El consumo como posicionamiento de clase social bajo los conceptos de modernidad liquida

EL CONSUMO COMO POSICIONAMIENTO DE CLASE SOCIAL

Desde los comienzos de la revolución industrial junto al surgimiento del nuevo sistema capitalista, nace una nueva forma de estratificación en clases sociales definida como la clasificación socioeconómica empleada para establecer los grupos en los que se divide la sociedad de un estado. Estos respectivos grupos se forman a medida que los individuos de una sociedad se agrupan según una serie de criterios compartidos en el aspecto socioeconómico, partiendo de estos criterios se hacen evidentes las diferencias y similitudes que existen entre los individuos que las componen y, las oportunidades que tienen para alcanzar una mejor calidad de vida y escalar de una clase social a otra.

Bajo los criterios que suelen marcar la división en clases sociales se pueden establecer como principales la riqueza, la cual es definida como la abundancia de recursos materiales e inmateriales sobre los que un individuo tiene poder y los ingresos monetarios, que constituye otro de los criterios que destaca la división social y que es proporcional a la riqueza, a los dos anteriormente mencionados se les atribuye directamente los bienes y activos financieros concretados en forma de propiedades que posee un individuo.

Esta importancia de la riqueza y posesión de recursos materiales como criterios de ordenamiento estratificador de la sociedad establece la existencia de un consumo definido como la acción o el conjunto de procesos en que se realiza la apropiación y los usos de los productos o servicios. El llamado consumo se hace más presente tras el aumento de los niveles de vida en conjunto con la instauración del estado de bienestar, por lo que comienza a adquirir especial importancia entre las preocupaciones cotidianas de los individuos que componen los grupos sociales.

Actualmente tras adquirir importancia entre las preocupaciones cotidianas de los individuos se ha generado una importante evolución en las características del consumo, lo que lo ha llevado a convertirse en una acción que tiene propósito mantener las posiciones de ventaja y desventaja tanto material como simbólica. Es justamente esta posición de ventaja y desventaja que produce el consumo lo que hoy en día proporciona los fundamentos para la aparición de nuevas divisiones sociales y establece la diferencia entre los grupos sociales.

La nueva importancia del consumo como factor que se añade a la estratificación y la estructura de clases sociales define una de las características principales de la moderna y caracterizada sociedad  “liquida”, descrita por primera vez por el sociólogo Zygmunt Bauman en su teoría de Modernidad Liquida.

Bauman, en esta teoría  define a la sociedad utilizando metáfora de la liquidez para demostrar la inconsistencia de las relaciones humanas en diferentes ámbitos, como en lo afectivo y en lo laboral. Estableciendo a esta como una figura de cambio constante y transitoriedad, atada a factores educativos, culturales y económicos que genera una angustia existencial, donde parece no haber sentido cuando se trata de construir nuevas cosas, ya que el tiempo y la propia modernidad van impulsando su desintegración.

Esta evolución hacia la modernidad esta asediada por el miedo, la inseguridad y la incertidumbre que se establecen en una sociedad que va en constante búsqueda de identidad. Es justamente en esa falta de identidad e incertidumbre donde el consumismo superfluo comienza a existir, con el propósito mantener las posiciones de ventaja y  eludir la inseguridad crónica. Como Bauman ejemplifica en su teoría, en nuestra sociedad bajo la modernidad liquida se consume con una promesa de certeza, de identidad, de armonía y de coherencia. De esta forma búsqueda de identidad  se convierte en una compulsión en la que puede evidenciarse la necesidad del consumo, intentando despertar una cadena de sensaciones experimentables solo subjetivamente.

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