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El Laberinto De La Soledad, Octavio Paz

MagalyDuck25 de Noviembre de 2011

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EL LABERINTO DE LA SOLEDAD

Octavio Paz

EL PACHUCO Y OTROS EXTREMOS

El descubrimiento de nosotros mismos se manifiesta como sabernos solos; entre el mundo y nosotros se abre una impalpable, transparente muralla: la de nuestra conciencia.

El adolescente vacilante entre una infancia y la juventud, queda suspenso un instante ante la infinita riqueza del mundo.

A los pueblos en trance de crecimiento les ocurre algo parecido. Las épocas viejas nunca desaparecen completamente y todas las heridas, aun las más antiguas, manan sangre todavía. A veces, como las pirámides precortesianas que ocultan casi siempre otras, en una sola ciudad o en una sola alma se mezclan y superponen nociones y sensibilidades enemigas o distantes. Todos pueden llegar a sentirse mexicanos.

Los Ángeles, ciudad habitada por más de un millón de personas de origen mexicano; la atmósfera vagamente mexicana de la ciudad, imposible de apresar con palabras o conceptos. Esta mexicanidad flota en el aire. Porque no se mezcla ni se funde con el otro mundo, el mundo norteamericano, hecho de precisión y eficacia. Flota pero no se opone; se balancea, impulsada por el viento, a veces desgarrada como una nube, otras erguida como un cohete que asciende. Se arrastra, se pliega, se expande, se contrae, duerme o sueña, hermosura harapienta. Flota: no acaba de ser, no acaba de desaparecer.

Los mexicanos, aunque tengan muchos años de vivir allí, usen la misma ropa, hablen el mismo idioma y sientan vergüenza de su origen, nadie los confundiría con los norteamericanos auténticos. Lo que los distingue del resto de la población es su aire furtivo e inquieto, de seres que se disfrazan, de seres que temen la mirada ajena, capaz de desnudarlos y dejarlos en cueros.

Este estado de espíritu ha engendrado lo que se ha dado llamar el “pachuco”. Los “pachuchos” son bandas de jóvenes, generalmente de origen mexicano, que viven en las ciudades del Sur y que se singularizan tanto por su vestimenta como por su conducta y su lenguaje. No reivindican su raza ni la nacionalidad de sus antepasados.

El “pachuco” no quiere volver a su origen mexicano; desea fundirse a la vida norteamericana.

Y el primer enigma de su nombre mismo: “pachuco” vocablo de incierta filiación que dice nada y dice todo.

El pachuco ha perdido toda su herencia-: su lengua, religión, costumbres, creencias. Sólo se queda un cuerpo y un alma a la intemperie, inerme ante todas las miradas. Su disfraz lo protege y, al mismo tiempo lo destaca y aísla: lo oculta y lo exhibe.

Por caminos secretos y arriesgados el pachuco intenta ingresar a la sociedad norteamericana. Más el mismo se veda el acceso.

La existencia de real o supuesta inferioridad frente al mundo, podría explicar, parcialmente al menos, la reserva con la que el mexicano se presenta ante los demás y la violencia inesperada con la que las fuerzas reprimidas rompen esa máscara impasible. Pero más vasta y profunda que el sentimiento de inferioridad, yace la soledad. Es imposible identificar ambas actitudes: el sentirse solo no es sentirse inferior, sino distinto. El sentimiento de soledad, por otra parte no es una ilusión- como a veces lo es la inferioridad- sino la expresión de un hecho real: somos, de verdad, distintos. Y de verdad, estamos solos.

La historia de México es la del hombre que busca su afiliación, su origen. En su excéntrica carrera ¿Qué persigue? Va tras su catástrofe: quiere volver a ser sol, volver al centro de la vida donde un día- ¿En la conquista o en la Independencia?- fue desprendido. Nuestra soledad tiene las mismas raíces que el sentimiento religioso.

Mas ¿Para que buscar en la historia una respuesta que nosotros mismos podemos dar? Si somos nosotros los que nos sentimos distintos ¿Qué nos hace diferentes y, en que consisten estas diferencias?

Me parece que los Estados Unidos son una sociedad que quiere realizar sus ideales, que no desea cambiarlos por otros y que por más amenazador que parezca el futuro, tiene confianza en su supervivencia. Para nosotros un realista siempre es un pesimista.

La costumbre de comer el 2 de Noviembre panes y dulces que fingen huesos y calaveras, son hábitos heredados de indios y españoles, inseparables de nuestro ser.

Y no terminan aquí nuestras diferencias. Ellos son crédulos, nosotros creyentes; aman los cuentos de hadas y las historias policiacas, nosotros las leyendas. Los mexicanos mienten por fantasía, ellos no mienten. Nos emborrachamos para confesarnos, ellos para olvidarse. Son optimistas, nosotros nihilistas. Los mexicanos son desconfiados, ellos abiertos. Nosotros somos tristes y sarcásticos; ellos alegres y humorísticos. Los norteamericanos quieren comprender, nosotros contemplar. Son activos, nosotros quietistas. Disfrutamos de nuestras llagas como ellos de sus inventos.

