón, ya sea en su propio domicilio, con la ayuda de obreros contratados o pagados por el por día o pieza.

La empresa no existe entonces más que en forma dividida; secciones enteras de fabricación perfectamente autonomizadas y separadas, son confiadas a la

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