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Ensayo La Revuelta Del Futuro: Los Hijos Del Limo


Enviado por   •  26 de Mayo de 2012  •  6.546 Palabras (27 Páginas)  •  1.906 Visitas

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INTRODUCCION:

En los temas que estudiamos vienen varias teorías de diversos filósofos y sociólogos en los cuales se debaten desde el origen de la palabra “modernidad”, hasta el concepto más descriptivo para la misma. Para poder llegar a una conclusión personal sobre lo que es modernidad vimos primeramente que cada sociedad se define y se afirma así misma y esto crea una modernidad en cada cultura. Y en este sentido cabe destacar que si vamos a hablar de un término como lo es modernidad, es inútil dejar de lado que así como en muchos países se pudieran decir que son modernos, así de la misma manera podemos decir que otros por el contrario se encuentran subdesarrollados e incluso en un atraso como sociedad que llega a clasificarlos como países tercermundistas.

Pero como ya mencione anteriormente, necesitamos adentrarnos en las diferentes opiniones de los filósofos y sociólogos y generar con ello una mezcla de todas ellas que refleje nuestro propio pensamiento.

DESARROLLO:

LA REVUELTA DEL FUTURO: Los Hijos del Limo

Octavio Paz

La identificación entre modernidad y civilización se ha extendido de tal modo, que en América Latina muchos hablan de nuestro subdesarrollo cultural. A riesgo de pesadez hay que repetir, primero, que no hay una sola civilización; en seguida, que en ninguna cultura el desarrollo es lineal: la historia ignora la línea recta.

Con el pretexto de acabar con nuestro sub-desarrollo en las últimas décadas hemos sido testigos de una progresiva degradación de nuestro estilo de vida y de nuestra cultura. El sufrimiento ha sido grande y las perdidas mas ciertas que las ganancias.

Concebimos al tiempo como un continuo trascurrir, un perpetuo ir hacia el futuro; si el futuro se cierra, el tiempo se detiene. Idea insoportable e intolerante, pues contiene una doble abominación; ofende nuestra sensibilidad moral al burlarse de nuestras esperanzas en la perfectibilidad de la especie, ofende nuestra razón al negar nuestras creencias acerca de la evolución y el progreso.

Para Dante el presente fijo de la eternidad es la plenitud de la perfección; para nosotros es una verdadera condenación, pues nos encierra en un estado que, si no es la muerte, tampoco es la vida.

Negación del existir, tal como lo hemos pensado, sentido y amado: perpetua posibilidad del ser, movimiento, cambio, marcha hacia la tierra movible del futuro.

Podemos decir ahora con cierta certeza que la época moderna comienza en este momento en el que el hombre se atreve a realizar un acto que ya había hecho temblar y reír al mismo tiempo a Dante y a Farinata Degliubertí: abrir, las puertas del infierno.

Todas las civilizaciones postulan imágenes y arquetipos temporales de los que es imposible deducir, inclusive como negación, nuestra idea del tiempo.

En el tiempo finiquito de la historia, en el ahora, el hombre se juega su vida eterna. Es claro que la idea de modernidad solo podía merecer dentro de esta concepción de un tiempo sucesivo e irreversible; es claro asimismo, que solo podía nacer como una crítica de la eternidad cristiana.

Todas las sociedades están desgarradas por contradicciones que son simultáneamente de orden material e ideal. Esas contradicciones asumen en general la forma de conflictos intelectuales, religiosos o políticos.

Por eso cada idea del tiempo es una metáfora hecha, no por un poeta, sino por un pueblo entero.

Una sociedad puede cambiar el arquetipo, pasar del politeísmo al monoteísmo y del tiempo cíclico al tiempo finito e irreversible del Islam: los arquetipos no cambian ni se transforman.

La modernidad es la consecuencia de esta contradicción y, en cierto modo, su resolución en sentido opuesto al de la escolástica.

La modernidad se inicia cuando la conciencia de la oposición entre Dios y ser, razón y revelación, se muestra como realmente insoluble.

La trinidad es una evidencia divina, resulta un misterio impenetrable para la razón. Si la unidad reflexiona, se le vuelve otra: se ve hacia sí misma como alteridad. Al fundirse con la razón es sobre todo crítica.

Nada es permanente: la razón se identifica con la sucesión y con la alteridad. La modernidad es sinónimo de crítica y se identifica con el cambio; no es la afirmación de un principio atemporal, sino el despliegue de la razón crítica que sin cesar interroga, se examina y se destruye para renacer de nuevo.

La contradicción de la sociedad cristiana fue la oposición entre la razón y revelación, el ser que es pensamiento que se piensa y el dios que es persona que se crea; la edad moderna se manifiesta en todas esas tentativas por edificar sistemas que posean la solidez de las antiguas religiones y filosofías pero que estén fundamentadas, no en un principio atemporal, sino en el principio del cambio.

La modernidad es una separación. Empleo la palabra en su acepción más inmediata; apartarse de algo, desunirse.

Por lo que toca al personaje del drama temporal: ya no el alma individual, sino la colectividad entera, la especie humana. El segundo elemento, la perfección consustancial a la perfección, su plena realidad, en el otro tiempo que no es un presente eterno sino fugaz. La historia es nuestro camino de perfección.

La modernidad cargo el acento no en la realidad real de cada hombre sino en la realidad ideal de la sociedad y de la especie. Si los actos y las obras de los hombres dejaron de tener significación religiosa individual- la salvación o la perdición del alma-, se tiñeron de una coloración supraindividual e histórica.

El trabajo sustituye a la penitencia, el progreso a la gracia y la política a la religión.

La edad moderna se concibe a sí misma como revolucionaria. Lo es de varias maneras. La modernidad comienza por cambiar el sentido de la palabra revolución.

La más frecuente: ruptura violenta del orden antiguo y establecimiento de un orden social más justo y racional.

Si la sociedad no evoluciona y se estanca, estalla una revolución. Sin embargo, si las revoluciones son necesarias, la historia posee la necesidad del tiempo cíclico.

Nuestro futuro es un paraíso/infierno; paraíso por ser el lugar de elección del deseo, infierno por ser el lugar de la insatisfacción. Por una parte, nuestra perfección es siempre relativa, pues, como dicen con los ojos en blanco los marxistas y los otros historicistas empedernidos,

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