¿Cuál es la raíz de tan contrarias actitudes? Me parece que para los norteamericanos el mundo es algo que se puede perfeccionar; para nosotros algo que se puede redimir.

El hombre me parece no está en la historia, es la historia.

MASCARAS MEXICANAS.

Sin importar a que se dedique el hombre; se encierra y se aleja de todos y de si mismo. Siente que una mirada con el vecino puede desencadenar una serie de sucesos. El mexicano aplica el siguiente refrán: “al buen entendedor con pocas palabras”. El mexicano se encierra en si mismo porque es parte de su hombría, el abrirse a los demás es símbolo de traición; el no puede abrirse a los demás y expresar sus sentimientos porque los demás no lo entenderían y eso sería “rajarse”. El mexicano expresa: “Me he vendido con fulano”. Cuando ha contado sus secretos a alguien que los dirá con todos; es ahí donde radica la desconfianza del hombre. Las normas jurídicas pocas veces satisfacen al hombre, ya que en su mayoría lo mutilan y no lo dejan expresarse libremente. Al hablar del amor a la forma, Alarcón la generaliza, pero si negociación no afirma nuestra singularidad frente a la de los españoles. La revolución abrió el camino hacia el arte moderno y la poesía que también crean mundos cerrados; porque se debe defender su intimidad y son las mujeres quienes mas deben defender su recato. Los mexicanos consideran como un instrumento, la cual no tiene ni voz ni voto, solo se le premia por ser dadora de luz o de vida. El secreto debe de acompañar a la mujer. A diferencia de otros países donde la mujer mayor libertad y se consideran presas fáciles. El español cree que la mujer es un ser lujurioso y pecador que debe regirse a palos y frenarse a través de la religión. El mexicano no cubre con luto al amor sexual y lo asume con personalidad, no ve a la mujer como pecadora. Las norteamericanas, por el contrario, niega u oculta parte de su cuerpo, son inmorales y pierde su espontaneidad, la mexicana duerme y no tiene voluntad su cuerpo despierta si alguien lo hace. Las norteamericanas desean atraer la atención de los hombres con el movimiento de su cuerpo. La mexicana es quien da la estabilidad en una pareja, quien aportará la dulzura y el seguimiento de la raza. Es tratada con respeto por todos y también es “rajada”, expuesta a toda clase de peligros a los cuales no la puede salvar el hombre: es la mujer sufrida, sufrimiento que la vuelve invulnerable igual que el hombre y es el que esconde su ser y su vergüenza en la mujer, las culpa porque sus atributos la dejan ser abierta. Otra parte importante es que se tolera al homosexualismo pero no al heterosexualismo, nos escondemos tras mascaras que nos hacen improvisar y nos llevan de mentira en mentira, nos ninguneamos; tal cosa tiene un gran valor. Don ninguno es muy poderoso en nuestras vidas y aunque parece no ser nadie, es la mayor máscara que tenemos, disimula nuestro existir y el de los demás puede llegar a ahogarnos o desaparecernos.

TODOS SANTOS, DIA DE MUERTOS

Para el mexicano cualquier cosa es motivo de festejo, todo su calendario se encuentra lleno de estos. Sus fiestas se caracterizan por sus colores, su gente, sus dulces y su vestuario. El 15 de septiembre la gente grita por espacio de 1 hora para callar todo el año. El 12 de diciembre se entrega a quien es uno de los misterios de origen. Al mexicano no le bastan sus festejos; son demasiadas las fiestas que se realizan en la republica, es el único lujo que tenemos, aquí es donde el mexicano tiende a abrirse y desahogarse, puede llegar a matar por liberar sus sentimientos. Otros países no tienen para realizar tan solo una fiesta, y en este sentido se trata de adquirir potencia vida y

salud. Es una de las formas económicas mas antiguas y todo pasa como si no fuera cierto, como si se viviera en sueños; aquí todo esta permitido, se introduce una moral que se contradice día con día. La fiesta no es solo un exceso y desperdicio de los bienes acumulados durante el año; también es una revuelta; la sociedad se burla de sus dioses, principios y leyes: se niega a si misma. Las fiestas son lo contrario de las vacaciones que no extrañan al mundo que los ha creado. Durante las fiestas el mexicano piensa que si no muere como vivió es porque esa vida no le pertenecía, algunos consideran a la vida, muerte y resurrección estadios de un proceso más que cósmico, donde se dan los sacrificios, los cuales tienen 2 funciones: acceder al proceso creador de un dios y alimentar a la vida cósmica y social. Así, nacer en cualquier día, nos llevaba a ocupar determinado espacio y tener un destino porque ya todo estaba trazado, mientras que nosotros los disociamos y los cruzamos como una parte mas de nuestras vidas, para ellos todo se regía a través del calendario sacerdotal. Los sacrificios no entrañaban salvación,

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